Obispo Juan Navarro Castellanos…
La semana pasada insistíamos en la importancia de la vida comunitaria, señalando que todos necesitamos de todos.
Ahora quiero hablarles de dos aspectos fundamentales en la vida humana: “saber recibir” y “saber dar”, que en la práctica se proyecta en diversos aspectos. Saber recibir y dar cosas, afecto, apoyo, perdón, solidaridad.
Hemos de aprender a recibir bienes materiales y espirituales de parte de los demás, e igual hemos de compartir diversos bienes a nuestros hermanos.
Las vacaciones son una buena oportunidad para poner en práctica es gran valor del compartir, para crecer y enriquecernos junto con aquellos que comparten nuestra vida.
Pensemos que la persona es verdaderamente madura cuando se alegra más en dar que en recibir. Saber recibir supone de parte nuestra una actitud de humildad, al reconocer que nadie es autosuficiente y que necesitamos unos de otros.
Frecuentemente estamos recibiendo cosas y apoyos de los demás, en ocasiones de aquellos de quienes menos esperábamos: gente humilde, pequeños o ancianos.
Saber dar, a su vez, exige de parte nuestra generosidad y desprendimiento, pero también autoestima y valoración de los demás, ya que manifiesta el convencimiento de que tenemos valores que podemos compartir con los demás que también son valiosos
Que sepamos dar con alegría, sin explicaciones, viendo a la cara y sin poner condiciones.
Con frecuencia pensamos que es propio de los pequeños el recibir y que es propio de los adultos el dar.
En realidad el dar y recibir es propio de la condición humana. El niño da cariño, sonrisas y paz. Cristo nos ha dicho que quienes no se hace como niños no alcanzarán el Reino de los cielos.
Imitemos a los niños en su sinceridad, en la actitud de apertura, en la buena voluntad y la generosidad… En los niños fluye el bien de manera espontanea y natural.
Si crecemos todos en el dar y recibir y lo vivamos en los distintos ámbitos de la existencia, podremos crecer como personas, como sociedad y será una manera efectiva de vivir el dinamismo del amor al que todos estamos llamados.
La semana pasada insistíamos en la importancia de la vida comunitaria, señalando que todos necesitamos de todos.
Ahora quiero hablarles de dos aspectos fundamentales en la vida humana: “saber recibir” y “saber dar”, que en la práctica se proyecta en diversos aspectos. Saber recibir y dar cosas, afecto, apoyo, perdón, solidaridad.
Hemos de aprender a recibir bienes materiales y espirituales de parte de los demás, e igual hemos de compartir diversos bienes a nuestros hermanos.
Las vacaciones son una buena oportunidad para poner en práctica es gran valor del compartir, para crecer y enriquecernos junto con aquellos que comparten nuestra vida.
Pensemos que la persona es verdaderamente madura cuando se alegra más en dar que en recibir. Saber recibir supone de parte nuestra una actitud de humildad, al reconocer que nadie es autosuficiente y que necesitamos unos de otros.
Frecuentemente estamos recibiendo cosas y apoyos de los demás, en ocasiones de aquellos de quienes menos esperábamos: gente humilde, pequeños o ancianos.
Saber dar, a su vez, exige de parte nuestra generosidad y desprendimiento, pero también autoestima y valoración de los demás, ya que manifiesta el convencimiento de que tenemos valores que podemos compartir con los demás que también son valiosos
Que sepamos dar con alegría, sin explicaciones, viendo a la cara y sin poner condiciones.
Con frecuencia pensamos que es propio de los pequeños el recibir y que es propio de los adultos el dar.
En realidad el dar y recibir es propio de la condición humana. El niño da cariño, sonrisas y paz. Cristo nos ha dicho que quienes no se hace como niños no alcanzarán el Reino de los cielos.
Imitemos a los niños en su sinceridad, en la actitud de apertura, en la buena voluntad y la generosidad… En los niños fluye el bien de manera espontanea y natural.
Si crecemos todos en el dar y recibir y lo vivamos en los distintos ámbitos de la existencia, podremos crecer como personas, como sociedad y será una manera efectiva de vivir el dinamismo del amor al que todos estamos llamados.
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