jueves, 29 de mayo de 2008

COLUMNA RETRATOS DE MIGUEL CAMÍN...



Por Miguel Camin
retratos1@gmail.com

Mi educación se truncó en el momento en que entré a la escuela


1. ANALFABETOS.- Alguna vez pensé que la lectura podía hacer de quienes la practicaban mejores personas. Hoy estoy convencido que no. Al menos no es una condición suficiente en relación directa. Sé de hombres o mujeres, adultos y jóvenes que se entregan al hábito de la lectura con profunda bondad y cuando la vida cotidiana los pone a prueba resultan unas culeras personas. Leí la Biblia católica de adolescente como un documento de valor histórico y literario, y quedé maravillado. Al igual que yo, otros millones la habrán leído y, de ellos, hay quienes repiten pasajes enteros de memoria. Sin embargo, este esfuerzo no garantiza que tengan consideración del “prójimo” tal como se tienen así mismos. Traigo a cuento esta reflexión. porque me he enterado por la prensa, del ‘arranque’ de una campaña gubernamental de fomento a la lectura en escuelas de educación elemental. Será un fracaso estrepitoso. En la misma nota leo que encabezan esta cruzada educativa el alcalde porteño, el delegado de la Sec, y sus achichincles supervisores, y otros tantos burócratas cuyo único mérito del que deben sentirse orgullos, es haber aportado su granito de arena, en el ámbito nacional, para partirle toda la madre a infinidad de generaciones de alumnos en la instrucción pública. El placer de leer se compara –para mi gusto— con el de fornicar, comer o dormir. Ese es el único motivo que me lleva a tomar o a Chéjov o a Capote o a Mario Bellatin. No he encontrado otra razón. Llegar a ser un buen hombre no está ligado a la lectura.

2. PRIÍSTA AZUL.- Quienes en su momento votaron para que Martha Silvia Sánchez y Alfonso Sánchez (ambos del PRI) ocuparan una curul en la cámara federal de diputados, como representantes del Distrito 03 del estado de Veracruz, sabían de antemano que estos políticos profesionales sólo irían a la ciudad de México a dormir rico y cobrar su apetecible dieta. Y nada más. Con el triunfo de Iñigo Laviada, quienes sufragaron a su favor, imaginaron pendejamente que la cosa parlamentaria, la gestión social y promoción de leyes serían un poco --no mucho--, pero distintas. Laviada Hernández ha decepcionado a sus electores del distrito, y en sentido contrario, a su labor de mantenerlos informados sobre lo que se discute en el congreso y pulsar el parecer ciudadano antes de votar a favor o en contra o abstenerse de una iniciativa de ley, se ha dedicado, en los días de güeva legilstiva –que son un chingo--, a hacerse el aparecido en colonias y comunidades del municipio de Tuxpan, obsequiando chingadera y media, como el más habitual de los políticos priistas, que él y su partido el Pan tanto habían venido satanizando. Poco le duró la crítica a este diputado federal azul, que si mantuviera congruencia y dignidad, no andaría rancheando con su sueldo de legislador querencias electorales con miras a la elección municipal.

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