José Enrique Olivera Arce
AMLO, la partidocracia y “Morena”
“Señor, si me quitas el éxito déjame fuerza para triunfar del fracaso”: Mahatma Gandi
¡Te lo dije! Me escribe un buen amigo, advirtiendo que “si Ebrard hubiera sido el candidato de las llamadas izquierdas, Peña Nieto no gana la elección”.
El hubiera no existe en política. El candidato fue Andrés Manuel y a ello debemos atenernos. Sin embargo la expresión de mi amigo da tema para la reflexión en torno a una situación que me llamara poderosamente la atención y que dejara asentado en mi artículo publicado el 22 de abril bajo el título “Andrés Manuel baila con las más feas. No hay de otra”. El político tabasqueño ha sido postulado por la coalición integrada por el PRD y las morrallas denominadas Partido del Trabajo y Movimiento ciudadano. Institutos electorales que en el marco de una partidocracia rampante y un régimen político obsoleto y corrupto, carecen de autoridad ideológica, moral y política para ser considerados como de izquierda. Una y otra vez señalé que estos partidos políticos más que aportar a la campaña electoral de López Obrador, constituían una pesada loza sobre las espaldas del candidato presidencial.
López Obrador superó los 15 millones de votos legítimos a pesar de, y no por el trabajo político desarrollado por la cúpula partidista de la Coalición “Movimiento Progresista”. Los candidatos al Senado y Cámara baja en su gran mayoría cartuchos quemados impopulares impuestos por “los chuchos” de ello dan constancia. El resultado aún en trámite de la elección confirma tal percepción.
Se jugo en la cancha de la partidocracia y conforme a sus reglas y sus prácticas antidemocráticas. Luego nadie puede darse por sorprendido ante la cada vez mayor evidencia de escamoteos de la voluntad popular a lo largo y ancho del país. No obstante, gracias al Movimiento de Regeneración Nacional, “Morena”, en el que participan millones de ciudadanos convencidos de la necesidad de un cambio verdadero, irregularidades aparte de un proceso electoral inequitativo y amañado, Andrés Manuel llegó hasta donde le permitieron llegar. Hoy la decisión final y el futuro de México está en manos del “arbitro” y del Tribunal Federal Electoral, así es el juego. Los partidos postulantes de la llamada izquierda electoral ganan perdiendo.
“Morena” trabajó intensamente a ras del suelo, en la calle, en las aulas, en el taller, en el surco, en el hogar, siempre confiando con voluntad de triunfo en el liderazgo del político tabasqueño. Jóvenes y no tan jóvenes se pusieron la camiseta lopezobradorista y, contra la corriente y contra la estructura partidista de la coalición dominada por las tribus perredistas y sus corruptas y oportunistas dirigencias, sacaron adelante la campaña presidencial. De eso no tengo la menor duda.
Andrés Manuel cometió errores, no se puede negar. Pero así como se equivocó confiando en las estructuras partidistas coaligadas, fue certero al sustentar su campaña en “Morena”. Fue la ciudadanía organizada y movilizada la que le impulsó para cuesta arriba dejar atrás a Josefina Vázquez Mota y alcanzar a Peña Nieto. Con este impulso López Obrador gana en su propósito democratizador al lograr movilizar a más de 15 millones de mexicanos en pos de la esperanza democrática. La ciudadanía salió a la calle y con su voto manifestó su voluntad de cambio. Si hoy se pierde la elección, no fue en vano. La ciudadanía con su participación activa gano terreno y experiencia en la búsqueda de un camino más amplio para avanzar el rescate de la voluntad popular, hoy secuestrada por la partidocracia y los poderes fácticos.
La construcción de la anhelada democracia transita por un largo camino de aciertos y errores, triunfos y derrotas. Los resultados no se alcanzan en años sino en períodos históricos. Pero cada paso dado fortalece a quienes lo emprenden. Estoy seguro de que la experiencia vivida por la ciudadanía movilizada en este proceso electoral, pesará más en la vida política de México que el triunfo mismo de las llamadas izquierdas. Un importante segmento de la sociedad ha dicho basta y encontró el camino para avanzar participando consecuentemente. Esto es un logro a mi juicio histórico. No cabe la frustración ni el desanimo, se dio el primer paso y eso es lo que cuenta. Lo que sigue para la izquierda consecuente es la autocrítica y sacar las conclusiones pertinentes para seguir marchando a paso firme y con la frente en alto.
Si Peña Nieto de ser ungido como presidente quiere gobernar, lo tendrá que hacer no en el vacío con el indignante y lastimero voto comprado. Más temprano que tarde tendrá que recurrir a la ciudadanía movilizada. En ella está el que se avance o se retroceda en la construcción del futuro de México.
Hojas que se lleva el viento
En nuestra próspera aldea jarocha siempre sí la elección presidencial, de acuerdo a los resultados preliminares (PREP), se fue a tercios. El triunfalismo priísta se vino abajo y el cacaraqueado triunfo por parte de su dirigente estatal, Erik Lagos fue pírrico. La dupla PRI-PVEM obtuvo un total de 1, 180,147 votos contra 1, 179,327 del PAN. Por su parte Movimiento progresista 1, 012,818 sufragios. Así, Peña Nieto obtuvo menos votos que los obtenidos por Javier Duarte de Ochoa como candidato a la gubernatura. No cabe duda de que hizo falta el alquimista Fidel Herrera Beltrán para cumplirle satisfactoriamente al mexiquense de acuerdo a lo ofrecido.- Xalapa, Ver.
pulsocritico@gmail.com
AMLO, la partidocracia y “Morena”
“Señor, si me quitas el éxito déjame fuerza para triunfar del fracaso”: Mahatma Gandi
¡Te lo dije! Me escribe un buen amigo, advirtiendo que “si Ebrard hubiera sido el candidato de las llamadas izquierdas, Peña Nieto no gana la elección”.
El hubiera no existe en política. El candidato fue Andrés Manuel y a ello debemos atenernos. Sin embargo la expresión de mi amigo da tema para la reflexión en torno a una situación que me llamara poderosamente la atención y que dejara asentado en mi artículo publicado el 22 de abril bajo el título “Andrés Manuel baila con las más feas. No hay de otra”. El político tabasqueño ha sido postulado por la coalición integrada por el PRD y las morrallas denominadas Partido del Trabajo y Movimiento ciudadano. Institutos electorales que en el marco de una partidocracia rampante y un régimen político obsoleto y corrupto, carecen de autoridad ideológica, moral y política para ser considerados como de izquierda. Una y otra vez señalé que estos partidos políticos más que aportar a la campaña electoral de López Obrador, constituían una pesada loza sobre las espaldas del candidato presidencial.
López Obrador superó los 15 millones de votos legítimos a pesar de, y no por el trabajo político desarrollado por la cúpula partidista de la Coalición “Movimiento Progresista”. Los candidatos al Senado y Cámara baja en su gran mayoría cartuchos quemados impopulares impuestos por “los chuchos” de ello dan constancia. El resultado aún en trámite de la elección confirma tal percepción.
Se jugo en la cancha de la partidocracia y conforme a sus reglas y sus prácticas antidemocráticas. Luego nadie puede darse por sorprendido ante la cada vez mayor evidencia de escamoteos de la voluntad popular a lo largo y ancho del país. No obstante, gracias al Movimiento de Regeneración Nacional, “Morena”, en el que participan millones de ciudadanos convencidos de la necesidad de un cambio verdadero, irregularidades aparte de un proceso electoral inequitativo y amañado, Andrés Manuel llegó hasta donde le permitieron llegar. Hoy la decisión final y el futuro de México está en manos del “arbitro” y del Tribunal Federal Electoral, así es el juego. Los partidos postulantes de la llamada izquierda electoral ganan perdiendo.
“Morena” trabajó intensamente a ras del suelo, en la calle, en las aulas, en el taller, en el surco, en el hogar, siempre confiando con voluntad de triunfo en el liderazgo del político tabasqueño. Jóvenes y no tan jóvenes se pusieron la camiseta lopezobradorista y, contra la corriente y contra la estructura partidista de la coalición dominada por las tribus perredistas y sus corruptas y oportunistas dirigencias, sacaron adelante la campaña presidencial. De eso no tengo la menor duda.
Andrés Manuel cometió errores, no se puede negar. Pero así como se equivocó confiando en las estructuras partidistas coaligadas, fue certero al sustentar su campaña en “Morena”. Fue la ciudadanía organizada y movilizada la que le impulsó para cuesta arriba dejar atrás a Josefina Vázquez Mota y alcanzar a Peña Nieto. Con este impulso López Obrador gana en su propósito democratizador al lograr movilizar a más de 15 millones de mexicanos en pos de la esperanza democrática. La ciudadanía salió a la calle y con su voto manifestó su voluntad de cambio. Si hoy se pierde la elección, no fue en vano. La ciudadanía con su participación activa gano terreno y experiencia en la búsqueda de un camino más amplio para avanzar el rescate de la voluntad popular, hoy secuestrada por la partidocracia y los poderes fácticos.
La construcción de la anhelada democracia transita por un largo camino de aciertos y errores, triunfos y derrotas. Los resultados no se alcanzan en años sino en períodos históricos. Pero cada paso dado fortalece a quienes lo emprenden. Estoy seguro de que la experiencia vivida por la ciudadanía movilizada en este proceso electoral, pesará más en la vida política de México que el triunfo mismo de las llamadas izquierdas. Un importante segmento de la sociedad ha dicho basta y encontró el camino para avanzar participando consecuentemente. Esto es un logro a mi juicio histórico. No cabe la frustración ni el desanimo, se dio el primer paso y eso es lo que cuenta. Lo que sigue para la izquierda consecuente es la autocrítica y sacar las conclusiones pertinentes para seguir marchando a paso firme y con la frente en alto.
Si Peña Nieto de ser ungido como presidente quiere gobernar, lo tendrá que hacer no en el vacío con el indignante y lastimero voto comprado. Más temprano que tarde tendrá que recurrir a la ciudadanía movilizada. En ella está el que se avance o se retroceda en la construcción del futuro de México.
Hojas que se lleva el viento
En nuestra próspera aldea jarocha siempre sí la elección presidencial, de acuerdo a los resultados preliminares (PREP), se fue a tercios. El triunfalismo priísta se vino abajo y el cacaraqueado triunfo por parte de su dirigente estatal, Erik Lagos fue pírrico. La dupla PRI-PVEM obtuvo un total de 1, 180,147 votos contra 1, 179,327 del PAN. Por su parte Movimiento progresista 1, 012,818 sufragios. Así, Peña Nieto obtuvo menos votos que los obtenidos por Javier Duarte de Ochoa como candidato a la gubernatura. No cabe duda de que hizo falta el alquimista Fidel Herrera Beltrán para cumplirle satisfactoriamente al mexiquense de acuerdo a lo ofrecido.- Xalapa, Ver.
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