viernes, 10 de enero de 2014

SIN DEMOCRACIA NO HAY VIDA

Uriel Flores Aguayo

Hay muchas interpretaciones sobre la democracia en México y el mundo, para unos ya la tenemos, mientras otros piensan que aún no; nadie en su sano juicio habla de lo contrario, alabando a las dictaduras; es parte del discurso político, como adorno o como costumbre, poco se encuentra mencionada en otros ámbitos, hay cierta lejanía con ella, como si fuera ajena. Todos somos democráticos hasta que tenemos que escuchar a alguien que piensa diferente, hasta que aspiramos a algún cargo de lo que sea, hasta que opinamos en temas difíciles o hasta que tenemos alguna responsabilidad colectiva; entonces aparece el interés personal, lo simulado y la corrupción. Es impresionante que a estas alturas todavía nos cuestionemos al respecto, después de guerras mundiales y revoluciones, de elecciones periódicas y legislaciones determinadas, así como alternancias de todos los signos, de golpes de Estado y de ciertas normalizaciones del mundo electoral relacionado con la democracia; para ubicar los cuestionamientos que se puedan hacer a la democracia a la mexicana es necesario tener la referencia del "Porfiriato", de la revolución de 1910 , del presidencialismo imperial hasta los 90, la alternancia del PAN y el retorno del PRI; recuerden también la famosa entrevista del periodista norteamericano James Creelman a Porfirio Díaz, en la que el dictador expresa que "México ya está preparado para la democracia".

Puedo dar mi opinión sobre el nivel y la calidad de nuestra democracia, es mi derecho y mi deber, pero lo verdaderamente importante es impulsar el mayor debate y las múltiples expresiones ciudadanas al respecto. Nos hace falta un ambiente social participativo y cuestionador que nos de ruta democrática en el sentido más amplio. Que se opine sobre la labor de los gobernantes, sobre la vida pública, sobre los servicios, sobre los presupuestos, que se exija transparencia total, que se hable de educación, de seguridad, en fin, de los asuntos que nos afectan o ayudan y, por lo tanto, nos incluyen. Hay que cuestionarnos si vivimos en democracia, si se respeta el sufragio, si el pueblo manda, si recibimos la información necesaria, si tenemos un proyecto común e integrador, si los que hablan y deciden por nosotros nos representan, en fin, si este sistema cumple con los requisitos básicos de una democracia o no. Ese es el punto, saber lo que tenemos para ubicar lo que nos hace falta.

Pienso que los grupos de poder, incluyendo a la oposición burocrática, se pueden confiar demasiado y empalagar en una sociedad civil débil y el facilismo de ganar elecciones a modo, con predominio del dinero y la manipulación televisiva. Eso es propio de grupos sin visión de Estado, que ponen en peligro la estabilidad social por sus intereses sectarios e inmediatos. No toman en cuenta los cambios sociales con sus flujos informativos y las inquietudes de las nuevas generaciones, que no se puede tapar el sol con un dedo. La libertad alcanzada más otros derechos por la sociedad Mexicana no puede retroceder sin convulsiones, en ella no cabe el autoritarismo; es impensable que los jóvenes se resignen a un futuro marginal y de papel: serán exigentes, se van a movilizar y derribaran las murallas que torpemente les quieran poner.

Es muy difícil concebir a la democracia en un país como México, con 53 millones de pobres, con la brutal desigualdad social que nos oprime, con el predominio de monopolios en todos los ámbitos de la vida nacional y con un muy precario estado de derecho, agravado por la extendida corrupción que ha propiciado el saqueo de los recursos públicos y el control delincuencial de territorios determinados. Hablar de Veracruz es hacerlo de lo mismo que tenemos a nivel nacional, incluso con mayor déficit: dudosa división de poderes, oposición de mentiritas, información restringida, elecciones parciales, etc. En ambos casos hay que decir que se hace un enorme daño a la sociedad en el sentido de no aprovechar su potencial, de fomentar la corrupción, alejar las inversiones y crear un clima de inseguridad. Sin democracia plena se consolidan y aumentan los problemas. Prácticamente todo es disfuncional si no se vive en democracia. No descubrimos el hilo negro, está demostrado en el mundo, hay requisitos básicos para establecer si se tiene o no democracia; basta un simple comparativo para ubicar nuestro nivel y el déficit que tenemos al respecto. Me parece que sigue siendo un ideal vivir en democracia, que llevara tiempo lograrlo pero que vale la pena luchar por ese objetivo; también creo que no solo tiene que ver con elecciones y Gobiernos, sino que incide y hace falta en las familias, las escuelas, los barrios, las iglesias, etc. Si no la tenemos plena, hay que trabajar por ella, hacerlo todos los días, volverla cultura y avance civilizatorio para que forme parte de nuestra vida.

Recadito: Denigrante el espectáculo del saqueo tolerado de los munícipes salientes. ufa.1959@gmail.com

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