
Votar de manera informada y así constituir un buen gobierno, nunca ha sido posible en México. Primero, porque el analfabetismo lo hacía imposible y segundo, porque el sistema de un solo partido durante décadas moldeó como perfil del ciudadano, a un agente sometido al corporativismo y obligado a votar por el PRI; tercero: la manipulación por los grupos de poder de campañas mediáticas donde la herramienta principal es la mentira y la calumnia y un cuarto elemento: un ciudadano medroso y rencoroso que en medio de la crisis general, juega con su voto a la ruleta rusa.
Modificado el formato, se le quitó a los candidatos el aprendizaje memorioso de respuestas, pues ahora, las preguntas vendrían de los ciudadanos sin que nadie las conociera de antemano: obligándolos a responder con agilidad y conocimiento de su propio programa… hasta aquí, todo parecería excelente, sino fuera por que los candidatos, están cortados con la misma tijera con la que se corta al ciudadano común.
Así, lejos de esperar una serie de propuestas sólidas y argumentadas de los cómos y cuándos, para que estas se hicieran realidad… el debate derivó a una simple batalla verbal de infundios, descalificaciones, acusaciones y ocurrencias, de tal suerte, que todo quedó igual en el imaginario colectivo: Andrés Manuel sigue de puntero y guarda su cartera para que no se la roben (Por cierto acaban de robar al cantante Rubén Blades en Boca del Rio); Anaya de lejos le grita ladrón, mientras otros le gritan a él; Meade intenta volar con unas alas rotas que se llaman PRI y Peña Nieto y el Bronco, como el borracho de la cantina, que oye la plática y de manera impertinente opina que todos están “borrachos”, puro desmadre.
El tema, trascendente en sí, fue la relación de México con el mundo y particularmente con los Estados Unidos y el fascista Donald Trump, obviamente, también, la importancia de nuestros connacionales que por necesidad han migrado en busca de trabajo y que hoy, las duras leyes impuestas los están repatriando y con ello rompiendo lazos familiares y agrediendo la economía nacional que se beneficia con las remesas de dólares que aquellos envían a sus familias en México; tema complejo, si se mira desde la historia del robo de la mitad del territorio en la época de Santa Anna.
Con sus matices, los cuatro candidatos, expusieron que no se someterán más a las políticas agresivas de Estados Unidos y que fortalecerán los mecanismos internacionales para brindar una mejor protección a los mexicanos y mexicanas radicados allá… se destacó el cambio en la función estratégica de las embajadas y consulados y de paso una redefinición del Tratado de Libre Comercio; de igual manera, escuchamos sobre la necesidad de fortalecer la producción nacional y brindar de esa manera oportunidad de trabajo con salarios dignos a los mexicanos y evitar de mejor modo que migren, sin duda, el tema de los salarios está presente, porque el trabajo que existe en México es en su mayoría muy mal pagado. Pesos más, pesos menos, los candidatos coinciden en la necesidad de elevarlos por encima del infame actual salario mínimo.
El tema que más molesta y hasta la gente dice: -¡Ya Chole!- es el de la corrupción y en eso se lleva las palmas AMLO, cuyo discurso no se desvía ni un ápice, y que lo expone ante sus contrincantes, porque sin duda, personas allegadas a él, no siguieron su ejemplo y hasta las “ligas” se llevaban en turbias negociaciones.
Y no lo van a creer, pero el tema es molesto porque debajo de la piel: ¡Está el marcaje de la corrupción en cada uno de nosotros! Y siendo esto así, o resulta molesto porque nos han descubierto o ya ni siquiera importa porque todos somos así. Diría Obregón, el manco de Celaya: ¡Nadie aguanta un cañonazo de 50 mil pesos!
¿En verdad es así? ¿Estamos fatalmente condenados a ser corruptos? ¡Por supuesto que no! Millones de mexicanas y mexicanos laboran cada día dando lo mejor de sí para poder vivir dignamente y ser felices; esos mismos educan a sus hijos en elaboradas teorías éticas para vivir como gente de bien, respetando las normas morales de la familia y las públicas y jurídicas… pero en el campo de la sociedad política, desde el dicho de Obregón, los 50 mil pesos fueron ofertados por el grupo en el poder, es decir, el gran corruptor… y ese ejemplo cundió y minó las bases de la sociedad civil, hoy en una grave crisis civilizatoria que va más allá de las fronteras patrias y que en última instancia tiene que ver con un modelo internacional de producción, donde el motor principal es la explotación salvaje e irresponsable de los recursos naturales y obviamente la fuerza de trabajo en la ciudad y en el campo.
Así, cada tema que se toca en el debate de los candidatos, tiene enquistada la cimiente de la corrupción; por ello y no es adivinanza: el gobierno cambia si se acaba la corrupción.
De la forma y el fondo en que cada candidato asume que enfrentará la destructiva corrupción, se corresponderá con la adhesión y el voto de cada mujer y hombre que actualmente están cansados y hastiados de que sus derechos no se respeten porque al final del pasillo hay un político corrupto.
Habrá un tercer debate que seguirá el mismo guión; sin duda nos dará más información del talante de los candidatos y sus propuestas y ya informados, podremos decidir racionalmente votar por quien realmente construya un gobierno justo, democrático, eficiente, eficaz, de derecho y cero tolerancia a los corruptos o corruptas y que nos permita vivir felizmente.
Isael Petronio Cantú Nájera
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