martes, 30 de octubre de 2007

COLUMNA. Por Miguel Camin. retratos1@gmail.com


Comentario:
Estimado editor: perdone de antemano esta digresión que me es imposible eludir. Contra mi costumbre me encuentro sorprendido por la alarmante ligereza que priva en la toma de decisiones del ejecutivo del estado. Hace unos días Retratos comentó a modo de güasa que el magnífico clima atmosférico de principios de la semana pasada en Tuxpan dejó mal parado a Fidel Herrera en su iniciativa de suspensión de clases. Inconforme con este desplante que la bondadosa naturaleza le puso, terca y nuevamente, el hijo obstinado de Nopaltepec, regresa con destellantes bríos y ha girado la categórica instrucción de construir un puente de asueto escolar de miércoles 31 a domingo 4. Preservar y fortalecer las tradiciones de día de muertos en la niñez, es la conmovedora razón que ahora esgrime. Entonces, ¿para qué están las escuelas y los maestros? ¿Acaso no dicta la pedagogía que son los planteles el espacio privilegiado de reproducción de nuestras tradiciones? Cerrarlos y mandar a los docentes y escuincles a sus casas es una insensatez que peca de populista. Fuera de toda broma Retratos queda convencido que Fidel en sus vacaciones de postgrado en París se abstuvo de conocer de los Enciclopedistas y del magnifico Siglo de las Luces, de otra manera no se explica sus decisiones: contrarias a refrendar la instrucción pública constitucional, y favorables para abonar el ausentismo, la pereza, la ignorancia, la incultura.

R E T R A T O S
No hay paz sin guerra

1. ELECTRICO: Lo tiene todo. Posee casi todo. Bueno… casi tiene y posee todo. Una gran y hermosa y confortable casa en exclusivo fraccionamiento; dineros: líquido y en cuentas; autos, y una buena esposa, buenos hijos. Qué más puede pedir. ¿Poder? También lo tiene. Sin embargo, Héctor Lorenzo no lo tiene, ni posee todo. Le falta algo, y eso que le falta es de enorme valor para él, pues gracias a ello todo lo demás vino: a Héctor Lorenzo le falta pudor. Desvergonzado, la falta de decencia ha sido para él la llave maestra que le ha abierto los tesoros con que se ha llenado las manos, los bolsillos. Fue, es, y quiere seguir siendo líder sindical. Ha pastoreado de siempre a una recua de agachados a los que en las asambleas se les escucha sólo su balar, sin ejercer acciones concretas sobre su descompuesto guía. Virtuoso del melodrama ha llevado a la cumbre su actuación al grado extremo de lagrimear y ofrecer disculpas al auditorio agraviado si eso le garantiza la permanencia en el poder. No hay reto indigno para Héctor Lorenzo que no pueda sortear con especial gusto, con esquizofrénico deleite. Imagino tendrá un comedor, fastuoso como su inmoral codicia, espacioso, donde se reúne a comer con la familia. Probará la sazón de la comida como si nada, como si cada alimento que engulle no tuviera su origen en la amarga viña de la corrupción.


2. DE RUINAS: Abre la puerta de cristal y atraviesa el umbral soportando un peso que no es físico sino moral. Su mirada es cansada y sus ojos pequeños se agotan más cuando van y vienen a lo largo y profundo del café El Quijote. Ubicado ya, va hacia el fondo con pies de infortunio, y toma asiento en dolorosas pausas. En la mesa, frente a él está un avezado periodista. Salvador Hernández “El bote”, quien lo conoce, vuelve a expresar con un gesto la admiración de siempre. -Qué le trae a usted Salvador--, lo saluda a modo de pregunta el periodista. Salvador responde deslizando un abultado sobre manila a las manos del periodista, que descansan sobre la mesa. El periodista lo abre y extrae un manojo de hojas manuscritas, y con ojo clínico las repasa. --Es un muy buen material--, confirma el periodista lo que Salvador ya sabe. --Quiero que lo publiques con tu nombre --, le pide Salvador. El periodista teme lo que va a decir porque conoce la funesta respuesta, pero lo dice: --Por qué no tú Salvador, por qué no lo publicas con tu crédito--. Salvador responde lo que el periodista sabe que va a responder: --Ya no me creen--

3. MEA CULPA: En todo el cochino municipio, sumando colonias proles urbanas y rancherías, no encontramos uno solo, uno solo, sí, ni un solo hablante de lengua huasteca. Dato duro: estadísticas del INEGI sobre lenguas que se hablan en Tuxpan. Que Tuxpan haya sido sede de un baile de movimientos y pasos previsibles y facilotes, llamado son, me vale madres. Lo que me caga es que los tuxpeños andemos por casas y cafés, calles y oficinas, manifestando un orgullo falso por sentirnos huastecos. Ya no hay un solo huasteco, los que había los matamos, mestizos y españoles en comunión, y los que lograron escapar emigraron con sus afines hacia tierras serranas y allá le pegaron duro a la cogedera y se repoblaron, y ahora Tantoyuca es el municipio de reserva india más numerosa. Lo que sí hay, y un chingo, es una burocracia y sus idiotas fanáticos, que expiando culpas de etnocidio milenario se las ingenian para organizar festivales con nombres dudosos, donde hay una vendimia tan pedestre como los asistentes. Hombres y mujeres, ancianos y niños ataviados con lo que ellos creen que los redime con su pasado, con sus raíces inventadas. No puedo dejar de implorar por tamaña ridiculez: “Señor: ¡perdónalos!, no tienen puta idea de lo que hacen, de lo que dicen”.

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