Por Isael Cantú Najera.
Ha terminado el proceso electoral, el próximo miércoles se harán los conteos distrito por distrito y casi voto por voto. La nueva Ley electoral, le puso como condición a todos los partido, que tendrían que obtener mínimo el 3% de la votación para mantener su registro; parece ser que el Partido del Trabajo y el Partido Humanista, por no alcanzar dicho porcentaje: perderán su registro, es decir, el propio electorado está poniendo en su lugar a cada instituto político.
Hasta el conteo del 93% de las catas, según el PREP, se tenía una participación del 47% de los electores que están en la lista nominal. Menos de la mitad de los ciudadanos y ciudadanas acudieron a votar, por lo que el próximo congreso federal, tendrá en su haber, un claro problema de legitimidad y de falta de consensos. Todos los candidatos ganadores, no ganan por mayoría real, sino por la minoría mayor.
Aún así, el PRI se mantiene como primera fuerza, por abajo de un tercio, seguido del PAN, PRD y Morena que por un poco más, quita al PRD el lugar.
No hay grandes cambios programáticos e ideológicos en los flancos del PAN y del PRI que corren del centro hacia la derecha; si los hay en el campo de la izquierda, la cual, desde la simpleza del discurso de ricos contra pobres hasta la complejidad de ciudadanía participativa versus ciudadanía clientelar, se disputan tramo a tramo la intención del voto y aquí, Morena aparece como un claro ganador frente a un PRD que ha perdido el impulso y declina en medio de la corrupción y el abandono de la lucha social.
Es tiempo de que todos los partidos le rindan cuentas a la ciudadanía, no solamente en la forma en que se gastaron los recursos públicos, sino también en la forma en que su vida interna reproduce la cultura democrática. Los partidos políticos deberían ser nuestros mejores referentes sobre el modelo organizativo que queremos de un gobierno; es decir, tanto en la manera como se organizan y el manejo que hacen de los recursos públicos que se les entrega, con el fin de saber si son eficientes, eficaces y si manejan honestamente el dinero. Resultará obvio que si la dirigencia política de un partido es manirrota y además se “roba” el dinero del partido; cuando acceda al poder… seguirá haciendo lo mismo.
También, resulta necesario conocer a fondo a los nuevos diputados federales, pues no todos están formados en la ideología de los partidos que los postularon, una buen parte de ellos, han brincado (se les dice chapulines) de un partido a otro y de una organización a otra, de tal suerte que no se sabe a ciencia cierta cual es su verdadero ideario político… los partidos creen que ganan con esos candidatos, pero en realidad se vacían de militancia.
En el ambiente político nacional tres temas son relevantes: el desempleo, la corrupción y la inseguridad; temas que el actual congreso mostró su total incapacidad para afrontarlo y si bien la “guerra” contra el narco logró capturas espectaculares de algunos capos, el problema continúa lacerando al país; el desempleo mantuvo sus indicadores alimentando dos fenómenos adyacentes: migración hacia los Estados Unidos y semillero para las organizaciones criminales que se nutren del ejército de desempleados. Mientras la guerra desangra al país y el desempleo lo hace criminal, la corrupción se pasea como una gran dama cortejada por casi todos… hasta el mundo del futbol se ha visto tocada por la huesuda mano de la corrupción.
La peor manifestación de la corrupción se encuentra en el Poder Judicial al permitir la impunidad. Miles de expedientes sin resolverse y un tráfico de influencias y dinero que corrompe la voluntad de quienes deberían dictar severas sentencias a los criminales y hacerles pagar la ofensa a la sociedad. Al haber impunidad, el temor reverencial que se debe tener a la justicia se pierde y el cinismo criminal se reproduce sin cortapisas.
Los nuevos ricos entre los políticos, los que se han robado el dinero del erario, pueden seguir medrando y con ese mismo dinero, seguir su jugosa carrera de políticos en los subsiguientes comicios… nadie les pide cuentas, no hay poder judicial que los detenga, porque juntos crean el ambiente de corrupción que lesiona el Estado de Derecho.
Solo queda una esperanza: que la ciudadanía se empodere y en la acción cotidiana enderece sus denuncias, reclamos y exigencias para que ambos poderes, Judicial y Legislativo, cumplan con su función de atemperar los excesos del poder Ejecutivo y a la vez se “autocontengan”. Esa ciudadanía debe “controlar” a los políticos, desde el voto de castigo pasando por las contralorías sociales hasta llegar a la revocación del mandato de los servidores públicos corruptos.
Un solo ejemplo de que el voto ciudadano controla lo corrupto, es el siguiente: en el distrito X de Xalapa, Veracruz, el PRI puso como su candidata a la expresidenta municipal Elizabeth Morales, cuya gestión municipal estuvo llena de irregularidades administrativas, denuncias públicas de desvío de recursos, autoritarismo pero además, de manera muy escandalosa de relaciones amorosas lésbicas (que se respetan en el ámbito de la diversidad sexual) que ella misma se encargó de hacerlas “escandalosas”, por cierto en una de las sociedades medio tolerantes a las preferencias sexuales minoritarias. Después, se impuso dentro del PRI, como candidata a diputada utilizando todo los mecanismos corruptos habidos y por haber… nunca pensó en la capacidad ciudadana para recordar su mala administración y su abuso del poder, pensó que bastaba con comprar “voluntades” y regalar, del dinero mal habido que posee, despensas, gorras, bolsas y ya. El día de la elección Elizabeth Morales fue castigada por los ciudadanos y ciudadanas al votar por el candidato de MORENA. Este candidato no era de los más conocidos, de hecho, como en muchos lugares, este partido llenó los requisitos y apostó al capital electoral de su dirigente nacional Andrés Manuel López Obrador, beneficiado por ello, más un “auténtico voto de castigo” contra la candidata del PRI le dio el triunfo. El actual diputado del PRD por el mismo distrito Uriel Flores Aguayo, en su momento también se benefició de ese voto ciudadano que castiga y controla a los malos políticos, en aquel entonces, el derrotado y controlado fue Reynaldo Pérez Escobar, cuyos excesos al frente de la administración municipal fueron también memorables.
La democracia nunca será el simple hecho de votar, solamente es el inicio que conforma, de manera delegativa, el poder. La democracia debe ser una cultura ciudadana, donde el pueblo participa activamente de toda política pública y controla a los políticos para que hagan un uso eficiente y eficaz de los recursos públicos, incluido el poder de represión o de exclusión.
Estos controles conocidos como verticales, horizontales, transversales y societales, deben estar vivos y actuantes, de lo contrario la vida política se corrompe. El control vertical por antonomasia que son las elecciones, donde se premia y se castiga a los políticos, en el caso de Xalapa y contra Elizabeth Morales ha dado resultados al castigarla con su voto; pero otros controles de tipo horizontal son inútiles, tales como las instituciones “seudoautónomas” como el IVAI, el Orfis, la Comisión Estatal de Derechos Humanos, creadas para el control dentro de la administración, si hubiesen funcionado, Elizabeth Morales, estaría sometida a proceso por desvío de recursos y nunca hubiese sido candidata, pero todas esas instituciones dirigidas por connotados priistas y adláteres, simplemente la encubrieron, y pensaron que la ciudadanía seguiría siendo “tonta” y que la podrían engañar; por su parte, los mecanismos transversales y societales, tales como organizaciones civiles, medios de comunicación, ONG`s y otros, iniciaron su “enjuiciamiento” a la mala servidora pública, generando una corriente de opinión que dio resultados el siete de enero; si tuvieran más poder y un nivel mayor de organización, dichos organismos habrían iniciado la “revocación del mandato” de Morales a medio período de su administración evitando mayor daño al erario y al municipio; pero estos controles tranversales y societales aún son débiles y requieren consolidarse y madurar, para realmente controlar a los políticos.
Si ya votamos es necesario no ir a dormir el sueño de los justos, por el contrario, necesitamos estar más despiertos y actuantes para evitar que nuestro representante corrompa el poder que le hemos delegado a través de nuestro voto. ¡Exijámosle cuentas y esas cuentas deben de ser de un buen gobierno a favor del pueblo y la ciudadanía!
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