México ya ocupa el primer lugar en obesidad en el mundo y el problema se agrava al ser un país con un considerable incremento poblacional.
El reporte de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que nuestro país es líder en población obesa superando por primera vez a los Estados Unidos, padeciendo este problema el 32.8% de nuestra población.
Resulta paradójico que México sea el país con mayor porcentaje de obesidad en el mundo y, por otro lado, se esté implementando un programa nacional para combatir el hambre, al haber poco más de 7.4 millones de mexicanos en pobreza extrema que sufren carencias alimentarias. Sin embargo, esta paradoja tiene algo en común: la malnutrición.
En México la obesidad es un problema de salud pública, que afecta a nuestra sociedad y al gobierno mismo. El sistema nacional de salud tiene el reto de transformarse a fondo, más aún, ante el aumento impresionante de enfermos de diabetes y otros padecimientos adyacentes a la obesidad que amenzan con colapsarlo, porque ningún recurso alcanzará para atender los padecimientos simultáneos de millones de mexicanos.
Se calcula que para el año 2017 los problemas de obesidad costarán a México entre 70,000 y 101,000 millones de pesos, y traerá un considerable aumento de fallecimientos, lo cual provocará otro tipo de dificultades en el seno familiar.
Los expertos en el tema consideran que la alarmante alza en el número de obesos en el país es resultado de una transición epidemiológica que inició hace 30 años por varios factores, como:
§ Cambio en el hábito alimenticio con una mayor ingesta de alimentos con alta concentración calórica;
§ Fácil acceso a bebidas y comida "chatarra", acompañada de una agresiva publicidad para su consumo;
§ Disminución considerable de la actividad física;
§ Reducción de actividades en espacios públicos, atribuido a la inseguridad para desarrollarlas; y
§ Una vida laboral más agitada y el aumento del consumo de "comida rápida" con inadecuado valor nutricional.
Por eso es necesario que todos nos involucremos en el combate a la obesidad que afecta a familiares y al país, coadyuvando a su ataque desde otro frente: mejorando nuestros hábitos alimenticios, atendiendo acciones médicas preventivas y alentando en el seno familiar actividades menos sedentarias.
Un aspecto fundamental en esta cruzada será la consolidación del andamiaje legislativo y de políticas públicas, siendo tema obligado revisar la producción y consumo de alimentos "chatarra", así como las medidas gubernamentales tendientes a incrementar la actividad deportiva y de esparcimiento público, con espacios públicos propicios y seguros.
No podemos esperar más tiempo, es innegable que el problema de la obesidad tiende a agravarse, así lo confirman estudios recientes sobre la existencia de una afectación genética que provoca una predisposición del cuerpo a la obesidad y su consecuente afectación a la salud de los mexicanos.
La importancia del tema es tal, que el presidente Enrique Peña Nieto ha mostrado su preocupación ante el problema de la obesidad en México y expresado su firme determinación para atender y mitigar esta situación que afecta a todos por igual, sin importar el nivel socioeconómico. Asimismo, en el Senado de la República se ha venido trabajando en un marco jurídico tendiente a facilitar el impulso de acciones que mejoren la calidad de vida de nuestra población.
Si bien, mi preocupación es como servidor público, también lo es como padre de familia, porque considero injusto que heredemos a nuestros hijos este problema.
Por eso, desde este espacio, hago un respetuoso exhorto a que retomemos o aprendamos hábitos que fomenten en nuestros hijos una vida más sana. Nosotros, como sociedad, jugamos un papel fundamental para solucionar el problema de obesidad que aqueja a México.
www.facebook.com/HectorYunes
hector.yunes@senado.gob.mx
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