jueves, 12 de septiembre de 2013

ESCENARIOS

•De Goebbels para el mundo

•Un insaciable del poder 

•Perverso manejo de medios

Luis Velázquez

11 de septiembre de 2013 

I

Paul Joseph Goebbels, el súper ministro de Información y Propaganda de Adolf Hitler, gozaba de tanta influencia del führer que cuando el dictador se iba a la guerra, Goebbels se quedaba al frente del gobierno alemán.

Entre algunas de sus estrategias políticas y de comunicación social para construir y reconstruir la imagen de Hitler estaban las siguientes.

Una: él decidía las notas informativas y boletines que la prensa escrita debía publicar cada día, incluso, hasta el orden jerárquico en portada.

Dos: él mismo bloqueaba las notas del día que hablaban del resto del gabinete que por alguna razón le parecían improcedentes.

Incluso, su fuerza se manifestaba así: él mismo decidía el juego a un ministro y el ministro congelado en los medios.

Tres: tenía prohibido a los columnistas publicar textos críticos sin previa consulta.

Cuatro: mantenía el absoluto control de las agencias periodísticas de y en Alemania, de tal grado que debían consultarle el tema a tratar.

Cinco. Prohibía el servicio de las agencias noticiosas a los ministros del gobierno hitleriano y hasta creó una agencia especial para informar al gabinete de lo que él consideraba.

Seis: logró facultades metaconstitucionales de Hitler y así controló la prensa, pero además, la edición de libros, las librerías y las obras teatrales. 

Es más, en el delirio de la locura una noche, acompañado de soldados y empleados de la oficina de Información y Propaganda, asaltaron las librerías e incendiaron todos los libros incómodos e indeseables, pues obstruían, afirmaba, la construcción de la imagen pública de Adolf Hitler.

II

Siete: con el presupuesto alemán, compró periódicos tanto en Alemania como en el extranjero para multiplicar el control político de la información. 

Ocho: de igual manera también compró agencias de noticias y ni se diga, estaciones de radio tanto en Alemania como en el exterior, sobre todo, en los países en conflicto, Francia, Gran Bretaña, Italia, España y Rusia.

Nueve: también compró las empresas productoras de filmes cinematográficos y, por añadidura, las salas de cine más importantes de Alemania y de cada país.

Diez: en la locura frenética para servir a Hitler financió revistas pornográficas con varios objetivos: a) Exhibir las pasiones sexuales de los ministros incómodos e indeseables del gabinete. 

b) Ridiculizar a los presidentes de los países en conflicto. 

c) Ridiculizar a los judíos con historias sexuales. 

Su perversidad y megalomanía llegaba a lo siguiente: impuso como director de la revista pornográfica a un reportero “desacreditado, repulsivo y criminal” como Julis Streicher. A la revista puso el nombre de “El asaltante”.

III

Once: en un castillo de su propiedad organizaba fiestas para los magnates y trabajadores de la información con edecanes y modelos que, de entrada, solo vestían ropa interior… porque así lo ordenaba. 

También, claro, ofrecía aquelarres a los ministros del gabinete hitleriano…, que fueran de su equipo, y a quienes ofrecía servicios sexuales… para tenerlos amarrados.

Doce: tenía una poderosa red de informantes… que espiaban a los medios, pero también a los políticos, incluso, en sus vidas privadas, íntimas, clandestinas y sexuales. 

Con tal información elaboraba un expediente, gráfico, incluso, y se lo entregaba a Hitler para así desafanarse de algún ministro, político, magnate periodístico.

Trece: con frecuencia se decía a sí mismo: “Dicen que soy demasiado blando” y, en automático, se endurecía más.

Catorce: su esposa tuvo un romance con Hitler. Goebbels lo sabía. Y se hacía tonto, con el único objetivo de volverse más poderoso. Con frecuencia, Hitler llegaba a la residencia de Goebbels y se encerrada con la esposa, con el pretexto de que le leía. Y Goebbels lo tolerada. Todo, en nombre del poder político, una droga que cuando se prueba el ser humano se vuelve adicto incurable.

IV

A partir de lo anterior bastaría referir la leyenda bíblica que solía aparecer en el siglo pasado como epígrafe en las películas:

“Toda semejanza con la vida real… es pura coincidencia”.

POSDATA: Crónicas picosas, reportajes picosos y columnas picosas en el blog.expediente.mx como en ningún otro medio de Veracruz.

No hay comentarios: