domingo, 16 de abril de 2017

El sistema político mexicano se juega sus últimas cartas.

Por Marco Medina Pérez
Imagen: Archivo Vaxtuxpan
Con la detención de Javier Duarte de Ochoa, el Estado mexicano se juega una última carta antes de las elecciones de este año, para recomponer un poco la imagen tan deteriorada que se ha empeñado en construir gasolinazo tras gasolinazo, soborno tras soborno e impunidad tras impunidad.

No resultan sorprendentes las reacciones de incredulidad de la mayoría de los veracruzanos, que ven en esta detención el efecto político de frente a las próximas elecciones en nuestro estado. Acostumbrados a la impunidad total, esta incredulidad es una defensa ante una nueva decepción, la que se vivirá nuevamente al paso del tiempo. Primero se tendrán que cumplir las formalidades de la extradición ante el gobierno guatemalteco y después el largo proceso judicial del que podría salir un acuerdo para devolver algo de lo perdido, reducir penas mayores y finalmente alcanzar la libertad anticipada después de unos pocos años en prisión. Mientras, la esposa, los suegros y los hijos seguirán disfrutando de los bienes malhabidos del ex gobernador, así como múltiples secuaces.

Esta incredulidad opera en contra del sistema político y el gobierno de Peña Nieto. Pero también en contra del gobierno de Yunes, quien se ha cruzado de brazos ante la decisión de un juez al concederle a Flavio Ríos enfrentar en libertad condicional, en su domicilio, el juicio que se le sigue por haber facilitado la huida a Duarte.

Por otro lado, cómplices al por mayor del ex gobernador siguen tan campantes, mientras el gobierno de Yunes parece ignorar todo lo que deben a Veracruz.

Los ciudadanos veracruzanos deben de tener esto presente al momento de estar frente a la boleta electoral el próximo 4 de junio.

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