Por Dip. Laura Itzel Castillo Juárez...
El día de ayer en el Centro Histórico de la ciudad de México Cuauhtémoc Cárdenas presentó su libro La propuesta programática, un México para todos. En este significativo evento el ingeniero llamó a la unidad de las fuerzas progresistas y señaló a Andrés Manuel López Obrador como su candidato presidencial.
Ahí le dijo que es necesario “hacer realidad este proyecto para rescatar al país, librándolo de su situación actual, exige proponerse reconstruir los tejidos sociales desde las comunidades más pequeñas hasta los sectores que dan vida a las grandes urbes”.
Este discurso contrasta con el que representa el rostro femenino del continuismo de derecha, que ha dejado más de 50 mil muertos y miles de desplazados, de huérfanos y desparecidos.
A estas terribles cifras se suman los millones de desempleados de los cuales 7 millones representan a los jóvenes que carecen de expectativas de educación y trabajo.
Por eso sabemos que Josefina enfocará su campaña a lavarles las manos a los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. Sin contestar lo que le preguntan, una y otra vez repetirá en su acartonado estilo: que es en los gobiernos estatales donde hay opacidad y corrupción. Seguirá viendo la paja en el ojo ajeno de los gobernadores y no la viga ensangrentada en el propio gobierno federal.
Bajo la premisa de menos Estado y más mercado, promovida activamente desde el régimen de Carlos Salinas de Gortari, el desmantelamiento del Estado mexicano se ha traducido en: liberación de las tasas de interés, reducción del gasto social, privatizaciones y un gran endeudamiento.
Todos estos elementos han nutrido las reformas estructurales regresivas que laceran al pueblo.
A eso se debe que Josefina tampoco responda con relación a la consolidación de los monopolios de la telefonía y de la televisión mexicana.
No le respondió ni a Creel ni a Cordero en el debate interno del PAN y jamás lo hará con Carmen Aristegui ni con Denise Dresser, cuando la cuestionan al respecto, pues el PAN y el PRI son lo mismo.
El conservadurismo del PRIAN ha llegado al extremo de encarcelar a las mujeres en distintos estados de la República por no llevar a término su embarazo. A ese grado llega la inconsciencia y la falta de solidaridad de una mujer candidata con su género.
En cambio López Obrador implementará un cambio profundo, necesario y para el ciudadano de a pie, un cambio fundamental pero a la vez simple: honestidad y justicia.
Tan sólo reduciendo a la mitad los privilegios de los altos funcionarios públicos se podría impulsar un programa para que inicien su vida laboral o retomen sus estudios 7 millones de jóvenes.
En el encuentro con Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel concluyó:
“Se debe tener claro, que dadas las circunstancias del país, por muy justas y nobles que sean otras causas, lo principal es luchar por un cambio de régimen. Sin ello, no hay posibilidad de buen gobierno, de empleo, bienestar, justicia, independencia, respeto a los derechos humanos, seguridad, tranquilidad ni paz social. Para decirlo en unas cuantas palabras, sólo hay dos opciones: o más de lo mismo o un cambio verdadero.”
El día de ayer en el Centro Histórico de la ciudad de México Cuauhtémoc Cárdenas presentó su libro La propuesta programática, un México para todos. En este significativo evento el ingeniero llamó a la unidad de las fuerzas progresistas y señaló a Andrés Manuel López Obrador como su candidato presidencial.
Ahí le dijo que es necesario “hacer realidad este proyecto para rescatar al país, librándolo de su situación actual, exige proponerse reconstruir los tejidos sociales desde las comunidades más pequeñas hasta los sectores que dan vida a las grandes urbes”.
Este discurso contrasta con el que representa el rostro femenino del continuismo de derecha, que ha dejado más de 50 mil muertos y miles de desplazados, de huérfanos y desparecidos.
A estas terribles cifras se suman los millones de desempleados de los cuales 7 millones representan a los jóvenes que carecen de expectativas de educación y trabajo.
Por eso sabemos que Josefina enfocará su campaña a lavarles las manos a los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. Sin contestar lo que le preguntan, una y otra vez repetirá en su acartonado estilo: que es en los gobiernos estatales donde hay opacidad y corrupción. Seguirá viendo la paja en el ojo ajeno de los gobernadores y no la viga ensangrentada en el propio gobierno federal.
Bajo la premisa de menos Estado y más mercado, promovida activamente desde el régimen de Carlos Salinas de Gortari, el desmantelamiento del Estado mexicano se ha traducido en: liberación de las tasas de interés, reducción del gasto social, privatizaciones y un gran endeudamiento.
Todos estos elementos han nutrido las reformas estructurales regresivas que laceran al pueblo.
A eso se debe que Josefina tampoco responda con relación a la consolidación de los monopolios de la telefonía y de la televisión mexicana.
No le respondió ni a Creel ni a Cordero en el debate interno del PAN y jamás lo hará con Carmen Aristegui ni con Denise Dresser, cuando la cuestionan al respecto, pues el PAN y el PRI son lo mismo.
El conservadurismo del PRIAN ha llegado al extremo de encarcelar a las mujeres en distintos estados de la República por no llevar a término su embarazo. A ese grado llega la inconsciencia y la falta de solidaridad de una mujer candidata con su género.
En cambio López Obrador implementará un cambio profundo, necesario y para el ciudadano de a pie, un cambio fundamental pero a la vez simple: honestidad y justicia.
Tan sólo reduciendo a la mitad los privilegios de los altos funcionarios públicos se podría impulsar un programa para que inicien su vida laboral o retomen sus estudios 7 millones de jóvenes.
En el encuentro con Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel concluyó:
“Se debe tener claro, que dadas las circunstancias del país, por muy justas y nobles que sean otras causas, lo principal es luchar por un cambio de régimen. Sin ello, no hay posibilidad de buen gobierno, de empleo, bienestar, justicia, independencia, respeto a los derechos humanos, seguridad, tranquilidad ni paz social. Para decirlo en unas cuantas palabras, sólo hay dos opciones: o más de lo mismo o un cambio verdadero.”
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