Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com
Después de procesos internos autodestructivos en los que ha enseñado hasta los calzones y todas sus miserias por fin las aguas se empiezan a aclarar en el partido de la revolución democrática. Entre las definiciones más importantes que se han tomado está la relación con el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador, y con éste mismo: mientras las cúpulas partidarias hacen su mayor esfuerzo por diferenciarse del “peje” una mayoría de las bases y casi todos los simpatizantes están con él. No es negativo en sí mismo que renieguen o se deslinden de AMLO, al contrario, esa postura permite aclarar las posiciones y los intereses de cada quién. Por supuesto que hay muchos que prefieren las mieles parlamentarias y han decidido reproducir las prácticas de la política tradicional. No es descabellado pensar en la reedición de aquellos partidos qué, desde posiciones supuestamente de izquierda, en realidad le eran funcionales a los grupos del poder. Por otro lado hay millones de mexicanos que quieren cambios profundos en el país, que ven más allá de siglas partidarias y encuentran en AMLO el liderazgo o el referente para lograr sus objetivos.
Curiosamente en el PRD se están dando otros fenómenos que tienen que ver con las desbandadas públicas o silenciosas, con la confusión de todo y el reacomodo de liderazgos y agrupaciones. Tal es el caso de Veracruz, donde la crisis generalizada del “sol azteca” empuja a unos a enrollarse en la bandera amarilla y buscar un rinconcito donde refugiarse, mientras que, otros, más bien está buscando la forma de salir a respirar, es decir, de buscar posibilidades hacia fuera. En la primera postura, entre casera y de orgullo ficticio, estarían los que se han denominado como izquierda en movimiento (IM) y movimiento de izquierda veracruzano (MIVER); mientras que en la segunda posición están los que salen a dar la cara de verdad como la APO-VER y el FAS. Unos se achican y otros crecen.
En los discursos del grupo hegemónico del PRD sobresalen autodefiniciones llamativas, como la de reivindicarse como una izquierda pacifica y moderna, quedándose en expresiones verbales sin mayor contenido y con nulos elementos comparativos. Decirse pacíficos para diferenciarse del movimiento de AMLO es tan falso como irresponsable, ya que ambos lo son en tanto no están llamando a la violencia, pero viene a reforzar la campaña permanente que la derecha endereza contra las movilizaciones que despliegan amplio sectores de la población. Lo de izquierda moderna está por verse, sobre todo cuando el origen de las dirigencias que se bautizan de esa manera es primitivo y antidemocrático. Si no lo dijeran así yo no lo creería; cómo se puede pensar en una izquierda moderna con un estado, una sociedad y una economía donde lo que cuenta son lo fáctico, la impunidad y los intereses. Tanta ingenuidad ante los fraudes electorales e instituciones de papel es, por lo menos, sospechosa. Hablando en serio hay que decir que lo más moderno que se les conoce es su teléfono celular.
Los escándalos del PRD pero sobre todo su divorcio con ciertos principios y el movimiento de AMLO lo conducen a convertirse en un cascarón, lo cual va a quedar muy claro en las elecciones del año próximo, cuando previsiblemente obtenga un pequeño tercer lugar a nivel nacional y se enfrente a un traumático cuarto lugar a nivel estatal. No es lo mismo defraudar internamente para llegar a un cargo partidario que salir a ganarse votos con argumentos y prestigio. Es obvio que la mayoría de los votantes del PRD lo son por su simpatía con López Obrador, como antes la tuvieron con Cuauhtémoc Cárdenas. Para el caso de Veracruz, aunque algo recibirá a nivel nacional, Dante Delgado y Convergencia serán los receptores de muchos de esos votos pro-amlo.
Una de las enseñanzas que nos deja la crisis del PRD es el quiebre de ese modelo de partido centralista, cupular y tradicional; con lo cual se abren mayores posibilidades para quienes seguimos siendo de ese partido pero tenemos trayectoria y presente de izquierda. Visto de alguna manera resulta que el referente partidario se atenúa y las siglas se vuelven prescindibles, en tanto uno mantenga sus ideas e insista en promover acciones transformadoras desde la izquierda.
Recadito: Segundo Consejo Estatal del FAS el 21 de diciembre.
Después de procesos internos autodestructivos en los que ha enseñado hasta los calzones y todas sus miserias por fin las aguas se empiezan a aclarar en el partido de la revolución democrática. Entre las definiciones más importantes que se han tomado está la relación con el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador, y con éste mismo: mientras las cúpulas partidarias hacen su mayor esfuerzo por diferenciarse del “peje” una mayoría de las bases y casi todos los simpatizantes están con él. No es negativo en sí mismo que renieguen o se deslinden de AMLO, al contrario, esa postura permite aclarar las posiciones y los intereses de cada quién. Por supuesto que hay muchos que prefieren las mieles parlamentarias y han decidido reproducir las prácticas de la política tradicional. No es descabellado pensar en la reedición de aquellos partidos qué, desde posiciones supuestamente de izquierda, en realidad le eran funcionales a los grupos del poder. Por otro lado hay millones de mexicanos que quieren cambios profundos en el país, que ven más allá de siglas partidarias y encuentran en AMLO el liderazgo o el referente para lograr sus objetivos.
Curiosamente en el PRD se están dando otros fenómenos que tienen que ver con las desbandadas públicas o silenciosas, con la confusión de todo y el reacomodo de liderazgos y agrupaciones. Tal es el caso de Veracruz, donde la crisis generalizada del “sol azteca” empuja a unos a enrollarse en la bandera amarilla y buscar un rinconcito donde refugiarse, mientras que, otros, más bien está buscando la forma de salir a respirar, es decir, de buscar posibilidades hacia fuera. En la primera postura, entre casera y de orgullo ficticio, estarían los que se han denominado como izquierda en movimiento (IM) y movimiento de izquierda veracruzano (MIVER); mientras que en la segunda posición están los que salen a dar la cara de verdad como la APO-VER y el FAS. Unos se achican y otros crecen.
En los discursos del grupo hegemónico del PRD sobresalen autodefiniciones llamativas, como la de reivindicarse como una izquierda pacifica y moderna, quedándose en expresiones verbales sin mayor contenido y con nulos elementos comparativos. Decirse pacíficos para diferenciarse del movimiento de AMLO es tan falso como irresponsable, ya que ambos lo son en tanto no están llamando a la violencia, pero viene a reforzar la campaña permanente que la derecha endereza contra las movilizaciones que despliegan amplio sectores de la población. Lo de izquierda moderna está por verse, sobre todo cuando el origen de las dirigencias que se bautizan de esa manera es primitivo y antidemocrático. Si no lo dijeran así yo no lo creería; cómo se puede pensar en una izquierda moderna con un estado, una sociedad y una economía donde lo que cuenta son lo fáctico, la impunidad y los intereses. Tanta ingenuidad ante los fraudes electorales e instituciones de papel es, por lo menos, sospechosa. Hablando en serio hay que decir que lo más moderno que se les conoce es su teléfono celular.
Los escándalos del PRD pero sobre todo su divorcio con ciertos principios y el movimiento de AMLO lo conducen a convertirse en un cascarón, lo cual va a quedar muy claro en las elecciones del año próximo, cuando previsiblemente obtenga un pequeño tercer lugar a nivel nacional y se enfrente a un traumático cuarto lugar a nivel estatal. No es lo mismo defraudar internamente para llegar a un cargo partidario que salir a ganarse votos con argumentos y prestigio. Es obvio que la mayoría de los votantes del PRD lo son por su simpatía con López Obrador, como antes la tuvieron con Cuauhtémoc Cárdenas. Para el caso de Veracruz, aunque algo recibirá a nivel nacional, Dante Delgado y Convergencia serán los receptores de muchos de esos votos pro-amlo.
Una de las enseñanzas que nos deja la crisis del PRD es el quiebre de ese modelo de partido centralista, cupular y tradicional; con lo cual se abren mayores posibilidades para quienes seguimos siendo de ese partido pero tenemos trayectoria y presente de izquierda. Visto de alguna manera resulta que el referente partidario se atenúa y las siglas se vuelven prescindibles, en tanto uno mantenga sus ideas e insista en promover acciones transformadoras desde la izquierda.
Recadito: Segundo Consejo Estatal del FAS el 21 de diciembre.
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