miércoles, 2 de noviembre de 2016

La Rebelión en la Granja…

In memorian George Orwell
Estás en lo acertado, la literatura recrea la vida real y en ocasiones la predice. George Orwell, quien siempre manifestó su rechazo por el fascismo y todo lo que representara el abuso del poder desde el Estado mismo, es decir el “totalitarismo”, denunció a los futuros gobiernos corruptos y absolutistas, quienes desde el control de la prensa y recreando la propaganda, dominan a las masas y las hacen a su modo.

Su novela “1984” ha influido en el mundo político al resultar chocante una presencia del poder absoluto manipulando al pueblo: “Omnipresente”, el “Gran Hermano Mayor”; la “Policía del pensamiento” y la “Neolengua” como un control del Estado de que todo lo que se dice “fuera” de ella, simplemente no puede ser “pensado”, son conceptos ahora de uso cotidiano. El manejo de los datos personales por las modernas compañías claves en el Internet, ya no son una novela de ficción política: son nuestra realidad.

Orwell, también soñaba con un mundo libertario, donde las masas adquirieran una consciencia plena de su condición de esclavas y anhelaran, mediante la organización, una nueva forma de gobernarse. Una granja y la vida de los animales le sirvió de gran metáfora para plantear el dilema de la corrupción absoluta cuando se tiene el poder absoluto.

Cuando a Duarte se le adjudicó el triunfo hace seis años, las masas adocenadas y los partidos políticos domesticados, no hicieron nada por impedir que se hiciera del poder. Nadie quiso tomar el palacio y exigir que no se validara el fraude electoral que lo llevó hasta ahí. Tampoco se quiso expurgar en los viejos expedientes el origen del trasiegos de recursos públicos en el sexenio que antecedió a Duarte; el maridaje en medio de la corrupción se hizo patente y por lo menos en los primeros cuatro años de su mandato, una buena parte de la burocracia y de los políticos comunes, apenas se quejaban del “Duartismo”; cada quien a su modo, y en horas de la noche, intentaba lograr acomodarse con el régimen y obtener pingües ganancias personales. Duarte era el Napoleón de la Granja (Así se llama el cerdito que se hace dictador en la granja) y cada uno de sus Secretarios de Gobierno, empezando por Buganza ( ex panista, ex priista, ex) y terminando con Flavino Ríos Alvarado, hoy gobernador interino, fueron los artífices de hacer creer que Duarte-Napoleón era el “ungido” para gobernar Veracruz. No faltaron los “Burros Benjamines” (El burro Benjamín, es el único que sabe leer en la granja) que desde la cátedra y los altos foros, sirvieron de teóricos orgánicos para recrear la historia y hacerle sentir a las masas que Duarte-Napoleón era un buen gobernador.

Hoy, el sujeto de marras, anda prófugo de la justicia y sus riquezas mal habidas están apareciendo por doquier, así como sus grandes deudas contraídas al amparo del poder y esquilmadas de los fondos públicos que correspondían a los municipios, a la Universidad Veracruzana, al IPE y a tantos programas sociales más.

Hay “Rebelión en la Granja”, los “cerdos” se quieren quitar de encima a los “humanos”, pero ni a quien irle. La toma del Palacio de Gobierno por parte de los munícipes de por lo menos tres partidos: PAN, PRD, PT, es una edición más y menos elaborada del mundo Orwelliano: ¿Qué presidente municipal, rebelado ahora a toro pasado contra Duarte, realmente construyó un gobierno democrático, transparente, rendidor de cuentas en su municipio? ¿Quién de ellos, ha demostrado consciencia democrática y probidad rindiendo sus datos de la iniciativa 3de3? ¿Cuántos quieren dinero porque las obras públicas que dicen que faltan, están siendo construidas por sus propias compañías, lo cual es un grave delito, que tarde o temprano se sabrá? ¿Cuántos se autoasignaron salarios altísimos y realmente quieren pagarse primero y dejar en la picota a los trabajadores de sus municipios? ¿Cuántos llegaron con un discurso populista de representar al pueblo y al paso de los años, se les cayó la máscara y se convirtieron en los Napoleones de sus municipios? 

En esa lógica de “hacer leña del árbol caído” o de ser bravo y valiente a “toro pasado” hasta el resto de presidentes municipales del PRI, pronto y a pesar suyo y por órdenes del propio dirigente nacional del PRI, estarán gritando en la Plaza Lerdo, hoy Plaza Regina: ¡Queremos nuestro dinero!

Orwell tenía razón en sus críticas al poder y a los sistemas imperantes, pero sobre todo de la condición humana. No basta un discurso grandilocuente con tufo populista y seudodemocrático; se requieren mecanismos institucionales de control del poder y políticas públicas de profundo contenido social que reeduquen a las masas, que las saque de la ignorancia y la indigencia y no de una “neolengua” que controle el pensamiento de la gente, recordemos la fracasada iniciativa de Duarte-Napoleón contra la libertad de pensamiento al querer sancionar a los “tuiteros” (que feo neologismo) o el último evento de este mal gobierno, donde todos los senadores, incluidos los del PAN, aceptaron nombrar como nuevo Fiscal General a un “amigo” del presidente Peña Nieto ¿A que juegan?

Por supuesto que necesitamos, dadas las condiciones aciagas del gobierno en Veracruz de “rebeliones”, pero sin duda, su nuevo carácter debe ser de rebeliones democráticas, nunca de entronizar a un “hombre fuerte”, sino de hacer gravitar el poder, de descentrarlo y llevarlo a la periferia donde está la diversa ciudadanía, de pasarlo a las manos de comités ciudadanos, de contralorías populares, de organizaciones de la sociedad civil; de nuevas leyes que obliguen a todos los servidores públicos a rendir sus “3de3” para vigilarlos que no roben; a que rindan cuentas frente a contralorías sociales; a que toda la información pública sea realmente pública sin necesidad de solicitarla por escrito; a desaparecer todo fuero, creando a la vez, mecanismos ultrarrápidos para evitar que los malos servidores públicos se roben el erario; a empoderar más a la ciudadanía fortaleciendo la iniciativa popular, el referéndum, el plebiscito y sobre todo: la ley de revocación del mandato.

No lo van a creer, pero de todas las leyes populistas que los cerdos implementaron en la granja después de su rebelión y de expulsar a los hombres, se fueron cambiando a favor de los Cerdos; y la más democrática, de ellas que era: “Todos los animales son iguales” terminó una vez que se entronizaron en el poder, así: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”
Por Isael Cantú

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