domingo, 1 de septiembre de 2013

PULSO CRÍTICO...


J. Enrique Olivera Arce

¿Ahí viene el lobo? No, ya está aquí

No hay peor consejero que un estómago vacío. En las condiciones de deterioro económico, distensión del tejido social y un régimen político decadente y superado por la realidad, el horizonte acusa nubarrones que podrían devenir en tormenta. 

Atendiéndose más a ilusorias panaceas, que a poner freno a la descomposición que permea en todos los órdenes de la vida nacional, el Congreso de la Unión, como en los viejos tiempos hoy reciclados del presidencialismo autoritario, legisla al vapor por mayoriteo y por consigna; sirviéndole la mesa al titular del ejecutivo que, obcecado, avanza en la imposición de reformas antipopulares y cada vez más alejadas de soluciones concretas a escollos estructurales de fondo. 

No obstante estar demostrado que el blindaje ofrecido por una supuesta fortaleza macroeconómica no es tal, se borda en lo accesorio, ignorándose lo sustantivo: dar viabilidad hoy al país para afrontar la crisis sistémica globalizada. 

Antes al contrario, se persiste en sostener con maltrechos andamiajes un modelo de desarrollo que socavando el orden microeconómico, ni ofrece rumbo cierto lo mismo en la coyuntura que en el largo plazo, ni expectativas de progreso para las mayorías. 

Modelo que en el marco de la simulación y corrupción crónica, exhibe improvisación, vulnerabilidad e imprevisión. Mostrándose incapaz para afrontar con relativa eficacia el evidente avance del deterioro que con carácter multidimensional, trastoca horizontal y verticalmente la vida económica y social en la totalidad de la aldea global. 

Desde 2008 expertos, analistas y estudiosos del más alto nivel en México, han insistido en advertir del riesgo que para México representaba el derrumbe de la burbuja financiera con repercusiones en la economía mundial, que daba lugar a una crisis sistémica que lo mismo afectaba a los llamados países del primer mundo que a los periféricos, pasando por los llamados emergentes. 

No se les ha escuchado. Para Calderón lo sustantivo era la guerra contra el crimen organizado y, en los ocho meses de la administración de Peña Nieto, la prioridad para este es trascender a la historia como el gran reformador. 

Para el gobierno y clase política en general, las advertencias pasaron desapercibidas. Se minimizó el fenómeno global y se confió en un blindaje más de papel que real, concentrándose en tareas partidistas y electoreras. 

En Veracruz, quien esto escribe, haciéndose eco de tales advertencias, en solitario así lo expresó. La entidad no podía ni debería seguir durmiendo el sueño de los justos en torno a una ilusoria bonanza, ignorando ser parte de un todo nacional que ya acusaba los primeros efectos de la crisis; pretendiendo en un increíble desplante de autosuficiencia y triunfalismo mediático convencer de que aquí no pasa nada, sin parar mientes en las consecuencias de no tomar las providencias exigibles. 

El sexenio de Herrera Beltrán concluyó dejando a Veracruz de rodillas. El Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, viene dando continuidad al triunfalismo sin sustento superando a su antecesor y, dando por hecho que gracias a un endeudamiento sin precedentes la prosperidad había sentado sus reales en la entidad. 

El tiempo, lamentablemente da la razón a quienes se les calificara como “agoreros del desastre” No hay forma de eludir los efectos de la crisis ni en el corto plazo modificar el rumbo. Ya están aquí, no se tomaron previsiones y hoy tanto en el ámbito nacional como un todo, así como en Veracruz uno de los eslabones más débiles de la cadena, se pagan las consecuencias. 

Con más del 50 por ciento de la población en condiciones de pobreza, con el 60 por ciento de la economía en la informalidad y con expectativas de empleo en el corto y mediano plazo que, a decir del secretario del trabajo, “se esfuman” con más de 200 mil puestos de trabajo que se perderán en el 2013, México acusa los efectos de la imprevisión y la simulación. 

La economía está estancada y en franco retroceso. La previsión de su crecimiento para el presente año pasó del 3.5 al 1.8 en la visión más optimista al confirmarse la desaceleración por parte de la Secretaría de Hacienda y el INEGI Para los pesimistas apenas alcanzará el 0.5. 

Los efectos del deterioro en Estados Unidos y Europa, se trasladan a México por la vía del comercio y la especulación financiera. Ante una reducción de la demanda real, sus gobiernos privilegian mercado interno, estimulando a sus propios productores y consumidores. Las exportaciones para nuestro país se achican ante la contracción de nuestros tradicionales nichos en el mercado exterior y, la importación de bienes de consumo generalizado se ven incrementadas ante la incapacidad manifiesta de México para asegurar soberanía alimentaria y crecimiento de la planta productiva. 

Como corolario, el poder real de compra del raquítico salario de los mexicanos se mantiene congelado, siendo notablemente insuficiente para incentivar empleo, consumo y producción en el mercado interno. 

En tanto que en el terreno de la especulación financiera, los capitales domésticos e internacionales van tras mejores condiciones de rentabilidad, fugándose de un México que no ofrece seguridad y rumbo cierto. 

El blindaje se concentró en la macroeconomía. Hoy la inflación y las políticas monetarias exhiben su vulnerabilidad en tanto que la microeconomía, ignorada, paga las consecuencias de la imprevisión cebándose en las capas más desprotegidas de la población. 

Para el secretario de hacienda, tras reconocer el desempeño mediocre de la economía, asegura que el crecimiento se reactivará en el segundo semestre del año, requiriéndose de un esfuerzo extraordinario en el gobierno y en la llamada sociedad civil. Para el Sr. peña y sus aduladores, sin decir cuando y como, las reformas presuntamente estructurales nos sacarán del bache. El compartir la renta petrolera con el capital privado, venga de donde venga, es la panacea. 

¡Baya paradoja! En el medio de la mediocridad, menor disponibilidad de la parte proporcional de la renta que PEMEX entrega al gobierno, mayores posibilidades de inversión pública y reactivación de la economía. 

Bien podemos esperar sentados con el estómago vacío, que fructifique la ilusoria prosperidad que el presidente anuncia a bombo y platillo, ofreciendo para mañana lo que hoy no pasa de ser un buen deseo. 

El horno no está para bollos, anuncian cada día mayor número de “agoreros”. El descontento, frustración y hartazgo frente a un régimen político que construye castillos de naipes ignorando la realidad real, al igual que la crisis global ya está tomando cartas de naturalización entre las mayorías. Ya no son síntomas de deterioro y descomposición social, son llagas a flor de piel de un país enfermo que la clase política, en todos sus niveles ignora y se resiste a ver. 

Gobierno federal y los correspondientes de las entidades federativas y el D.F., ya no administran los conflictos, resguardando Estado de derecho, seguridad y paz social; rebasados por una realidad que no controlan, su papel hoy se reduce al de bomberos apagando fuegos que amenazan con incendiar toda la pradera. 

Y así, mientras México se debate entre la desaceleración, amenaza de recesión, devaluación y desempleo galopante, el estómago vacío de millones, actúa como un pésimo consejero incitándole a la rebeldía. En este escenario, el próximo domingo Enrique Peña Nieto rinde su primer informe de gobierno. 

La pregunta obligada es: ¿aprobará ante el Pacto por México su aún gris desempeño? Porque ante las mayorías todo indica que saldrá reprobado.

Hojas que se lleva el viento

¿Estará enterado Alberto Silva Ramos, secretario de desarrollo social en Veracruz que en Xalapa, capital del estado, subsisten mayor número de personas en condiciones de pobreza extrema que en los municipios de La Perla, Calcahualco, Mecayapan, Mecatlán, Filomeno Mata, Mixtla de Altamirano, Zontecomatlán, Ilamatlán y Aquila?

Xalapa, Ver., agosto 28 de 2013.

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