domingo, 28 de octubre de 2012

EL MEJOR CONSEJO POLITICO DE LA HISTORIA

Por Ezequiel Castañeda…

En la antigua Roma, se recibía a los generales que regresan victoriosos de la guerra con una especial recepción en donde participaba todo el pueblo. El momento estelar lo coronaba un cortejo, en el cual el vencedor iba en un carro triunfal, vestido de gala, con corona de laurel representativo del triunfo. Además el laureado lucía en su ropaje las insignias que correspondían a su rango militar. Detrás de este personaje central del festejo, en el mismo carro, solía ir un esclavo, con corona de oro, cuya única función era advertir al homenajeado que no se creyera el triunfo al grado de descuidar algo mas importante como lo era su propia seguridad personal. Era común que este tipo de celebración terminara en un accidente lamentable, tras la caída estrepitosa del festejado por que, aún cuando el esclavo cumplía puntualmente con su función consejera, no siempre, se escuchaban sus advertencias, porque el personaje, engolosinado con el homenaje, prefería poner mayor atención en la glorificación de la cual era objeto que en las recomendaciones de su acompañante; el resultado en estos casos era que ambos tripulantes rodaban por el suelo.

El esclavo rogaba al cielo a cada segundo que el personaje central escuchara con atención sus consejos, que se reducían a una breve frase, pero que de su atención y aplicación dependía todo: la conservación de la vida de ambos, la culminación exitosa del programa festivo y la complacencia del pueblo que le alababa, por eso el esclavo repetía una y otra vez al oído del triunfador: Cave ne cadas, que significa "cuida de no caer".

Algunos historiadores afirman que la frase cave ne cadas se popularizó en la vida política del imperio romano, a tal grado que, al coronar a los emperadores se les ungía a la vez que se les expresaba la frase latina: Cave ne cadas, lo que en esta ceremonia significaba: "Actúa con prudencia y sensatez", "Algún día caerás, serás igual a todos y, por tanto, no abuses del poder, que es pasajero".

La frase tuvo en el ejercicio del poder en Roma un papel preponderante, ya que era obligatorio que a todo puesto de decisión debía corresponder un cave ne cadas, que para entonces así se le conocía al esclavo consejero, entre más alto era el cargo más suntuoso lo era también el esclavo consejero. Todo aquel que estaba en prominencia contaba con un consejero de esta naturaleza, pues la frase histórica venía a ser un resumen compactado de una especie de código de ética para la política y para el ejercicio del poder, que todos debían seguir. "Considera la trascendencia de tus actos", "Conserva los pies en el suelo", "No te dejes llevar por la vanidad", "Todo esto es pasajero", "No pierdas tu vida por una ilusión", eran las acepciones principales.

La frase que nos ocupa se extendió a los buenos ciudadanos romanos, ya que los padres de familia al empezar el día, daban a sus hijos la recomendación cotidiana, como en la actualidad lo es el dar la bendición paterna: Carpe diem et cabe ne cadas, que significaba: Aprovecha bien el día y cuida de no caer.

La figura de cave ne cadas desapareció del imperio romano por decreto, probablemente fue Calígula su autor, hecho que marco el principio de la decadencia del imperio. Hay que recordar que el emperador Calígula era influenciado por una mujer de muchas faldas como lo era Agripina, su esposa y madre a la vez, quien por cierto fue pionera de los coordinadores y asesores y de los voceros oficiales, porque era ella quien decía la última palabra en palacio y quien corregía los desaciertos de su hijo-marido. A esta mujer seguramente le estorbaba el cave ne cadas y se deshizo del cargo para determinar ella misma quien aconsejaba al César y quien no.

La existencia del cave ne cadas es origen en la actualidad del funcionario militar que está en pie detrás de cada jefe de Estado latinoamericano. También corresponde a ésta la idea del guardaespaldas, malentendida, porque éste se encontraba detrás del Pretor romano solo en determinadas ocasiones y cumplía una función distinta. La figura de este personaje nunca debió desaparecer; hay quien afirma que la historia universal sería otra si se hubiera conservado.

La necesidad del cave ne cadas no ha perdido vigencia al paso de los siglos, sigue teniendo aplicación su consejo en la actualidad, porque el entorno político de hoy sigue siendo similar al de la antigüedad, porque en el ejercicio del poder público nunca han faltado las lisonjas, adulaciones y aplausos falsos al poderoso, ni es fácil que el hombre de poder se sustraiga al rico sabor de la adulación; como que viene siendo el halago inherente al poder, por la misma razón, tampoco están ausentes los peligros del camino ni el riesgo de caer en sinnúmero de tentaciones. Es regla general el que el poderoso sea sabio en su propia opinión y que pocos se atrevan a sugerirle a éste algo, porque es conocido que el consejo no pedido trae tragedia al que lo emite.

Hay que considerar que el poder seduce, hipnotiza, marea, embriaga, y cuando esto sucede se requiere de apoyo para caminar y de orientación para conducirse adecuadamente. Las decisiones de quien tiene poder, lamentablemente en muy contadas ocasiones son precedidas por la reflexión y por la consulta de un buen consejo. Hoy en día no tenemos freno al poder personal y por eso se reacciona a la crítica con verdadera irritación en la mayor parte de las veces, pasando por alto que en la multitud de consejos está la sabiduría. A esto se debe que frecuentemente todos estén enterados de la verdadera situación política menos quien tiene el poder.

El más efectivo y sincero cave ne cadas en la actualidad está en los familiares más cercanos y en los verdaderos amigos del hombre de poder, el resultado de sus consejos depende exclusivamente del moderno general homenajeado. El escuchar y atender esos consejos debe estar invariablemente en la agenda cotidiana de todo político para no caer. Esa es la cuestión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece bastante interesante el tema, buen consejo del autor...

Chikako Aika dijo...

Me encantó