Por Marco Antonio Medina Pérez
Este 75 aniversario de la Expropiación Petrolera tiene un significado mayor para todos los mexicanos. Se quiere poner nuevamente a discusión la privatización de los recursos energéticos de la Nación, ahora bajo el subterfugio de la modernización. Se dice que no se privatizará PEMEX, que no se venderán sus activos. Pero es una verdad que no se puede ocultar que desde hace 3 décadas se ha estado imponiendo una privatización encubierta, no de PEMEX, sino de su materia de trabajo.
Así como no es necesario privatizar a la Secretaría de Educación Pública para que avance la privatización de la educación en México; así como no se precisa privatizar al Instituto Mexicano del Seguro Social para que cada vez más la salud en México esté en manos de particulares, como un negocio, no como una atención social; así tampoco privatizarán PEMEX, pero la renta petrolera, sus ganancias, sí serán privatizadas cada vez más.
Y decimos que cada vez más porque hoy mismo ya se da la privatización de la renta petrolera por dos vías. Por un lado, cerca del 40% de las actividades de exploración, petroquímica secundaria y transportación, y la llevan a cabo empresas privadas y extranjeras, de forma inconstitucional, dado que todas ellas son materia exclusiva de PEMEX. La propia explotación del crudo se está ofreciendo como res en canal, a través de los contratos de riesgo.
Por otro lado, hay otro mecanismo de privatización, más sutil, pero más efectivo. Para evitar cobrar impuestos a las grandes empresas nacionales y extranjeras, el gobierno federal aplica un cobro excesivo de impuestos a PEMEX.
En 2012, las utilidades que PEMEX obtuvo fueron por 907 mil millones de pesos antes de impuestos, después de impuestos sólo obtuvo 5 mil millones de pesos. Es decir, el gobierno le aplicó una tasa inimaginable para cualquier otra empresa. Mientras que Televisa paga menos del 2 por ciento de sus ingresos en impuestos, PEMEX debe pagar el 55%, o, dicho de otra manera, el 95% de sus utilidades.
Con esta carga fiscal ninguna empresa podría sobrevivir. Pero se castiga a PEMEX para no obligar a las grandes empresas a pagar lo que debieran estar pagando al fisco. Por ello esta es una forma de privatización de las ganancias de PEMEX.
La propuesta de Enrique Peña Nieto de no vender PEMEX ni de tocar la Constitución para llevar a cabo la reforma energética que por años ha sido el sueño de los gobiernos neoliberales, tanto del PRI como del PAN, encubre un gran engaño. La privatización ya existe, pero se quiere profundizar en ella para que sin tapujos las ganancias que ahora se obtienen a través de PEMEX y se aplican al gasto público, vayan a las arcas de las grandes empresas nacionales y extranjeras, las únicas que serán beneficiadas. En todo este tiempo, desde la firma del Tratado de Libre Comercio pasando por las distintas privatizaciones (ferrocarriles, siderúrgica, telefónica, televisora, bancos, abasto popular, etc) en que se ha prometido empleo y mejores ingresos a través de las mal llamadas reformas estructurales, lo que menos hemos tenido los mexicanos es empleo y mejores ingresos. Lo que sí hemos visto crecer es la lista de los grandes multimillonarios mexicanos y las ganancias de los inversionistas españoles, norteamericanos, canadienses y de otras nacionalidades, quienes se han beneficiado de la explotación de los inmensos recursos naturales de la Nación. Por ello, en toda la República, aun cuando todavía no se manifiesta ampliamente, poco a poco crece la indignación por la entrega de los recursos nacionales a pocas manos y seguramente habrá una oposición muy fuerte a la privatización de los recursos energéticos del país.
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