sábado, 16 de abril de 2011

GATO POR LIEBRE


Por Uriel Flores Aguayo


El lunes pasado comí en el merendero “Darío”, de “La Joya”, tan grato y sabroso como siempre, donde me aclararon que es falso que la mayoría de los quesos que se producen en ese lugar sean de polvos o de formulas lácteas. Eso mismo pienso y me satisface mucho que así sea por la honra de esos ganaderos y comerciantes tan pero tan trabajadores.

En la línea de seguir abordando el estado desastroso en que casi generalizablemente se encuentra nuestro país es importante distinguir de responsabilidades, no puede ser lo mismo, no pesan ni inciden igual, quienes tienen cargos públicos o son ciudadanos de a pie y, mucho menos, las elites económicas y los asalariados.

El diseño de país con todas sus nocivas consecuencias hasta llegar a la descomposición actual ha estado en manos de los monopolios y todo tipo de corporaciones empresariales, sindicales y políticas, las cuales tienen el control político de México, imponiéndole gobiernos a modo, del color que sean pero al servicio de sus muy particulares y sectarios intereses . Sacudir y renovar a México, mejorar el presente y tener futuro, implica no quedarnos en las apariencias, que lo que ´parezca lo sea, sino avanzar en la búsqueda de autenticidad y bases para la transformación profunda de nuestro país.

En ese sentido vamos ampliando la lista de las cosas que son contradictorias y que hay que cambiar, entre tantos otros ejemplos cuyo alcance podría conformar tres o cuatro tomos de las obras completas de todo lo que no debimos hacer ni seguir haciendo si es que no queremos hundirnos en la depresión o en el aislamiento total.

Pensemos en los empresarios, donde los verdaderos emprendedores y hombres o mujeres de empresa son excepción, con negocios pobres y dueños ricos, con un significativo número de ellos dependiendo del presupuesto público, con magnates de sexenio o trienio y con un sinfín de empresas “patito”. Las oposiciones políticas han dejado de serlo, ya no se oponen a nada ni siquiera constructiva o declarativamente, se han vuelto negocios particulares. Muchos funcionarios no tienen el perfil para ser buenos servidores públicos, ya sea por tener fama de en riquecimiento ilícito o por que ocupan cargos para los que no están preparados.

Y así podemos seguir mencionando casos de un país raro, disfuncional, injusto, medio inútil y con déficit en todo, hasta de civilización. Tenemos jueces injustos, jugos de frutas que hacen pasar como tales con colorantes, izquierdistas falsos, programas televisivos que, como el de Laura ,nos denigran a todos en el tichate de esa falsísima labor social; campañas de reforestación cuyo significado real son puntitos verdes en un papel, líderes sindicales cuya capacidad de convocatoria se basa en los puntos que le ofrecen a sus agremiados, estudiantes que no estudian y profesores que no enseñan, policías mal pagados y sin preparación que prefieren ser omisos respecto de sus obligaciones o colaborar con la delincuencia.

En fin, así podía seguir con otros ejemplos, bastan estos para ilustrar la realidad que nos rodea y abruma pero, sobre todo, la inaplazable necesidad de empezar a movernos, cada quien o en grupo, en la línea de las transformaciones.

Tómese como ironía gratuita , pero en honor a la verdad hay que reconocer que algunas actividades y servicios funcionan muy bien, por lo menos para cobrar .Es el caso de los bancos ,que actúan como implacables agiotistas, o la Comisión Federal de Electricidad ,que te cobra caro y te corta la luz sino les puedes pagar; igual pasa con teléfonos de México, la joya monopólica del Salinismo, o con las grúas municipales de Xalapa donde los operadores hasta ponen de su bolsa para el combustible con tal de que siga funcionando el negocio de arrastrar carros mal estacionados, o las casetas de cobro ,donde pagas porque pagas.

Lamentablemente lo poco que funciona en el país implica afectaciones en nuestro bolsillo, es en nuestra contra.

Recadito: no más sangre y clausura de laguna verde son las demandas independientes este primero de mayo.

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