Federico Arreola
@FedericoArreola
Mario Di Costanzo fue el encargado del área de economía en el gobierno legítimo encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Ahora don Mario se dice traicionado por AMLO y acusa a la izquierda de no cuidar a sus cuadros. Por lo tanto, afirma, si se le invita a trabajar en la administración de Enrique Peña Nieto, aceptará. Según Joaquín López-Dóriga, Di Costanzo ya ha hablado con Luis Videgaray, “al que conoció en la Comisión de Hacienda de San Lázaro”. Eso significa, en mi opinión, que Videgaray ya le ha garantizado un cargo al ex pejista.
¿Traicionó López Obrador a Di Costanzo? No lo sé. Solo puedo decir que la ofensa la califica como tal el que la recibe. Y si Di Costanzo se siente ofendido por Andrés Manuel, por algo será. No me voy a meter más en este tema que solo ellos dos pueden arreglar.
¿Es criticable que Di Costanzo, que tuvo una posición de primer orden en el equipo de López Obrador, se vaya ahora al gobierno de Peña Nieto? No lo creo. La libertad da para eso y para más. A nadie le molesta que la izquierda mexicana esté llena de ex priistas (Bartlett, Muñoz Ledo, Durazo, Monreal, Ebrard, Camacho, Cárdenas), así que, de la misma manera, a nadie le debería molestar que al PRI se vayan algunos izquierdistas.
No sé qué va a hacer Gerardo Fernández Noroña, al que López Obrador también trató mal. No lo veo tragando mierda antes de aceptar participar en MORENA. Pero, si lo hiciera, no sería criticable, si no por otra cosa, porque todos los políticos son expertos en comer caca, pedir más y agradecer que se les alimente con eso. Lo hizo Martí Batres, al que Andrés Manuel en su momento ofendió. ¿Cómo ocurrió? Cuando AMLO autorizó a Ebrard a ensañarse con el despido de Martí. Pero a Batres no le molestó. Consciente de que la política, al menos en México, es así, aguantó disciplinadamente la humillación y su sacrificio, un año después, fue premiado con la presidencia nacional de MORENA.
A mí Andrés Manuel López Obrador nunca me trató mal, todo lo contrario. Solo tengo, respecto de Andrés Manuel, sentimientos de aprecio, admiración y agradecimiento. Algunos de los mejores momentos de mi vida los debo al movimiento de López Obrador. Pero decidí ya no seguir en el mismo cuando llegaron personas que no me simpatizan. Ahora soy, de nuevo, solo periodista, ya no más periodista militante. Y ahora trato de ser objetivo o, al menos, imparcial.
Para no hablar de objetividad, que es un asunto filosófico muy complicado, explicaré qué es la imparcialidad con un ejemplo tomado del futbol. Si soy aficionado a este deporte y veo un partido de primer nivel en el que se enfrentan dos grandes equipos que no me apasionan en lo más mínimo, como el Barcelona y el Chelsea (el único equipo que verdaderamente me interesa es el Monterrey y este pocas veces, o nunca, participa en las grandes competencias mundiales con posibilidades de triunfo), entonces tengo el privilegio de disfrutar de una competencia futbolística en la que me da igual qué equipo gane o qué equipo pierda, lo que me permite apreciar el juego sin sentirme frustrado por ningún resultado.
La próxima semana empezará a gobernar Enrique Peña Nieto. Le deseo mucha suerte. Cuenta con grandes jugadores en su equipo, como Luis Videgaray, un hombre al que casi no conozco pero al que admiro por inteligente, y Jesús Murillo Karam, que es un político experimentado, capaz, atrevido. Ignoro si Peña Nieto dará oportunidad de tener una función más relevante de la que ya se le ha asignado a un crack de los juegos del poder al que también admiro, Manlio Fabio Beltrones. Espero que sí, que sin complejos el nuevo presidente acepte a su lado a los mejores priistas, aunque no confíe plenamente en ellos.
Ahora bien, el mismo día en que Peña Nieto asumirá su cargo de presidente de México, el líder social más relevante que hay en nuestro país, el admirable Andrés Manuel López Obrador, organizará una protesta en varias ciudades mexicanas. De todo corazón deseo que la protesta de AMLO sea enorme, impresionante. Le deseo a mi amigo Andrés Manuel mucha suerte. Y espero que hagan muy bien su trabajo de estar en contra del nuevo gobierno los señores Martí Batres, Ricardo Monreal y todos los otros de MORENA.
¿Se puede desear suerte al mismo tiempo al gobierno que inicia y a la oposición que tratará de estorbarle? Se puede y se debe. México necesita un muy buen gobierno, y espero que el de Peña Nieto lo sea. Tiene con qué serlo. Pero México necesita también de una oposición fuerte y muy leal como la de Andrés Manuel.
¿Por qué no hablo de la oposición “responsable” y “civilizada” que se supone es el PRD chucho? Porque los chuchos son una vacilada. Porque no son leales. Porque, por ejemplo, sobran en el PRI políticos que los apoyaron para combatir a AMLO hace unos pocos años, y a los que los chuchos pagaron buscando alianzas con el PAN.
Peña Nieto y Videgaray saben a qué atenerse con Andrés Manuel y Martí Batres: estos van a estar en contra y no van a cambiar de parecer. Con los chuchos del PRD nada es seguro: apoyarán a Peña Nieto si les conviene, al PAN si les garantiza mejores resultados y hasta se irán de nuevo con AMLO si los cálculos electorales lo determinan.
En fin, deseo que a Peña Nieto le vaya bien, acompañado de sus colaboradores de siempre y de nuevos fichajes como el de Mario Di Costanzo. Y deseo igualmente que Andrés Manuel tenga éxito.
Si el juego es limpio, como será, por duras que sean las acciones en la cancha, México ganará porque sus habitantes verán un muy buen espectáculo en el que unos y otros sabrán controlarse más allá de los desacreditados espacios de negociación política que se supone ofrecen las cámaras de Diputados y Senadores, a las que mucha gente simple y sencillamente no toma en serio porque no llegan a ser contrapesos reales del ejecutivo, ¡no pueden serlo porque en los hechos están al servicio de Los Pinos!
Fuente: www.sdpnoticias.com
@FedericoArreola
Mario Di Costanzo fue el encargado del área de economía en el gobierno legítimo encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Ahora don Mario se dice traicionado por AMLO y acusa a la izquierda de no cuidar a sus cuadros. Por lo tanto, afirma, si se le invita a trabajar en la administración de Enrique Peña Nieto, aceptará. Según Joaquín López-Dóriga, Di Costanzo ya ha hablado con Luis Videgaray, “al que conoció en la Comisión de Hacienda de San Lázaro”. Eso significa, en mi opinión, que Videgaray ya le ha garantizado un cargo al ex pejista.
¿Traicionó López Obrador a Di Costanzo? No lo sé. Solo puedo decir que la ofensa la califica como tal el que la recibe. Y si Di Costanzo se siente ofendido por Andrés Manuel, por algo será. No me voy a meter más en este tema que solo ellos dos pueden arreglar.
¿Es criticable que Di Costanzo, que tuvo una posición de primer orden en el equipo de López Obrador, se vaya ahora al gobierno de Peña Nieto? No lo creo. La libertad da para eso y para más. A nadie le molesta que la izquierda mexicana esté llena de ex priistas (Bartlett, Muñoz Ledo, Durazo, Monreal, Ebrard, Camacho, Cárdenas), así que, de la misma manera, a nadie le debería molestar que al PRI se vayan algunos izquierdistas.
No sé qué va a hacer Gerardo Fernández Noroña, al que López Obrador también trató mal. No lo veo tragando mierda antes de aceptar participar en MORENA. Pero, si lo hiciera, no sería criticable, si no por otra cosa, porque todos los políticos son expertos en comer caca, pedir más y agradecer que se les alimente con eso. Lo hizo Martí Batres, al que Andrés Manuel en su momento ofendió. ¿Cómo ocurrió? Cuando AMLO autorizó a Ebrard a ensañarse con el despido de Martí. Pero a Batres no le molestó. Consciente de que la política, al menos en México, es así, aguantó disciplinadamente la humillación y su sacrificio, un año después, fue premiado con la presidencia nacional de MORENA.
A mí Andrés Manuel López Obrador nunca me trató mal, todo lo contrario. Solo tengo, respecto de Andrés Manuel, sentimientos de aprecio, admiración y agradecimiento. Algunos de los mejores momentos de mi vida los debo al movimiento de López Obrador. Pero decidí ya no seguir en el mismo cuando llegaron personas que no me simpatizan. Ahora soy, de nuevo, solo periodista, ya no más periodista militante. Y ahora trato de ser objetivo o, al menos, imparcial.
Para no hablar de objetividad, que es un asunto filosófico muy complicado, explicaré qué es la imparcialidad con un ejemplo tomado del futbol. Si soy aficionado a este deporte y veo un partido de primer nivel en el que se enfrentan dos grandes equipos que no me apasionan en lo más mínimo, como el Barcelona y el Chelsea (el único equipo que verdaderamente me interesa es el Monterrey y este pocas veces, o nunca, participa en las grandes competencias mundiales con posibilidades de triunfo), entonces tengo el privilegio de disfrutar de una competencia futbolística en la que me da igual qué equipo gane o qué equipo pierda, lo que me permite apreciar el juego sin sentirme frustrado por ningún resultado.
La próxima semana empezará a gobernar Enrique Peña Nieto. Le deseo mucha suerte. Cuenta con grandes jugadores en su equipo, como Luis Videgaray, un hombre al que casi no conozco pero al que admiro por inteligente, y Jesús Murillo Karam, que es un político experimentado, capaz, atrevido. Ignoro si Peña Nieto dará oportunidad de tener una función más relevante de la que ya se le ha asignado a un crack de los juegos del poder al que también admiro, Manlio Fabio Beltrones. Espero que sí, que sin complejos el nuevo presidente acepte a su lado a los mejores priistas, aunque no confíe plenamente en ellos.
Ahora bien, el mismo día en que Peña Nieto asumirá su cargo de presidente de México, el líder social más relevante que hay en nuestro país, el admirable Andrés Manuel López Obrador, organizará una protesta en varias ciudades mexicanas. De todo corazón deseo que la protesta de AMLO sea enorme, impresionante. Le deseo a mi amigo Andrés Manuel mucha suerte. Y espero que hagan muy bien su trabajo de estar en contra del nuevo gobierno los señores Martí Batres, Ricardo Monreal y todos los otros de MORENA.
¿Se puede desear suerte al mismo tiempo al gobierno que inicia y a la oposición que tratará de estorbarle? Se puede y se debe. México necesita un muy buen gobierno, y espero que el de Peña Nieto lo sea. Tiene con qué serlo. Pero México necesita también de una oposición fuerte y muy leal como la de Andrés Manuel.
¿Por qué no hablo de la oposición “responsable” y “civilizada” que se supone es el PRD chucho? Porque los chuchos son una vacilada. Porque no son leales. Porque, por ejemplo, sobran en el PRI políticos que los apoyaron para combatir a AMLO hace unos pocos años, y a los que los chuchos pagaron buscando alianzas con el PAN.
Peña Nieto y Videgaray saben a qué atenerse con Andrés Manuel y Martí Batres: estos van a estar en contra y no van a cambiar de parecer. Con los chuchos del PRD nada es seguro: apoyarán a Peña Nieto si les conviene, al PAN si les garantiza mejores resultados y hasta se irán de nuevo con AMLO si los cálculos electorales lo determinan.
En fin, deseo que a Peña Nieto le vaya bien, acompañado de sus colaboradores de siempre y de nuevos fichajes como el de Mario Di Costanzo. Y deseo igualmente que Andrés Manuel tenga éxito.
Si el juego es limpio, como será, por duras que sean las acciones en la cancha, México ganará porque sus habitantes verán un muy buen espectáculo en el que unos y otros sabrán controlarse más allá de los desacreditados espacios de negociación política que se supone ofrecen las cámaras de Diputados y Senadores, a las que mucha gente simple y sencillamente no toma en serio porque no llegan a ser contrapesos reales del ejecutivo, ¡no pueden serlo porque en los hechos están al servicio de Los Pinos!
Fuente: www.sdpnoticias.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario