miércoles, 13 de diciembre de 2017

Urge un cambio verdadero para pacificar al país

La escena veracruzana
Apenas hace algunos días el profesor Sinuhé del Valle salió de su casa en Río Blanco para dirigirse a la escuela primaria de Orizaba donde trabajaba. El profesor del Valle ya no llegó a su lugar de trabajo, donde era muy apreciado por sus alumnos y compañeros, fue víctima de la gran violencia que se registra en nuestro estado.

Si octubre fue el mes más violento de las últimas dos décadas, noviembre se perfila para superarlo. Conforme se recrudece la violencia en México y Veracruz, la necesidad de un cambio en la manera de conducir el país se vuelve más imperiosa. No sólo son las cifras, sino lo que ellas reflejan de tragedias humanas como la del profesor orizabeño, que se repiten y se repiten sin que se cambie la manera de enfrentarlo. Y no sólo es lo que sucede con la violencia sino con todo el armado de país, toda la estructura política y sus ramificaciones en la economía, los aspectos sociales, la democracia y la justicia.

Por eso, el examen que propone López Obrador sobre la inseguridad pública, sin dejar de considerar ninguna opción, incluyendo la amnistía y la exigencia al gobierno de los Estados Unidos para aminorar el consumo de drogas, es lo mínimo que se puede hacer en este momento.

El líder morenista ha señalado desde hace muchos años que no se puede resolver el asunto con más armas, que la principal política debe ser la social, para que elevando el nivel de vida de la población se deje sin base social la proliferación de la delincuencia, sobre todo entre los jóvenes.

Últimamente AMLO ha remarcado la imperiosa necesidad de combatir la corrupción y la impunidad como el cáncer de la Nación, que permea por igual al sistema de justicia como a todos los ámbitos de la vida nacional. La corrupción es la clave para sostener el sistema económico y político del país, pues toda la República está a los pies de una estrategia de enriquecimiento del 0.1% de la población. Los negocios son el centro de la política pública, no el bienestar de la gente.

Por todo ello, el armado de nación que ha llevado a cabo la tecnocracia que se ha adueñado del país desde la época salinista, ha creado un mazacote de problemas que no tienen salida de forma parcial. La insistencia de enfrentar a la delincuencia con la misma estrategia de mano dura, con la participación central del Ejército y de la Marina, mientras se mantiene el sistema de exclusión de una gran parte de la población y se reproduce la corrupción en todos los niveles, incluyendo el sistema de justicia, no lleva sino a topes continuos contra la pared. Es necesaria una política global, de transformación de todos los ámbitos del país, para enfrentar con eficacia a la delincuencia.

En este contexto es en el que se expresó López Obrador sobre la amnistía. No es una propuesta única, aislada del resto de trasformaciones que se necesitan. Sin éstas, se llegaría a un estado de simulaciones e impunidades. Pongamos por caso que el actual gobierno intentara llevar a cabo una amnistía. Ni cuenta con la autoridad ni con la eficacia para lograrlo, pero además, se seguirían reproduciendo las condiciones en que se ha fomentado la delincuencia.

El actual gobierno insiste en salidas como la Ley de Seguridad Interior, que da carta de legalidad a lo que por muchos años ha estado en la ilegalidad: facultades extra-constitucionales al Ejército y a la Armada para utilizarlos en la lucha contra la delincuencia. Un instrumento legal como ese en manos de los actuales gobernantes es una patente de corso, un peligro para la seguridad interior del país

Por eso, insistimos, para pacificar al país urge un cambio verdadero.

Marco Antonio Medina Pérez
marco.a.medinaperez@gmail.com

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