jueves, 9 de febrero de 2012

EN MI OPINIÓN...

Uriel Flores Aguayo

Los cuatrocientos cueros

Entre otras destacadas noticias ha dado mucho de qué hablar la más reciente presencia en Xalapa, de Cesar del Ángel y su autodenominado “movimiento de los 400 pueblos”. La nota ya no tiene que ver con las manifestaciones coreográficas y desnudas a que nos tienen acostumbrados, sino con el nuevo pretexto con el que pretende justificar su escandalosa e indeseable presencia en nuestra ciudad. Ahora dirige sus baterías contra algunos periodistas, señalándolos de ofensivos y discriminadores para con su persona y su grupo. Cada que acampa en Xalapa, inventa algunas causas, que van desde asuntos políticos hasta sociales; alguna vez afirmó venir a protestar contra el jefe de gobierno del Distrito Federal, en una de sus ocurrencias que más censuras y carcajadas logró.

Lo preocupante en las más recientes actividades de este folclórico personaje es su cobarde ataque a algunos periodistas, tal vez por encargo, porque rebasa la línea de lo chusco o grotesco y pasa a la agresión directa. Puede ser que se trate del mensajero que intenta censurar o inhibir la libertad de expresión.

Lastimas o repudios aparte, es necesario analizar la actuación y el significado de los que también se pueden llamar cuatrocientos cueros con su jefe bien vestido: la explicación principal para el sostenimiento de este grupo es la impunidad que le garantiza algún tipo de protección oficial, las omisiones y complicidades de autoridades de todos los niveles y la falta de una poderosa iniciativa ciudadana que proteste y logre la contención del circo de Del Ángel. Es conveniente dejar claro que estamos ante un grupo de presión al que no hay razón para denominar movimiento u organización social; del Ángel no es líder de nada, es el jefe o el administrador de posesiones de tierras, una pequeña estructura de malandrines y un grupo famélico de gente obligada o pagada.

En la historia de la protesta social en México, algunos grupos se han despojado de sus ropas en situaciones de limite, en luchas genuinas, casi siempre mostrando algo de pena pero realizándolo como mucha dignidad; recientemente lo hicieron en forma estética un grupo de aeromozas de la quebrada “Mexicana de aviación”; en el caso de los cuatrocientos cueros estamos ante un espectáculo circense, innecesario, en el que a sus protagonistas se les obliga por dinero o por posesión de tierras; es un método elegido por el jefe, ocurrente, quien cree- supongo- que así está luchando en algo y que llama la atención. Para mi resulta obvio lo contraproducente de esos espectáculos, degradantes, ya que únicamente obtienen el repudio generalizando de la ciudadanía. Me cuesta trabajo decirlo pero no encontrando lógica ni sentido común en ese proceder uno podría dudar de la cordura de Del Ángel y sus “achichincles” más cercanos.

Además del interés económico es evidente la tendencia política en los desplantes de los cuatrocientos pueblos, hay mentes retorcida que se regocijan ante la miseria humana; es de obviedad lo contraproducente de las actividades de Del Ángel, cuyo desprestigio lo hacen impresentable en cualquier sigla y en cualquier foro. Con autoridades más responsables y una sociedad más participativa la existencia de grupos de presión como ese tendría corta vida; no se requiere mucho para atender este tipo de manifestaciones, sin llegar a la represión, hay que aplicar las leyes correspondientes bastando, en algunos casos, con la activación del bando de policía y buen gobierno. El circo de Del Ángel daña la vida pública en Xalapa, por que induce a muchos ciudadanos a repudiar las manifestaciones sociales, confundiendo las protestas auténticas con lo que en realidad es negocio de los encuerados y su baile.

Recadito: vieron al” trastupijes” bailando con los cuatrocientos cueros.

Fuente: www.urielflores.org.mx

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