sábado, 27 de febrero de 2016

La dignidad se asoma…

Isael Petronio Cantú Nájera
Xalapa, Ver.- Duarte no le tiene miedo a los periódicos, ni a otro medio clásico de comunicación: le tiene miedo a la indignación del pueblo que organizadamente puede salir a la calle y exigir su rendición de cuentas y la revocación –tardía- de su mandato; pues está a unos cuantos meses de concluir sus seis años de mal gobierno, donde la corrupción y la ineptitud han hecho de Veracruz, una tierra de abandono, de violencia, que ha generado más pobreza en la población y un gran cementerio clandestino.

Y no les tiene miedo porque todos los dueños o son de su propio partido o tienen jugosos negocios con él. Sin embargo, la vocería, los nuevos medios que atraviesan las redes sociales, lo tienen lleno de pánico. Hace un par de años, intentó modificar el Código Penal de Veracruz para crear nuevos delitos que conculcarían el derecho a la libertad de expresión… afortunadamente el tiro le salió por la culata y ante la oleada de protestas, modifico el tipo penal y tuvo que dejar en libertad a dos periodistas.

-¿Por qué no fuiste a la marcha a defender la Universidad?-

-¡Porque me dio “gueva”!-

-¡Culero! Un día un familiar tuyo o tú mismo serán la víctima directa de este mal gobierno y entonces gritarás pidiendo ayuda y nadie habrá para que te ayude.

-Y ¿cuántos fueron?-

-¡Un chingo! Pero en verdad el número exacto no cuenta, sino la manifiesta dignidad de los jóvenes y los adultos que indignados por los actos de un gobierno corrupto e ineficiente, que los tiene hasta la madre, salieron para decirle al gordo y sus secuaces: que se ¡vayan!

Así era el diálogo entre jóvenes, horas después de que la marcha estudiantil para defender que la UV no se privatice y para obligar al gobierno de Javier Duarte de Ochoa que le asigne recursos suficientes para que siga impartiendo una educación de calidad, científica, laica y con profundo contenido social.

En su momento álgido, la plaza, estuvo abarrotada, y las gradas de la catedral al tope. No importa cuantos sean, pueden ser mil, dos mil, tres mil, lo que sea, lo importante es que entre jóvenes y gente mayor, entre estudiantes y maestros, salieron a la calle manifestando su indignación contra el mal gobierno, rompiendo así, la clásica pasividad de las masas, del ciudadano adocenado, apático.

Nadie fue acarreado, ni le dieron torta ni refresco, fueron porque en su fuero interno hay un hartazgo por las deprimentes condiciones económicas y políticas en las que se está viviendo; de manera más clara, por la implementación de las políticas neoliberales que exigen que el Estado “achique” sus funciones y que la educación pública se precarice, impulsando una educación que pase a manos de particulares; violentando con ello, un derecho humano elemental: recibir educación gratuita por parte del Estado.

El centro de la ciudad se llenó de voces, de sonrisas, de aire de libertad y de poder. Los sucesivos discursos, hicieron énfasis en la corrupción que se traduce en el robo sistemático de los recursos públicos, en la pésima calidad de las obras, y sobre todo: la brutal criminalidad y la connivencia entre delincuentes y aparatos de seguridad pública… aún no encuentran a los cinco jóvenes secuestrados en tierra blanca por policías y entregados a los delincuentes para su brutal asesinato; ni mucho menos, han dado a conocer la cantidad de cuerpos hallados en las fosas clandestinas del rancho El Limón, en el municipio de Tlalixcoyan.

También, en el marco del dantesco espectáculo de asesinatos, salió a relucir los crímenes contra los periodistas, particularmente el nombre de Regina Martínez, Nadia Vera y Rubén Espinoza.

-¡Fuera, fuera!- retumbó en las paredes de la catedral, donde el propio clero se persigna… porque sabe que ese tipo de multitudes no se detiene ante los aparatos represores del Estado y menos con el discurso ideológico religioso de la “resignación”, que el propio Papa Francisco ha señalado como “arma del demonio”, impulsando así, toda una actitud crítica de las grandes masas católicas y laicas.

¡Fuera, fuera! Retumbó el grito entre los comerciantes, que muchos son acreedores de la cleptocracia que reina en palacio; el grito se metió entre parques, jardines, cafés y entre los mismos burócratas, que ocultos tras las cortinas de los grandes ventanales del Palacio de Gobierno veían con asombro la gran movilización.

Llegó la tarde y por un par de horas más, el centro de la ciudad de Xalapa se llenó de orgullo ciudadano… muchos se fueron a cargar la “pila” para comunicarle a todo el mundo que frente al Poder Ciudadano informado, no hay poder represor que lo pare; otros, ya estaban promoviendo un voto de castigo contra los candidatos del partido en el poder… otra marcha vendrá, dijeron todos y se dispersaron por la ciudad.

Por mi parte, agradezco a Flor Viveros y a Francisco Alejandro Pérez Martínez, que hayan sido mis ojos y mis oídos, las fotos y los videos son de ellos, quienes gentilmente me los prestaros para este artículo. ¡Gracias ciudadanos!

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