sábado, 28 de junio de 2014

POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA

Recordando al amigo: Dr. Marco Wilfredo Salas Martínez

Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo

El pasado 23 de Junio del presente, falleció uno de los más fuertes pilares de la docencia e investigación de la Psicología educativa en nuestro estado, país y –porque no decirlo--, en Latinoamérica: el Dr. Marco Wilfredo Salas Martínez. Hecho que nos consternó, que lo sentimos y que pone de luto no sólo a sus familiares, sino a todos los psicólogos que recibimos de él sus conocimientos como hombre de ciencia , profesional y generoso y sobre todo amigo incondicional, que jamás nos negó nada, incluyendo una siempre bella, expresiva, espontánea y amable sonrisa. 

Y quizás, por su gran sencillez y sin ser un hombre que buscara reflectores para promocionar su nombre y menos, anunciar su alto nivel de conocimiento en el área de la psicología educativa, nadie de los que le conocimos, podremos jamás negar el valor incalculable que tuvo Willy—como así le llamáramos--, como psicólogo, maestro, investigador y como formador o reformador de instituciones del propio sector educativo veracruzano en sus diferentes niveles, al que sirvió durante más de 40 años y que hoy deja un aportación incalculable de libros, artículos, proyectos, capítulos, etc., que dan testimonio de sus investigaciones a favor de los niños especiales, de la alfabetización, de la juventud con problemas de obesidad y adicciones, de los diseños curriculares, del proceso enseñanza-aprendizaje y del propio sistema educativo veracruzano en general , cumpliendo así con creces con la sociedad a la que nos debemos. 

Pero, ¿quién era Willy?

El Dr. Marco Wilfredo Salas Martínez, nació en 1947 en el estado de Coahuila pero desde muy niño llegó a la entidad veracruzana, pues su familia se vino a vivir al sur del estado. Desde muy joven sobresalió por su capacidad y constante superación. Venía de cuna humilde pero sus expectativas siempre fueron superiores. Estudió para maestro de educación primaria en la Normal Veracruzana en la generación 1963-1965, y al egresar trabajó como profesor de primaria rural. Posteriormente ingresó a la licenciatura en Psicología de la Universidad Veracruzana en el año 1968 y al concluirla, se hace cargo de la Dirección de la misma, en virtud de un proceso forzado de transición por el que pasara esta institución en 1972, mismo del que hago referencia: 

A principios de 1972, la Facultad de Psicología Xalapa de la Universidad Veracruzana, enfrentó una huelga que llevó tiempo en resolverla. El motivo: un grupo de estudiantes, que reclamaban procedimientos injustos --por parte de algunos catedráticos --, en las formas de evaluar ciertas materias y trato preferencial hacia algunos alumnos y alumnas. Por otra parte, la versión de los maestros aseguraba, presiones de un grupo de alumnos protegidos por la mesa directiva, que exigían se les aprobara sin demostrar capacidad y buen aprovechamiento. 

Cabe decir, que todo ese grupo de brillantes psicólogos habían conformado toda una Escuela basada en la corriente conductista con alto reconocimiento y ese hecho, había permitido situar a la Facultad de Psicología Xalapa de la UV, como la primera en Latinoamérica por la calidad de sus aportaciones en el estudio del comportamiento humano, tanto en el plano experimental como en la investigación básica y aplicada. Por lo tanto, en aquellos años quienes ingresábamos a sus aulas, realmente sentíamos que era un privilegio que la Universidad Veracruzana fuera pionera en este enfoque y que tuviera a tales expertos en la materia. 

Pero esa sapiencia, en algunos maestros era interpretada como ventaja y sometimiento sobre el alumnado. Y no fue uno sino muchos alumnos, los que tuvieron experiencias desagradables con –pocos--, maestros que sin dudar de su capacidad, tenían baja o nula tolerancia, y no se esforzaban por ofrecer claridad en sus explicaciones; eso afectaba su enseñanza –hecho que les costaba trabajo reconocer--, y desde luego se reflejaba en el bajo aprendizaje y bajo aprovechamiento de algunos alumnos. Lo que también no era justo. 

Luego entonces, los análisis al interior no pudieron excluir --desde luego algún caso--, en que sí pudo comprobarse que un maestro, abusando de su nivel de conocimientos y de sus estatus, minimizara y evaluara en forma injusta a alguien que –por sólo debatirle un tema, pedirle que fuera más claro en sus explicaciones o solicitara revisión de su evaluación--, tuviera como respuesta la reprobación en forma contingente. Lo más lógico hubiera sido dar solución a esos casos particulares, pero lamentablemente--en lugar de llegar a acuerdos--, cada parte se obstinó en conservar su posición. 

Y por esa razón las cosas no avanzaron, la huelga se prolongó durante 2 meses y como una forma de solucionar el problema, la rectoría en sus últimos meses de gestión del Lic. Antonio Campillo Sánchez, finalmente dio la razón a los estudiantes. Luego entonces, al ver los maestros que no se les respetaba en su autoridad, prefirieron emigrar y --en bloque--, se fueron todos a la UNAM. De la noche a la mañana, la Facultad de Psicología –en el momento sólo en Xalapa--, se quedaba sin sus grandes maestros y había que hacer algo. 

Al llegar a la Rectoría el Dr. Rafael Velasco Fernández, maestro fundador de la propia Fac. de Psicología Xalapa, de inmediato tomó la medida que, del grupo de recién egresados de la carrera de psicología surgieran los nuevos maestros. Jóvenes inteligentes y comprometidos con la disciplina y entre los alumnos que concluían sus estudios y que heredaron lo mejor de aquellos psicólogos brillantes, estaban: Marco Wilfredo Salas (epd), Maribel González (epd), Misael Hernández, Rafael Boullé Goyri, Sergio Cortés (epd), entre otros que entraron al relevo, siendo contratados como catedráticos para que –quienes éramos alumnos en el momento--no resintiéramos la ausencia de los maestros exiliados. 

Y en realidad, no se resintió la ausencia. Los egresados ya en su función de catedráticos, cumplieron en mucho con las expectativas de la facultad. Durante esa etapa, el Rector Rafael Velasco Fernández, tomó una acertada decisión: nombrar como Director a Marco Wilfredo Salas, hombre carismático y muy responsable que encaminó los esfuerzos correctamente y Willy—como así le conocimos siempre--, hizo un gran esfuerzo para recuperar el clima académico necesario para sacarla adelante. Posterior a ese compromiso el Dr. Salas, se hizo cargo del recién formado Centro de Educación especial de la UV, cuyo antecedente fue la Clínica de la Conducta, proyecto valiosísimo que hoy nuestra sociedad extraña. El fundador de esta Clínica, fue el propio Dr. Velasco Fernández --personaje valioso que también merece nuestro reconocimiento—. 

Para 1974, Willy, tiene la oportunidad de estudiar la maestría en Psicología en la Western Michigan University, y desde ese momento, se liga en una hermandad especial con el Dr. Víctor Arredondo Álvarez, --docente y quien llegaría a ser rector de la UV, personaje al que--dicho sea con respeto--, no se le ha evaluado de manera justa en función de sus aportaciones profesionales a la educación del estado y del país--, y estudian juntos en esa Universidad, a la que habrían de regresar para 1988, para formarse en el Doctorado. 

Como catedrático de tiempo completo, el Dr. Wilfredo Salas, hizo una gran labor en la Facultad de Psicología y en la UV, pues fue generador de proyectos académicos de gran envergadura. Entre los años 1980 y 1986, fue líder del proyecto y primer Director General de la modalidad abierta en la Universidad Veracruzana, iniciado durante el rectorado del Dr. Roberto Bravo, modalidad que brindó oportunidades de estudio a quiénes--hasta antes de su fundación--, eran marginados de cursar la universidad en nuestro estado. Fue fundador del Centro –hoy Instituto--, de Psicología y Educación de la UV, realizando investigaciones y proyectos para beneficio de las futuras generaciones de Psicólogos educativos. Fue Rector de la Universidad Pedagógica Veracruzana y ex coordinador del Programa de Alfabetización digital de la Secretaria de Educación de Veracruz. 

Antes de fallecer el Dr. Salas contaba con el Perfil PROMEP (Programa de Mejoramiento para profesores de educación superior) y había sido distinguido con el Nivel 1 en el Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT. Era responsable del Cuerpo Académico en Consolidación Psicología y Comportamiento Humano y Coordinador de la Maestría en Investigación en Psicología aplicada a la educación. Su productividad académica y de investigación fue incalculable en artículos de investigación especializada en psicología y educación, de carácter nacional e internacional, libros y capítulos de libros especializados en temas relacionados con la investigación aplicada, además de director de decenas de tesis profesionales de licenciatura y maestría. Fue miembro distinguido de organizaciones profesionales o académicas nacionales e internacionales como: Sistema Mexicano de Análisis de la conducta (SMAC), Sistema Mexicano de Investigación en Psicología (SMIP), Association for Behavior Analysis International (ABAI), Red Nacional de Investigadores en Psicología Educativa (RENAIPE), Red Multiregional de Programas de Posgrados de Calidad en Psicología (RMPPCP), entre otras. 

Pero hay algo que siempre fue superior a todo lo anterior: el Dr. Salas, siempre fue por sobre todo amigo. Lo conocí desde los años en que gustaba de jugar básquetbol de manera ejemplar en las canchas de “la guarnición”--hoy patios del SAT en Xalapa--. Lugar que acostumbraba ir de niña, a ver los torneos donde participaban mis hermanas, quienes también fueron excelentes basquetbolistas. A Willy, le decían “La Gacela”, y fue jugador estrella en los equipos de la Ilustre Normal Veracruzana. Por sus saltos espectaculares y su certeza en el enceste, fue seleccionado para jugar en diferentes torneos locales, y campeonatos nacionales e internacionales, por eso el baloncesto fue el deporte que le apasionó hasta el final de sus días.

Hasta los últimos años de su existencia, el Dr. Salas gustaba de ir a entrenar permanentemente en las canchas de la Unidad magisterial de Xalapa. Ahí lo llegue a ver varias veces cuando iba a visitar a mi hermana Laura vecina de esa colonia y donde él también tenía su domicilio; y lo saludaba siempre con gusto. Hace unos meses, esperaba a mi hermana afuera de su casa y lo vi pasar caminando rumbo a la cancha. Tardé en reconocerlo, pues estaba ya muy delgado y además iba muy abrigado. No lo pude saludar. Sería la última vez que lo vería. 

Pero hoy tengo muy presente su figura y su sapiencia. Siempre amigo, siempre solidario. Lo invité en 2004 y en 2007 a ser asesor externo de mi tesis profesional tanto en la maestría y doctorado respectivamente y aceptó ser miembro del jurado en mi examen profesional de ese último grado en El COLVER. Un gran maestro que nunca decía que no, porque igual alguien le pedía una revisión de un proyecto, un libro, una recomendación, un consejo y siempre estaba dispuesto a ofrecerlo sin condicionamientos. 

Por eso y muchas cosas más, la ausencia del Dr. Marco Wilfredo Salas Martínez, nos deja un hueco muy grande en nuestro corazón. Sus hijos habrán de sentirse orgullosos de la gran valía de su padre y desde luego, la UV habrá de sentirse satisfecha de haber tenido en su seno a un académico de la talla del Dr. Salas, que deja un legado científico importantísimo, para bien del saber disciplinario y de la propia humanidad. Y cuando veamos la utilidad de sus aportaciones psicológicas en bien de la niñez y juventud veracruzana, lo menos que podremos decirle, será: ¡¡Gracias Willy!! , por tu entrega y dedicación. 
Para sus hijos, familiares y amigos un abrazo solidario y el mayor respeto a su dolor.

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