Recuperar los amigos después de la elección
Dra. Zaida A. Lladó Castillo
No es mi caso por fortuna, porque si algo puedo decir con orgullo es, que tengo muchas buenas amigas y amigos y los conservo por siempre, por lo tanto no los pierdo por cuestiones políticas.
Pero lo digo por mucha gente, en especial joven, que se peleó casi a muerte con sus hermanos, familiares, amigos, jefes, compañeros de trabajo, etc., por defender un candidato o una posición de partido o política diferente, en la pasada elección del 1º de Julio.
Y lo vimos en universitarios, periodistas, columnistas, estudiantes, funcionarios públicos, católicos, protestantes, etc., que coincidían, lo mismo con el PRD, el PAN o el PRI o con el “#yo soy 132”. Posiciones políticas específicas y respetables en el uso de la libertad para pensar y defender en lo que se cree o convence, pero que lamentablemente conforme pasaron los días y se fue viendo que sus candidatos no avanzaron como se esperaba, cayeron en los extremos de canalizar su frustración o coraje protestando, ofendiendo, bajando el nivel del mensaje hasta la vulgaridad por la red o por los medios, amenazando, amedrentando, agrediendo a otros o canalizando sus conductas en forma destructiva (como lo vimos en la TV en el DF) y más cuando se comprobó que los resultados no les fueron favorables el día de la jornada, especialmente a Andrés López.
Y lo digo por los que les quedó ese sentimiento de vacío y de coraje por la pérdida, que se proyecta en resistencia hacia la opción que ganó, que es normal (pregúntenle a los Priistas lo que sentimos en el 2000 cuando se perdió la Presidencia de la República) pero, que finalmente si se tiene madurez y consciencia, las pérdidas (de cualquier tipo) se asimilan y lo mejor es canalizarlas en forma positiva y nunca destructiva.
Y esto va también para los candidatos que por diversos factores no les fueron favorables los resultados, y en el caso de Xalapa Urbano y sus candidatos del PRI, les digo: “la vida no termina en una elección y la misma nos enseña que a veces las tenemos todas con nosotros y en otras, son tiempo de aprender, reflexionar y esperar nuevas oportunidades; que hicieron un gran esfuerzo y, que en las contiendas no hay perdedores, porque su trabajo fructificó en la candidatura a la Presidencia por los votos que acumularon y aportaron Reynaldo e Irma Zamora”.
El problema es probar, qué tan equilibradas están nuestras emociones como para poder controlar nuestros estados de ánimo ante una frustración o pérdida y que estos sentimientos se tranquilicen y pasen lo más rápidamente posible.
Pero los que me preocupan nuevamente son los jóvenes, por una parte, los que realmente pensaron en un movimiento político honesto a los que les arrebataron un espacio de demanda-cosa que no les debe detener ya que pueden y deben seguir con ese ímpetu dando forma a otra agrupación social o política seria y responsable-, y por otra los que van a seguir siendo alentados a las movilizaciones y actos de rebeldía. Esos son los que me preocupan, porque estarán alimentados con el rencor y el coraje, y el discurso del fraude estará ahora en nuevas bocas.
Porque la estrategia de objetar y de asegurar sin pruebas, “que hubo fraude” en una elección claramente perdida, cuando hay una diferencia de millones de votos, pues es sólo el proceso de racionalización negativa que utilizan los que de alguna manera tiene que justificar su derrota ante quienes el mismo líder alentó a la manifestación y la rebeldía.
Porque el escenario actual es diametralmente diferente al de hace 6 años en que Felipe Calderón finalmente tuvo, después del TRIFE, 14 millones 916 mil 927 votos y la “Coalición por el bien de todos” con Andrés M. López, 14 millones 683 mil 096 votos; es decir Calderón ganó con una diferencia de 233,831 votos, que aunque se ven pocos, es una cifra nada despreciable y más que suficiente en estos tiempos tan competidos, como para dejar claro un resultado en cualquier tipo de elección. Mucho más en la del pasado 1º de julio del presente, donde ya no se habla de miles de votos, sino de millones.
Por eso yo creo, que así como los demás candidatos en contienda, aceptaron no haber sido favorecidos con el triunfo, así como el PRI hace 12 y 6 años aceptó su derrota con prudencia y jamás los priístas salimos a la calle a agredir, ni a escupirle la cara a nadie, así también los ciudadanos que no alcanzaron ese objetivo deben entrar en una etapa de reflexión y de madurez para dar la vuelta a esa página y seguir adelante. Porque AMLO va a seguir siendo un líder social reconocido y su futuro sólo él lo va a decidir y en esta decisión ojalá piense principalmente, no en su ego, sino en México. Por lo tanto se espera congruencia y equilibrio de su parte, para que no pierda lo que ya ha ganado, el respeto de los ciudadanos que, como yo, lo aceptamos como líder social de mayorías.
Tan solo la subida de la bolsa de valores, el día de ayer, dio una muestra de que la económica mundial ofreció la confianza a México, por el triunfo de la opción más votada y por el grado de madurez de la población mexicana de tener una transición pacífica y justa en diciembre. Y eso es lo que favorece al país, porque necesitamos recuperar esa confianza al interior y exterior, para generar empleos, productividad y competitividad ante los ojos del país y del mundo.
Y es tiempo ya, de regresar a los grupos, a recuperar a los amigos, a pedir disculpas si es necesario, a aceptar que hubo ofuscación al calor de la elección y por el nervio alterado, y no dejar que un proceso electoral te cambie la vida, te separes de tus afectos, familiares o de amigos, o te desmoralices en tus actividades cotidianas. Cuando hay tantas cosas por las que nos debemos de preocupar ahora, todos como mexicanos, para sacar adelante al país y participar en esta nueva historia.
Gracias y hasta la próxima.
Dra. Zaida A. Lladó Castillo
No es mi caso por fortuna, porque si algo puedo decir con orgullo es, que tengo muchas buenas amigas y amigos y los conservo por siempre, por lo tanto no los pierdo por cuestiones políticas.
Pero lo digo por mucha gente, en especial joven, que se peleó casi a muerte con sus hermanos, familiares, amigos, jefes, compañeros de trabajo, etc., por defender un candidato o una posición de partido o política diferente, en la pasada elección del 1º de Julio.
Y lo vimos en universitarios, periodistas, columnistas, estudiantes, funcionarios públicos, católicos, protestantes, etc., que coincidían, lo mismo con el PRD, el PAN o el PRI o con el “#yo soy 132”. Posiciones políticas específicas y respetables en el uso de la libertad para pensar y defender en lo que se cree o convence, pero que lamentablemente conforme pasaron los días y se fue viendo que sus candidatos no avanzaron como se esperaba, cayeron en los extremos de canalizar su frustración o coraje protestando, ofendiendo, bajando el nivel del mensaje hasta la vulgaridad por la red o por los medios, amenazando, amedrentando, agrediendo a otros o canalizando sus conductas en forma destructiva (como lo vimos en la TV en el DF) y más cuando se comprobó que los resultados no les fueron favorables el día de la jornada, especialmente a Andrés López.
Y lo digo por los que les quedó ese sentimiento de vacío y de coraje por la pérdida, que se proyecta en resistencia hacia la opción que ganó, que es normal (pregúntenle a los Priistas lo que sentimos en el 2000 cuando se perdió la Presidencia de la República) pero, que finalmente si se tiene madurez y consciencia, las pérdidas (de cualquier tipo) se asimilan y lo mejor es canalizarlas en forma positiva y nunca destructiva.
Y esto va también para los candidatos que por diversos factores no les fueron favorables los resultados, y en el caso de Xalapa Urbano y sus candidatos del PRI, les digo: “la vida no termina en una elección y la misma nos enseña que a veces las tenemos todas con nosotros y en otras, son tiempo de aprender, reflexionar y esperar nuevas oportunidades; que hicieron un gran esfuerzo y, que en las contiendas no hay perdedores, porque su trabajo fructificó en la candidatura a la Presidencia por los votos que acumularon y aportaron Reynaldo e Irma Zamora”.
El problema es probar, qué tan equilibradas están nuestras emociones como para poder controlar nuestros estados de ánimo ante una frustración o pérdida y que estos sentimientos se tranquilicen y pasen lo más rápidamente posible.
Pero los que me preocupan nuevamente son los jóvenes, por una parte, los que realmente pensaron en un movimiento político honesto a los que les arrebataron un espacio de demanda-cosa que no les debe detener ya que pueden y deben seguir con ese ímpetu dando forma a otra agrupación social o política seria y responsable-, y por otra los que van a seguir siendo alentados a las movilizaciones y actos de rebeldía. Esos son los que me preocupan, porque estarán alimentados con el rencor y el coraje, y el discurso del fraude estará ahora en nuevas bocas.
Porque la estrategia de objetar y de asegurar sin pruebas, “que hubo fraude” en una elección claramente perdida, cuando hay una diferencia de millones de votos, pues es sólo el proceso de racionalización negativa que utilizan los que de alguna manera tiene que justificar su derrota ante quienes el mismo líder alentó a la manifestación y la rebeldía.
Porque el escenario actual es diametralmente diferente al de hace 6 años en que Felipe Calderón finalmente tuvo, después del TRIFE, 14 millones 916 mil 927 votos y la “Coalición por el bien de todos” con Andrés M. López, 14 millones 683 mil 096 votos; es decir Calderón ganó con una diferencia de 233,831 votos, que aunque se ven pocos, es una cifra nada despreciable y más que suficiente en estos tiempos tan competidos, como para dejar claro un resultado en cualquier tipo de elección. Mucho más en la del pasado 1º de julio del presente, donde ya no se habla de miles de votos, sino de millones.
Por eso yo creo, que así como los demás candidatos en contienda, aceptaron no haber sido favorecidos con el triunfo, así como el PRI hace 12 y 6 años aceptó su derrota con prudencia y jamás los priístas salimos a la calle a agredir, ni a escupirle la cara a nadie, así también los ciudadanos que no alcanzaron ese objetivo deben entrar en una etapa de reflexión y de madurez para dar la vuelta a esa página y seguir adelante. Porque AMLO va a seguir siendo un líder social reconocido y su futuro sólo él lo va a decidir y en esta decisión ojalá piense principalmente, no en su ego, sino en México. Por lo tanto se espera congruencia y equilibrio de su parte, para que no pierda lo que ya ha ganado, el respeto de los ciudadanos que, como yo, lo aceptamos como líder social de mayorías.
Tan solo la subida de la bolsa de valores, el día de ayer, dio una muestra de que la económica mundial ofreció la confianza a México, por el triunfo de la opción más votada y por el grado de madurez de la población mexicana de tener una transición pacífica y justa en diciembre. Y eso es lo que favorece al país, porque necesitamos recuperar esa confianza al interior y exterior, para generar empleos, productividad y competitividad ante los ojos del país y del mundo.
Y es tiempo ya, de regresar a los grupos, a recuperar a los amigos, a pedir disculpas si es necesario, a aceptar que hubo ofuscación al calor de la elección y por el nervio alterado, y no dejar que un proceso electoral te cambie la vida, te separes de tus afectos, familiares o de amigos, o te desmoralices en tus actividades cotidianas. Cuando hay tantas cosas por las que nos debemos de preocupar ahora, todos como mexicanos, para sacar adelante al país y participar en esta nueva historia.
Gracias y hasta la próxima.
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