jueves, 1 de noviembre de 2012

LOS FIELES DIFUNTOS

Obispo Juan Navarro Castellanos…

La conmemoración de los fieles difuntos que la Iglesia Católica celebra el 2 de noviembre tiene como principal finalidad orar por aquellos fieles que han muerto y que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.

La práctica de orar por los difuntos es muy antigua. El libro 2° de Macabeos en el Antiguo Testamento dice: "Mandó Judas Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12, 43);

San Agustín invitaba a orar por los difuntos, con estas palabras: "Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios."

A nivel popular existen diversas tradiciones que expresan valores humanos y espirituales y que tienen de fondo la convicción de que existe otra vida después de la muerte.

La tradición de asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya dejaron este mundo está acompañada de un profundo sentimiento de devoción, donde se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida, sin dolencias ni sufrimientos.

La tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos. Cuando una persona muere, ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras y nuestras plegarias para que el difunto alcance la salvación.

Con la oración y las buenas obras se puede ayudar a los seres queridos ya muertos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios. Sin lugar a dudas, el mejor sufragio o la mejor manera de oración es ofrecer la Misa por los difuntos.

Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Por esta razón, la Iglesia ha instituido el día 2 de noviembre, para orar por aquellos que han dejado la tierra y aún no han podido llegar al cielo.

Nuestra oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en favor nuestro. Los que ya están en el cielo interceden por los que estamos en la tierra para que tengamos la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.

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