domingo, 30 de diciembre de 2007

COLUMNA RETRATOS




Por Miguel Camín





Nota: estos Retratos de Juan Ramón Gánem y Miguel Alcántar aparecieron en este blog el jueves 13 de noviembre, vísperas que la sala electoral del poder judicial del estado le diera un revés a Gánem y un aire de oxígeno a Alcántar. Es decir, a mes y medio de que el trife invirtiera los términos. No cambio ni una coma de la sustancia de lo escrito, de lo dicho ese pasado reciente de jueves 13 de noviembre, si acaso pulo una frase, elimino o agrego algunas, para un mejor estilo y claridad.

Atte: Miguel Camín.

Uno es uno, dos... ninguno
1. ALCALDE POR TRES AÑOS: Pedestre e iracundo, arrebatado y soez, quienes han intentado tratarlo se quedan con esa incómoda impresión. Juan Ramón Gánem padece de esa herida ancestral del carácter huérfano del mexicano, descrita con crudeza por Paz en el Laberinto de la Soledad: es un macho ogro, colérico y tempestuoso en privado, en corto, con sus subordinados, entre cuatro paredes; y un tipo disminuido, tembleque, extraviado, cuando lo golpea el aire libre, la muchedumbre, el auditorio. Obsesionado hasta la médula por ser alcalde de Tuxpan se antoja imposible que la bruma en su cabeza desaparezca. La ambición de Juan Ramón Gánem está por encima de sus capacidades administrativas y políticas, y en su aturdimiento suple las deficiencias con gritos, mentadas de madre y amenazas. Sin embargo, su rabia es de papel, de papel china. Basta confrontarlo a los ojos de todos para que se deshaga como kleenex en el agua. Queda en la memoria, en registro de prensa, cuando quiso dejar de gatear y hacer un solito político a dos pies, sin el apoyo que Raúl Gibb siempre le brindó. Tal temeridad, le valió que éste le soltara una de ocho columnas donde se sugería la sospecha de sus negocios, y Juan Ramón Gánem acusó la lección y regresó gimiendo a la andadera, al corral.
2. ALCALDE POR 35 DÍAS: Crucé saludo con él por vez primera en una reunión social y me pareció haber estrechado la mano de un niño gigante, de un osezno con sobre peso. Lento en su coordinación motriz y pausado en su voz, la desmesura de su cuerpo lo desborda, y achica sus ojos detrás de esas gafas, tan pasadas de moda como sus modales salpicados de una cortesía desusada. Como un parvulito en una descomunal masa corporal así sentí al médico Miguel Alcántar. Atribulado se conducía entre la gente como lo que es y quiere dejar de ser: como un médico, como un especialista gastroenterólogo ensimismado en los achaques íntimos del cuerpo. No parece un posible hombre de política, de alcalde, y si llegara a ganar tampoco lo sería. Sería a lo más, un hombre encorsetado en los entretelones de la grilla, manipulado por su mujer y sus juglares en el PAN, vividores todos ellos sí, de regentear la franquicia sin recato en la más encuerada desvergüenza. La cagaría el galeno Alcántar en la administración municipal... los otros... los Aguilar, los Mancha, los Bautista, ya están acostumbrados a soltarse el pantalón a los tobillos, a acuclillarse, a que la vida los agarre como el tigre de Santa Julia: cagándola.

No hay comentarios: