domingo, 24 de febrero de 2013

RENUNCIA DEL PAPA, UNIDOS EN ORACIÓN CON LA IGLESIA

Hace unos días el Papa Benedicto XVI comunicó su decisión de dejar el Pontificado, a partir del 28 de este mes. Señaló que, por su edad avanzada, ya no tiene fuerzas suficientes para ejercer adecuadamente el ministerio. 

Por esta razón, –señalo el Papa- con plena conciencia y libertad renuncio al ministerio de Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, que me fue confiado el 19 de abril de 2005. Y precisó que, “desde el 28 de febrero la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”. 

Como es natural, hubo reacciones de todo tipo ante esta decisión que tomó el Papa. Al interior de la Iglesia la noticia fue recibida con sorpresa, ya que la última renuncia de un Pontífice sucedió hace más de seiscientos años. Sin embargo la reacción, en general, fue de gratitud y reconocimiento a su destacada labor en favor de la Iglesia y de la humanidad. 

El Santo Padre, con plena libertad y certeza, consciente de sus limitaciones y de consecuencias que podrían surgir más adelante, da a conocer su decisión con serenidad y paz interior, con gratitud hacia todos sus colaboradores y solicitando perdón por sus defectos. No huye ante la gran responsabilidad que significa el Pontificado. Su renuncia aparece a los ojos de los creyentes, como una expresión profunda de fe y de grande amor a la Iglesia y a la humanidad. 

La renuncia del Papa es una invitación a vivir con sencillez y humildad la etapa final de la vida. Con su ejemplo nos dice que también se sirve a la iglesia y a la sociedad, viviendo unidos a la cruz de Cristo en la oración y el sufrimiento. Muchos enfermos y ancianos encontrarán luz y motivación para darle un sentido positivo a su propia vida y al dolor, inspirados e iluminados por la fe. 

El Santo Padre nos invita, con su actitud, a tomar las grandes decisiones de la vida desde la fe, buscando la voluntad de Dios, a través de la oración y el discernimiento, para que con plena conciencia delante de Dios, sepamos asumir con realismo y sabiduría nuestras limitaciones y el momento que vivamos, sin aferrarnos al poder, ya que finalmente nadie es indispensable. 

En sus casi ocho años de pontificado Benedicto XVI se ha manifestado como un Papa sabio, estudioso y buen escritor. Lo hemos visto entregado a la Humanidad y a la Iglesia; un Papa que dio más de lo que humanamente de él se podía esperar, ya que inició su Pontificado a los 78 años. 

Invito a todo el pueblo católico a unirnos en oración con la Iglesia universal, para que el Papa lleve a buen fin su Pontificado, que termina el 28 de febrero. Al llegar el periodo de Sede Vacante intensificaremos la oración, ya que en este tiempo especial la Iglesia ha de unirse con los Cardenales electores, pidiendo a Dios un nuevo Papa, como don de su bondad y su providencia. 

Obispo Juan Navarro Castellanos…

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