viernes, 17 de diciembre de 2010

LOS” PONCHIS” DE XALAPA


Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com
Entre las cotidianas y abrumadoras notas de la violencia que azota a nuestro país sobresalió, hace unos días, la de “el ponchis “, el jovencito que a sus 14 años ya formaba parte de una banda de narcotraficantes y tenía como especialidad la decapitación de sus víctimas. Esta información escaló en la jerarquía de las noticias violentas por la edad de este pequeño criminal, manejándose con un enfoque amarillista y despertando mucho morbo en la opinión pública. Este, asi como otros casos, hacen evidente que la mayoría de los medios de comunicación, sobre todo el duopolio televisivo, siguen procediendo de manera irresponsable y nefasta, privilegiando el enfoque frívolo y sensacionalista en la búsqueda de” rating “y ganancias.
De los decapitados pasamos a las masacres colectivas, de los incinerados avanzamos a los enterrados en fosas comunes , luego escalamos a los desaparecidos y, ahora, nos topamos con el caso del “ ponchis” que, al igual que otros de su edad o menores, son la expresión más contundente que podemos encontrar de la descomposición social e institucional de nuestro país. A semejanza de los otros poderes fácticos, ahí tenemos el caso de los sicarios mediáticos, el narcotráfico amenaza la estabilidad social de nuestro país aun en sus niveles básicos.
En tanto, se impone la simulación y la pasividad de la mayoría de la sociedad, junto a una clase política que da muestras de incapacidad y extravío. Mientras se vive una especie de guerra en muchas regiones del país, donde impera la ley de las mafias, el PRI únicamente está preocupado por regresar a “los pinos”, Calderón se conforma con mandar en su partido y en el P R D, a excepción de AMLO, ensayan la mejor sonrisa para agradarle a los poderosos. Los mexicanos pacíficos, la inmensa mayoría, estamos solos, a merced de las mafias violentas y de políticos corruptos e inútiles, si acaso con posibilidades de apoyarnos en las fuerzas armadas donde toda vía prevalece un alto sentido patriótico y de dignidad.
En Xalapa viven miles y miles de “ninis”, la mayoría en la dura marginación social, son “ponchis” en potencia o ya son “ponchis” en cuestiones de menor impacto. Quién lo dude o quien se interese en esa realidad que tarde o temprano nos va a alcanzar a todos puede darse una vuelta por las colonias “del moral, “plan de Ayala”, “Colosio” y las reservas territoriales de “el tronconal” y” las trancas”, entre otras. Ahí se encontrará con pandillas de jóvenes y niños que cresen en un ambiente de miseria e ilegalidad, con tendencia directa hacia actividades delictivas y cuya aspiración mayor, abandonados por la sociedad y todo nivel de gobierno, es llegar a ser parte de algún grupo criminal.
Esos niños y jóvenes todos los días salen a las calles, marcan y defienden sus territorios, tienen casi como único panorama las drogas y la delincuencia, se relacionan con mafiosos e incurren en actividades violentas; si no se actúa con sentido de urgencia, en forma integral y eficaz, esos niños y jóvenes van a ser los “ponchis” xalapeños del 2011.
Qué hacer es la pregunta que todos nos debemos formular para pasar a dar respuestas inmediatas y serias, comprometidas, que exijan de cada quien pero más a los que toman las decisiones económicas y políticas. Hay que generar empleos, procurar que los que ya existen sean mejor pagados por que con esos salarios de hambre es más fácil robar o ser limosnero, se requieren políticas públicas para la niñez y la juventud, relacionadas con el deporte, la educación, el arte y el trabajo. Los gobiernos demagógicos y clientelares son los mejores aliados de los delincuentes.
El próximo gobierno de Xalapa tiene un gran reto en materia social y de seguridad pública, incrementado por las omisiones y el vacío de poder de las dos últimas administraciones. Un gobierno nuevo y diferente tendrá que presentar un proyecto nuevo y diferente, con seriedad y seguimiento, con resultados inmediatos y de mediano plazo. Es de tal gravedad la problemática social de Xalapa, la ciudad de los taxis, que no debe haber ningún pretexto para que todos aportemos nuestro granito de arena. Si se adquiere un poco de conciencia social a la vez que se hace algo sin visión caritativa es mejor, ya no merecemos politiqueros de bondad fingida ni empresarios “exitosos” que reparten limosnas mientras matan de hambre a sus trabajadores.

Recadito: paz y felicidad a los hombres de buena voluntad.

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