domingo, 28 de septiembre de 2008

DISCURSO DE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR...PRIMERA PARTE


Discurso del presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, durante la asamblea informativa del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, en el Zócalo de la Ciudad de México

Amigas y amigos: Muchas gracias por su participación en esta marcha-mitin. Muchas gracias de todo corazón. Siempre que convocamos a una manifestación, a una asamblea, nuestros adversarios, los que no nos ven con buenos ojos, y en los medios de comunicación se habla de que no va a acudir la gente. Ahora estuvieron diciendo que esta iba a ser la marcha, la concentración, menos participativa. Por ahora se van a quedar con las ganas, porque aquí estamos. Y todo se debe a ustedes.

Amigas y amigos: La crisis del México actual es producto del agravamiento de dos males endémicos: la corrupción y la desigualdad. Es indudable que siempre se ha padecido de estas calamidades. Pero de 1983 a la fecha, la corrupción y la desigualdad se han fomentado desde el poder público, se han institucionalizado. Durante el periodo llamado neoliberal, lo que realmente ha predominado es una política excluyente y de pillaje. Aquí insisto: desde 1983, un grupo muy selecto de traficantes de influencias, especuladores, banqueros, grandes empresarios y políticos corruptos se apoderaron del gobierno, se han venido apropiando de los bienes del pueblo y de la Nación y han utilizado el presupuesto público para su exclusivo beneficio.

Todo este proceso ha sido operado por tecnócratas formados en escuelas del extranjero, donde se elaboran los sofismas o falsedades para tratar de justificar el predominio del interés económico de una minoría y la apropiación de los recursos naturales de las naciones por encima del bienestar de los pueblos. Incluso, como borregos, muchos intelectuales y comunicadores al servicio de la derecha repetían y consideraban válida la seudo teoría del goteo, según la cual, si les iba muy bien a los de arriba les iría bien a los de abajo. Si llovía fuerte arriba, goteaba abajo; como si la riqueza en sí misma fuese permeable o contagiosa.

Veamos con precisión y objetividad cuál es el saldo de esta política de pillaje llamada neoliberal: De 1983 a la fecha, se han privatizado más de mil empresas públicas (entre ellas bancos, teléfonos, acero, minas, puertos, aeropuertos, líneas aéreas, ferrocarriles y electricidad). En los últimos veintiséis años se ha extraído tres veces más petróleo que todo lo producido en 81 años (de 1901, cuando inició la explotación petrolera, hasta 1982). De 1983 a la fecha, la deuda pública creció de 80 mil a 300 mil millones de dólares. En el periodo neoliberal se ha construido menos infraestructura y obras públicas, es decir se han hecho menos carreteras, hospitales, escuelas, presas, sistemas de riego; se abandonó el campo; se suprimió toda la política de fomento económico; se arruinó al pequeño y al mediano comercio; se ha desmantelado la industria nacional, y estas actividades pasaron casi por completo a manos de extranjeros. De 1982 a la fecha, el salario mínimo ha perdido el 85 por ciento de su poder adquisitivo, de su poder de compra.

En aquel entonces, en 1982, el salario mínimo alcanzaba para comprar 56 kilos de tortilla, hoy sólo permite comprar 5 kilos. En 1982, del total de la población económicamente activa, 35 por ciento tenía empleo en la economía formal. Hoy sólo tiene ocupación formal 22 por ciento y, según cifras oficiales, 12 millones trabajan en la economía informal, que buscan la vida de esta manera. En 1982, salieron del país a buscar trabajo al extranjero 210 mil mexicanos; en 2007, el año pasado, tuvieron la necesidad de emigrar 582 mil.

En este periodo, mientras las universidades privadas aumentaron seis veces el número de sus estudiantes, las universidades públicas apenas duplicaron su matrícula. Este ha sido el periodo de mayor concentración de la riqueza en toda la historia de México. Un dato: en 2006, según Forbes y cifras del INEGI, el patrimonio de los 10 mexicanos más ricos era equivalente al ingreso de un año de la mitad de la población de nuestro país. Asimismo, en ese año, el 70 por ciento de las familias mexicanas vivía con ingresos menores a 8 mil pesos mensuales. Uno de los resultados más lamentables de esta política discriminatoria, es que de 1982 a la fecha, el número de pobres en México pasó de 32 millones a más de 60 millones; es decir, se duplicó. Aunque cruda, esta es la realidad, que a veces no se quiere aceptar. La espeluznante verdad: en México la riqueza de unos (pocos) se ha edificado con la miseria de otros (muchos).

Por eso sostenemos que para enfrentar la crisis actual, lo primero que tiene que hacerse es cambiar esta política injusta y excluyente, que es la causa principal del empobrecimiento, de la inseguridad y de la violencia. En otras palabras, debe aplicarse una nueva política que tenga como objetivo central la atención a las necesidades del pueblo y no el lucro y los privilegios de una minoría. Este debe ser el gran tema del debate nacional. Sobre esta base es que estamos dispuestos a dialogar y a llegar a un acuerdo con otras fuerzas políticas y sectores sociales.

Desde esta plaza pública defino con toda claridad lo siguiente:

Primero, rechazamos la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, nuestro movimiento ha sido, es y seguirá siendo pacífico. Aquí abro un paréntesis para condenar una vez más el acto terrorista de Morelia, que causó la muerte de 8 seres humanos y lesionó a más de 100 personas inocentes.

Segundo, es necesario aclarar que no estamos en contra quienes, con esfuerzo, trabajo y de conformidad con la ley, crean riquezas y generan empleos, sino de aquellos que de la noche a la mañana amasan grandes fortunas en la ilegalidad o al amparo del poder público. Estamos en contra de los traficantes de influencias, de los especuladores y de los políticos corruptos, pero estamos a favor, se tiene que saber con mucha claridad, de una iniciativa privada con cultura productiva, con responsabilidad cívica y dimensión social.

Tercero, siempre por encima de nuestros legítimos intereses, personales o de grupo, estará el bienestar del pueblo y de la Nación.

Cuarto, para rescatar al país de la crisis actual, estamos dispuestos a construir un acuerdo con todas las fuerzas políticas y con los representantes de todos los sectores sociales de México, siempre y cuando se convenga cambiar la política económica para apoyar a la mayoría de los mexicanos, y en especial a los pobres y desposeídos de nuestro país. Y estamos dispuestos a ese acuerdo, si todo nos comprometamos a no permitir la privatización de la industria petrolera en ninguna de sus modalidades. Quiero explicar a ustedes con mayor detalle por qué es indispensable cambiar la actual política y qué proponemos de manera concreta. Es innegable que la situación económica del país está en franco deterioro y si no se corrige el rumbo, la situación va a empeorar, y será el pueblo pobre el que resulte más afectado. Aunque todos lo padeceremos, porque en una sociedad siempre el destino de unos, está atado al de otros. Este año, el crecimiento económico de México es el más bajo de todos los países de América Latina y el Caribe. En los últimos tiempos ha sido mayor la pérdida de empleos.

El salario y los ingresos están resultando insuficientes ante el aumento de precios, ante la carestía. Está creciendo la cartera vencida. Los bancos han reducido sus créditos. Las tiendas departamentales están bajando sus ventas. En estos días, la industria de la construcción no está creciendo. Por los efectos de la recesión, de la crisis en Estados Unidos, se está reduciendo el monto de las remesas de los trabajadores mexicanos en el extranjero; está cayendo la producción y las exportaciones mexicanas son menores; están bajando los niveles de ocupación en los destinos turísticos de nuestro país, y hay falta de crédito internacional para proyectos de inversión. No quisiéramos que ocurriera, pero lo más lógico es que con el deterioro de la economía mundial habrá menores flujos de divisas hacia México por concepto de inversión, de crédito y de exportaciones.

Adicionalmente, la caída en la producción del petróleo, ocasionada por su mal manejo, y una probable baja en los precios del petróleo, automáticamente plantea el riesgo del déficit creciente en la balanza de pagos. Sin considerar las exportaciones de petróleo, el déficit comercial, que significa que estamos comprando más en el extranjero de lo que vendemos afuera, ese déficit en el 2000, fue de 14 mil 149 millones de dólares; en 2007, de 53 mil 92 millones de dólares y, en 2008, según proyecciones, será de 68 mil 374 millones de dólares; es decir, del año pasado a este, crecerá 15 mil millones de dólares. Y es importante señalar que el 86 por ciento de este incremento en el déficit, se debe a la creciente compra en el extranjero de alimentos y petrolíferos, principalmente gasolinas. Y todavía así, se han perdido dos años, y el gobierno usurpador se ha negado a construir nuevas refinerías y no ha apoyado a los productores del campo mexicano para lograr la autosuficiencia alimentaria.

Han perdido el tiempo y han perdido la oportunidad que significa los precios altos del petróleo en el mercado internacional y el manejo de excedentes suficientes para haber echado a andar el desarrollo agropecuario, para lograr la autosuficiencia de alimentos y no tener que comprar los alimentos en el extranjero y también para construir las refinerías que hacen falta, para dejar de importar las gasolinas. Si no nos hubiesen robado la Presidencia de la República, ya estarían por terminar de construirse las tres refinerías que hacen falta en el país. Pareciera que el gobierno usurpador está esperando una crisis de balanza de pagos para actuar. No es ningún secreto que un ambiente de turbulencia financiera internacional y de crédito restringido, un déficit podría llevar a que la crisis económica pasara a crisis financiera, con consecuencias negativas para las tasas de interés y el tipo de cambio. Añadir una crisis cambiaria a la crisis que hoy padecemos por falta de crecimiento, empleo y falta de seguridad, tendría efectos muy graves para el bienestar de los mexicanos.

Por esta razón, desde esta plaza pública, proponemos al Congreso, al Poder Legislativo, la aplicación de un plan anticrisis, bajo los siguientes lineamientos: Consideramos que en materia económica, para enfrentar la crisis y evitar un mayor agravamiento, se debe fortalecer nuestra producción interna para, cuando menos, evitar un mayor desempleo y disminuir el déficit comercial. Esto lo podemos lograr aumentando la producción para depender menos de las importaciones de gasolinas, diesel, gas natural, alimentos y toda la gama de productos manufacturados que no son competitivos por los altos costos de los energéticos y del crédito. Los fondos para este plan anticrisis pueden obtenerse si se reduce en 200 mil millones de pesos el gasto superfluo del gobierno. Saben ustedes que en dos años, en 2007 y en 2008, ha crecido el llamado gasto corriente en el gobierno, en 400 mil millones de pesos. Si se reduce a la mitad, se tendrían 200 mil millones y también se podrían utilizan los otros 200 mil millones de pesos de excedentes que se recibirán este año por precios altos de petróleo. Con esta bolsa, de 400 mil millones de pesos, se pueden financiar proyectos de alto impacto económico para mejorar el nivel de empleo, la competitividad y enfrentar la crisis social y el clima de inseguridad.

1 comentario:

perro_viejo dijo...

Por lo que más quieras, no publiques la segunda parte... ¡con esta sarta de sandeces fue suficiente!