URIEL FLORES AGUAYO...
De esta expresión al parecer de origen Chino, de los tiempos de Mao, tomo la caracterización del partido oficial en Veracruz, esperando ser preciso e ilustrativo y eludiendo cualquier tendencia ofensiva. Para mi es la realidad y debe ser tomado en cuenta tanto por los opositores como por los mandos del partido tricolor, pero principalmente por estos, dado su pesado pragmatismo y su apenas disimulable triunfalismo que les nubla el panorama y los aleja de la objetividad y la autocrítica.
En perspectiva democrática, el único estado sano de nuestra sociedad, el que nos conviene a todos, la oposición debe mantener sus banderas en alto y debe jugar un papel de contrapeso ,con críticas y denuncias, a la hegemonía oficialista. Apenas se puede concebir un escenario de unanimidad política en Veracruz con un entorno nacional y, sobre todo, internacional, de democratización profunda y vorágine social de alcances libertarios...
Un buen punto de partida para comprender la realidad política local es ubicar las claves de los procesos electorales, parciales e inequitativos, que dotan o no de plena legitimidad a las autoridades administrativas y de representación que surgen de ellos. Para un partido en el Gobierno es más fácil ganar elecciones que gobernar en la medida que los procesos electivos son de baja calidad y se realizan en medio del abstencionismo; la apatía coyuntural de los ciudadanos es responsabilidad de todos los políticos pero lo es más de los que Gobiernan, que son los más obligados a fomentar la participación social que les de sustento a su mandato. Del análisis y posicionamiento que se haga sobre las bases de los resultados en sufragios, es decir, su fuente legal y ética, de parte del oficialismo, extraerá conclusiones serias y transformadoras; lo otro, lo intrascendente es la auto complacencia .Porque pueden creer que ganan porque son mejores, porque tienen apoyo real y porque su proyecto es de futuro; eso es autoengaño y lleva al conformismo que, pronto, se vuelve un auténtico freno para el desarrollo democrático. Habría que cuestionar si, a estas alturas, Veracruz es más democrático y vive con más bienestar social, como para justificar la preeminencia de un partido y una determinada línea política.
Los cambios que urgen en Veracruz, pueden tener origen externo o interno, para lo primero se requiere sensibilidad y actitud de apertura, para lo segundo se necesita persistencia y autenticidad. Superando el folclore y la simulación, con honestidad, se puede pero más se debe acordar una ruta reformista pactada que coloque a Veracruz en una situación de normalidad democrática, donde el verdadero servicio público y la transparencia presupuestal cierre el círculo virtuoso con el ánimo social y la participación ciudadana; que la política no sea asunto de la mediocridad y el dinero fácil, sino que se constituya en el medio para encarar y superar nuestros rezagos y problemas. Resulte lo que sea en términos de voluntad y definiciones políticas, con más carga a los que gobiernan, lo mínimo exigible es información clara sobre el estado de las finanzas, reformas democráticas y políticas públicas estables, eficaces y de formación de ciudadanía.
En esa línea de cambios la oposición juega un papel fundamental, que puede ser constructiva en la medida de que se le respete y reconozca. No sirve para efectos transformadores una oposición domesticada y de membrete; tiene que haber identidad y canales de expresión para la población; no hay virtud alguna, no es sano para la sociedad ni para el Gobierno, que se impulsé la unanimidad política y se fabrique una pluralidad de papel.
Todo puede ser tan artificial y tan intrascendente para Veracruz ,con todo y el mayoriteo, que en la siguiente elección local, la de Gobernador, nada garantiza al partido oficial que pueda ganar con facilidad; si son capaces de entenderlo para bien, no lastimando ni apabullando, le harían un buen servicio a Veracruz...
Recadito: para que valga la pena el PRD de Veracruz, debe recuperar su color.
De esta expresión al parecer de origen Chino, de los tiempos de Mao, tomo la caracterización del partido oficial en Veracruz, esperando ser preciso e ilustrativo y eludiendo cualquier tendencia ofensiva. Para mi es la realidad y debe ser tomado en cuenta tanto por los opositores como por los mandos del partido tricolor, pero principalmente por estos, dado su pesado pragmatismo y su apenas disimulable triunfalismo que les nubla el panorama y los aleja de la objetividad y la autocrítica.
En perspectiva democrática, el único estado sano de nuestra sociedad, el que nos conviene a todos, la oposición debe mantener sus banderas en alto y debe jugar un papel de contrapeso ,con críticas y denuncias, a la hegemonía oficialista. Apenas se puede concebir un escenario de unanimidad política en Veracruz con un entorno nacional y, sobre todo, internacional, de democratización profunda y vorágine social de alcances libertarios...
Un buen punto de partida para comprender la realidad política local es ubicar las claves de los procesos electorales, parciales e inequitativos, que dotan o no de plena legitimidad a las autoridades administrativas y de representación que surgen de ellos. Para un partido en el Gobierno es más fácil ganar elecciones que gobernar en la medida que los procesos electivos son de baja calidad y se realizan en medio del abstencionismo; la apatía coyuntural de los ciudadanos es responsabilidad de todos los políticos pero lo es más de los que Gobiernan, que son los más obligados a fomentar la participación social que les de sustento a su mandato. Del análisis y posicionamiento que se haga sobre las bases de los resultados en sufragios, es decir, su fuente legal y ética, de parte del oficialismo, extraerá conclusiones serias y transformadoras; lo otro, lo intrascendente es la auto complacencia .Porque pueden creer que ganan porque son mejores, porque tienen apoyo real y porque su proyecto es de futuro; eso es autoengaño y lleva al conformismo que, pronto, se vuelve un auténtico freno para el desarrollo democrático. Habría que cuestionar si, a estas alturas, Veracruz es más democrático y vive con más bienestar social, como para justificar la preeminencia de un partido y una determinada línea política.
Los cambios que urgen en Veracruz, pueden tener origen externo o interno, para lo primero se requiere sensibilidad y actitud de apertura, para lo segundo se necesita persistencia y autenticidad. Superando el folclore y la simulación, con honestidad, se puede pero más se debe acordar una ruta reformista pactada que coloque a Veracruz en una situación de normalidad democrática, donde el verdadero servicio público y la transparencia presupuestal cierre el círculo virtuoso con el ánimo social y la participación ciudadana; que la política no sea asunto de la mediocridad y el dinero fácil, sino que se constituya en el medio para encarar y superar nuestros rezagos y problemas. Resulte lo que sea en términos de voluntad y definiciones políticas, con más carga a los que gobiernan, lo mínimo exigible es información clara sobre el estado de las finanzas, reformas democráticas y políticas públicas estables, eficaces y de formación de ciudadanía.
En esa línea de cambios la oposición juega un papel fundamental, que puede ser constructiva en la medida de que se le respete y reconozca. No sirve para efectos transformadores una oposición domesticada y de membrete; tiene que haber identidad y canales de expresión para la población; no hay virtud alguna, no es sano para la sociedad ni para el Gobierno, que se impulsé la unanimidad política y se fabrique una pluralidad de papel.
Todo puede ser tan artificial y tan intrascendente para Veracruz ,con todo y el mayoriteo, que en la siguiente elección local, la de Gobernador, nada garantiza al partido oficial que pueda ganar con facilidad; si son capaces de entenderlo para bien, no lastimando ni apabullando, le harían un buen servicio a Veracruz...
Recadito: para que valga la pena el PRD de Veracruz, debe recuperar su color.
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