viernes, 28 de noviembre de 2008

¿COMPARECENCIAS O COMPADECENCIAS?



Por Uriel Flores Aguayo

urielfloresaguayo@hotmail.com
Una vez presentado por el gobernador del estado su cuarto informe de gobierno, corresponde a los secretarios de despacho dar cuenta de manera específica de lo que han hecho en sus respectivas áreas. Por estos días tienen lugar esas comparecencias para cumplir con lo que anteriormente se denominaba la glosa del informe. Por supuesto que se trata de un hecho importante, ya que ese momento se constituye en el espacio de diálogo entre los poderes ejecutivo y legislativo; otra cosa es que se minimice casi por todos los involucrados por cuestiones de interés o de incapacidad. Categóricamente debe sostenerse esa práctica como un acto de esencia democrática, revisable pero insustituible.

El clima que rodea a las comparecencias puede ser artificial o real, estando determinado su impacto y expectativas por la correlación de fuerzas de cada legislatura y por la coyuntura política. Así como en la anterior los secretarios tenían mayor exigencia al enfrentarse a una mayoría opositora, en la actual tienen todas las condiciones favorables para que sus presentaciones sean un paseo para el lucimiento personal. La abrumadora mayoría del PRI les garantizan preguntas a modo, aplausos y felicitaciones; mientras que de la oposición reciben ausencias y una que otra ocurrencia, acompañada de peticiones expresas o tácitas, como lo han reconocido algunos legisladores. Que las comparecencias tengan cierto nivel y se desahoguen con decoro mucho tiene que ver con la actitud republicana de los secretarios y la capacidad de los diputados. Si éstos investigan, se documentan y se preparan harán un gran servicio al interés general de los veracruzanos, pues aclararán temas presupuestales, medirán la eficacia de las políticas públicas y comprobarán si, en efecto, se está rindiendo cuentas.

Sería una desmesura y un retroceso tan solo plantear la eliminación de esas comparecencias. Si no hay de otra, por lo menos deben mantenerse como están, aun así es posible que tengan alguna trascendencia. Claro que lo mejor sería que no sólo se realicen cada año, sino que pudieran llevarse a cabo en todo momento y con libertad para oxigenar a la democracia jarocha y darle concreción viva a la división de poderes. Exactamente como se hace en cualquier democracia normal, para que Veracruz de el estirón y evolucione hacia formas avanzadas y modernas en el quehacer público.
Las comparecencias se vuelven compadecencias cuando los secretarios sólo repiten mecánicamente lo que ya se sabía por el informe presentado por el gobernador o cuando los legisladores abdican de su función y compiten para ser el más porrista del congreso. También son compadecencias cuando la nota es lo chusco o se exhibe el cobre públicamente. Ahí tenemos el caso del diputado que esperó un año la comparecencia del secretario de gobierno para pedirle audiencia; mientras que, por otra parte, un diputado adelanta el reto, amenaza o chantaje en el sentido de que sólo le interesa preguntarle al secretario de finanzas, curiosamente el encargado del manejo de los dineros públicos; queda la impresión, en este caso, de que estamos ante un aviso: que lo sepa el funcionario aludido, sino hay “respuestas”, será duramente cuestionado.
En fin, todavía hay muchos pendientes en este tema, es de esperarse la autocrítica de la actual legislatura, a la que todavía le queda una ronda de comparecencias el año próximo como para que innovaran y, de ser sensibles, nos hereden transformaciones radicales en las formas y los contenidos del diálogo entre los poderes en Veracruz. Recadito: Recorrido del FAS en los Tuxtlas y la cuenca del Papaloapan este fin de semana

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