martes, 1 de enero de 2013

LA BALANZA…

Por: lechuza torres
Muchas personas hacen un recuento final cuando concluye un año…Yo al menos, no lo hago precisamente cada 31 de diciembre, sino cada 09 de enero. Sí, es mi cumpleaños. El próximo marcará 41 inviernos. Y cada año que pasa, me siento y aspiro profundo la vida que llega. Y me busco en los ayeres, y me recuerdo…y me reencuentro: Ahí estoy cuando cumplí quince años, con una horrible falda color rosa púrpura y una blusa de encaje, asistiendo al teatro con mis padres por primera vez. Creo que la obra fue “El Violinista en el Tejado”.
Aspiro nuevamente, y el recuerdo llega con el llanto de un recién nacido, ya tengo 21 años y soy madre de un precioso mocoso que no pesa ni tres kilos. Sonrío, y me veo abrazándolo en mi clase de Teoría Constitucional, y de repente, cambia el aula, el profesor, la clase y el niño. Ahora es blanco, de ojos claros y pelo cobrizo.
Ya tengo 25 años y dos hijos. Los recuerdos vuelan, y me veo horneando un pastel de chocolate para el pequeño de cinco años, en lo que el recién nacido duerme. El tiempo pasa, y me descubro a mis 29 años terminando mi licenciatura, sin saber el rumbo. Llegan los 30´s y aún no maduro. Aún creo que las personas pueden ser como yo quiero. Aún no entiendo que debo aceptar a cada quien con sus ideas, y retomar de cada quien con lo que yo comulgo. Me voy de casa con mis dos críos. Creo encontrar la vida en mi desarrollo profesional.
Encuentro amigos. Y me doy cuenta que no debo vivir para forjarle un futuro, sino un pasado a mis hijos. Entonces maduro. Y me regreso a casa, a leer con ellos. A jugar con un perro. A preparar una fiesta. A mirarlos correr en la calle. A sonreír mientras duermen. A curar una rodilla rota. A criar un conejo bandido que se comió los cables del estéreo. Ya acumulo 37 años, dos hijos, un esposo y un perro. Se abre un túnel. Y por el me muevo. Me alejo de casa, me pierdo. Amanezco en Tuxpan, con mis dos hijos, y mi esposo muy lejos.
Emprendo nuevos proyectos. Conozco amigos y sueños. Despierto. Tengo cáncer. No me muero. Aún la vida la quiero. Regreso a Llano En medio. Mi hogar me recibe. Horneó pan, guiso chorizo y queso. Abro los ojos, y hoy me despierto: satisfecha de mi vida, y orgullosa de mi hogar y en lo que creo.

Espero con sinceridad que el balance que hagan sea tan satisfactorio como el mío.

Con mis mejores deseos para un año venidero pleno de amor y de equidad:

Un abrazo solidario: Ime.

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