sábado, 10 de noviembre de 2012

DIARIO DE UN REPORTERO




Luis Velázquez

DOMINGO

De Kapuscinski a Jon Lee Anderson

El polaco Ryzard Kapuscinski fue considerado el mejor reportero del mundo en el siglo XX y unos años del siglo XXI, hasta su muerte.

Entonces empezó a decirse que el cronista Jon Lee Anderson era el sucesor como el mejor en los cinco continentes.


Pero aun cuando entre ambos hay vidas paralelas, resulta difícil creer que Anderson se ha convertido en el sucesor de Kapuscinski, a quien en Polonia también conocían como “El señor K”.

Cierto. “El señor K” y Anderson han entregado el 90 por ciento de su vida periodística a escribir crónicas y reportajes y al mismo tiempo, mientras en el transcurso de la mañana gastaban la suela de los zapatos atrás de la noticia y en la tarde desgastaban la columna vertebral ante la computadora escribiendo el texto del día, todavía en la noche seguían escribiendo pero textos de mayor alcance para integrar un libro más.

Cierto. Tanto “El señor K” como Anderson han recorrido el mundo en misión informativa y ambos, incluso, han cubierto frentes bélicos.

Cierto. Los dos son llaneros solitarios, lobos esteparios, que siempre han buscado información solos, sin compañía alguna, sin pasarse datos, pistas, tips, con otros reporteros.

Cierto. Los dos han puesto el periodismo por encima, incluso, de su vida familiar y, como en el caso de “El señor K”, tanto su esposa como su hija siempre sostuvieron que Kapuscinski era un extraño en sus vidas porque con frecuencia apenas y lo veían el fin de año, y eso un ratito, porque de inmediato agarraba la calle para platicar con sus viejos conocidos, colegas periodistas, de Polonia.

Y al otro día, el primero de enero, ya tenía listo el boleto de avión para desaparecer otro año completito.

Pero…

LUNES

Vidas paralelas pero distantes

Pero resulta difícil aceptar que Jon Lee Anderson es el sucesor de “El señor K” por lo siguiente, entre otras razones: “El señor K”,por ejemplo, toda su vida reporteó la historia de cada día del lado de los pobres, los miserables, los marginados, las víctimas.

En tanto, Anderson siempre ha mirado los días y los años desde el lado de la clase gobernante en el poder político.

“El señor K” llegaba a un pueblo como enviado especial y buscaba a la gente de las aldeas y comunidades para que le contaran cómo, de qué manera ejercían el poder y gobernaban los políticos en turno.

Y Jon Lee Anderson llegaba a un pueblo en avión y en la plataforma lo esperaba el automóvil de lujo, con un chofer, del presidente de tal república, incluso, hasta dictadores africanos, y de inmediato lo trasladaban a un hotel de cinco estrellas y, en el mejor de los casos, a la casa de visitas de súper lujo del emirato correspondiente, por ejemplo.

Mientras “El señor K” dormía en una modesta vivienda que alquilaba en la aldea que estaba reporteando, Anderson desayunaba, comía y cenaba con los presidentes del continente.

Y así, ni hablar, la vida siempre ha de observarse, sentirse, vivirse y mirarse de una forma diferente.

Por eso, entre otras razones, Anderson nunca será el sucesor de Kapuscinski.

MARTES

En la antesala de la muerte

En sus viajes por el mundo, “El señor K” en varias ocasiones estuvo a punto de ser asesinado por tribus irascibles por el simple delito de estar con otras tribus en el momento de un asalto a mano armada, por ejemplo.

En repetidas ocasiones, “El señor K” sufrió ataques de malaria y en una de ellas los médicos hablaron a su esposa en Polonia para que lo alcanzara en la aldea de un pueblo africano, perdida en el mapa, porque su muerte era inminente.

En un montón de veces, “El señor K” se perdió en el continente africano, por ejemplo, y en su agencia periodística lo daban por muerto, pues transcurrieron semanas sin tener conocimiento de su paradero.

Jon Lee Anderson, en cambio, desde el hotel de cinco estrellas, desde la casa residencial, estaba a salvo de la malaria y de perderse en algún camino del infierno…

MIÉRCOLES

El vértigo del diarismo

“El señor K” era nombrado corresponsal por su agencia periodística polaca en un continente del mundo y de ahí se movía a todos los países del hemisferio para cubrir los hechos relevantes que construyeran la historia del presente y del futuro.

Anderson, en cambio, ha estado exento de la premura del diarismo y durante semanas, meses, sólo cumplía a plenitud el trabajo encargado, un reportaje, una crónica, una investigación, sin distraerse en las noticias del día, salvo excepciones.

“El señor K” vivía el diarismo con la locura de un reportero novato, en tanto Anderson tenía de aliado el tiempo, los hechos y las circunstancias.

Incluso, cuando escribió el libro reportaje sobre la vida de Ernesto “El ché” Guevara solicitó un permiso a su medio para vivir en Cuba y dedicarse sólo a la investigación reporteril.

“El señor K” nunca pudo darse tal privilegio y el hecho de haber publicado 50 libros en Polonia (sólo unos doce traducidos al español) habla de su férrea voluntad para desarrollar su destino como reportero, y al mismo tiempo, como escritor.

Y más si se considera lo siguiente: “El señor K” era hijo de padres pobres que vivían al día y, por tanto, Kapuscinski fue hijo de la cultura del esfuerzo cotidiano.

Anderson, en cambio, hijo de un diplomático, pasó la infancia, la adolescencia y la juventud en un montón de países del mundo, siempre al lado de sus padres, a quienes por la investidura cambiaban de un país a otro.

Y no obstante, “El señor K” hablaba ocho idiomas, mientras Anderson habla cinco.

JUEVES

Talleres de crónicas y reportajes

“El señor K” fue un reportero generoso y Anderson también lo es.

Por ejemplo, los dos impartieron clases en la Fundación para el Nuevo Periodismo en Iberoamérica (FPNP) fundada por Gabriel García Márquez, a quien don Julio Scherer García llama el mejor periodista del mundo.

Cada año llegaban a Colombia para impartir su curso sobre crónica y reportaje a los jóvenes reporteros inscritos en los cursos de García Márquez y formar a las nuevas generaciones de cronistas.

Incluso, el resumen de sus cursos puede encontrarse en la página web de la Fundación que cualquier reportero del mundo puede aprovechar, pues participar en los cursos significa una odisea titánica que pocos logran.

Es más, el Fondo de Cultura Económica y la FPNP publicaron uno, dos, tres libros de “El señor K” sobre sus cursos en Colombia y que también impartiera en la ciudad de México.

VIERNES

Sus libros… libros de texto

Durante muchos años, en la Facultad de Comunicación de la Universidad Veracruzana circularon copias de los reportajes y las crónicas de Kapuscinsky y Jon Lee Anderson en cada curso semestral.

Los alumnos leían en clase los textos y luego elaboraban una radiografía literaria del contenido para tener modelos de referencia en que basarse en el desarrollo de un trabajo.

Así, en aquellas generaciones se fue multiplicando la admiración y el respeto por los dos mejores reporteros del mundo.

Alguno que otro alumno llegaba a la biblioteca de la USBI y solicitaba en préstamo algún libro de Kapuscinsky, sacaba copia y lo devolvía, pero se quedaba con el texto completo, a tal grado que se convertía en el libro de cabecera de muchos estudiantes.

De “El señor K” resaltaban la gran capacidad artística para contar de una forma maravillosa las cosas sencillas y de Jon Lee Anderson la apabullante capacidad para documentar con hechos, datos y circunstancias los textos publicados.

Y bajo tal lógica solían escribir crónicas reproduciendo el modelo narrativo de uno y de otro para que a partir de ahí cada quien saliera en búsqueda de su estilo personal de contar la historia de cada día.

Gracias a Kapuscinsky y Anderson, todos fuimos (somos aún) felices…

POSDATA: Más información en el blog.expediente.mx

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