Alonso Castaño
Hoy sábado 7 me topé con la marcha organizada por ‘Yosoy132’.
La encontré sobre la avenida Juárez y su paso la llevaba en dirección a las
oficinas de IFE. La integraban sobre todo jóvenes, hombres y mujeres cuyo halo
de frescura y limpieza los envuelve. Sus consignas, rotuladas unas sobre
mosaicos de cartulina y otras expresadas en coro, son de la mayor letal
ingenuidad, pues es su franca desnudez,
en lo que exigen, su mayor eficacia.
Demandan limpieza electoral, alto a la manipulación de
televisa y castigo a la compra y coacción de votos. Pero lo maravilloso en
ellos es que no lo piden para mañana, sino para ahora; es decir, contrario a
nosotros los adultos, a sus mayores, no desean ser esclavos de la esperanza en
el futuro sino amos de su presente. Están dispuestos a protestar, salir a la
calle, el campo público de batallas políticas y sociales por naturaleza.
Quienes los miran --yo que los observo-- sin engrosar la paternidad de sus
filas están con ellos. No sé si porque al igual que yo no votaron por Peña
Nieto o porque esos poquitos jóvenes y jovencitas experimentan una de las
mayores felicidades humanas: mostrarse y hablar por quienes nos ocultamos y nos
callamos. Nuestro pudor es su valentía.
También me recuerdan “aquellos tiempos duramente humanos”
del colosal fraude en la elección emblemática de 1988 donde se impuso Carlos
Salinas con apoyo de los hombres de dinero y de Televisa sobre Cuauhtémoc
Cárdenas y las protestas poselectorales que se organizaron en muchas ciudades
del país.
Acá en Tuxpan el
Frente Democrático del brazo del PAN tomó las calles, en un hecho inusual para
la vida política de la ciudad. Esto fue durante el mes de julio; un verano
especialmente tórrido, que culminó en otro fraude, éste local. A Maridol Salas,
candidata del PAN el PRI, la camorra del PRI le robó la elección. Impusieron a
Pericles Namorado. El PRI abrió la caja que contenía todas las herramientas de
fraude hasta ese momento en existencia, desde las más sutiles hasta las más
miserables y cobardes como la de despojarles con golpes a los funcionarios de
casillas aquellas urnas donde la votación les fuese desfavorables.
Javier Benítez, Alfredo Huerta y Benito Córdoba dieron
cátedra porcina y Rubén Cruz Sagastume dirigió la tunda que infligieron a los
panistas en las mismas puertas de las oficinas donde se instaló el consejo
electoral municipal. ¿Han cambiado los tiempos? Me temo que no. Los fraudes
tienen otra ropa pero las mismas hediondas entrañas. Y a sus personajes como
los del 88 su comida, a pesar o por lo mismo de su mala víscera, les sabe a
triunfo, a gloria. Son como esos carroñeros de los campos yermos que se
festinan ante un cadáver famélico y cuando sus picos topan con el polvo seco
toman el vuelo graznando ¡Ganamos! ¡Ganamos!
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