viernes, 12 de julio de 2013

POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA

El reto del Papa Francisco: equilibrar las finanzas de El Vaticano (parte 1) 

Dra. Zaida Lladó Castillo

Si hay una religión que ha sido siempre observada, pero también venerada por ser la de mayor cobertura mundial, es sin duda la religión cristiana—2,200 millones en todos sus tipos--, a diferencia del Islamismo--con 1,500 millones-- que está en segundo lugar. Y dentro de los cristianos, la Iglesia Católica Apostólica y Romana con aproximadamente 1,300 millones de fieles en el planeta, la hace por sí misma, una de las de mayor dominio. Su fundador fue Jesús y hoy su representante mayor es el Papa Francisco (Jorge Mario Bergoglio, Obispo Argentino que se ha distinguido por vivir en la medianía), nombrado el 13 de marzo de 2013. 

El Estado de la Ciudad del Vaticano, es la sede de esta religión, quien hoy nuevamente enfrenta una serie de problemas económicos—ya percibidos desde Juan Pablo II y el anterior Papa Benedicto XVI, mismos que intentaron en su momento poner en su lugar a los responsables, pero que por sus graves problemas de salud y avanzada edad, no tuvieron la fuerza ni el tiempo suficiente para resolverlos, a tal grado que se afirma, que ese fue uno de los motivos por el que se retiró el segundo. 

Por eso, a escasos 4 meses de papado, Francisco el Sumo Pontífice, ha tenido que desafiar a los miembros de su institución al expresar su indignación por aquellos hechos que le restan prestigio a la iglesia y ha señalado con calificativos muy fuertes los casos de fraudes, corrupción y voracidad de algunos miembros, entre otros problemas, dejando claro que no está dispuesto a permitir que avancen, ni permanecer callado; por ello, él hoy está retomando los temas con prudencia pero también con decisión hablando de frente y con la verdad, buscando rescatar el ánimo y la credibilidad que le exigen los depositarios de la fe en el real y noble sacerdocio, y sobre todo los católicos del mundo que aman su religión, que están a la expectativa de que su institución esté exenta de señalamientos y cuestionamientos de algún tipo y que desean ayudar para mantenerla viva por siempre, cumpliendo con creces su misión. Por lo tanto, recuperar el equilibrio financiero antes de que las mafias internas, se adueñen y desfalquen el Estado de la ciudad vaticana, representa sin duda, el gran reto para Francisco, frente a la Iglesia y sus representantes en el mundo.

Pero vámonos por partes y conozcamos un poco del tema: 

Desde el apóstol Pedro, el discípulo de Jesús, de quien recibió las llaves del Reino de Dios según la Biblia (Mateo 16:18–19) y fue el elegido para edificar la iglesia católica, a lo largo de la historia y hasta la fecha, ha habido 264 Papas y 266 papados reconocidos oficialmente por la misma; esto se debe a que existieron algunos que accedieron más de una ocasión. De entre todos los Papas, 42 han ejercido el pontificado durante menos de un año y 10 lo han ejercido durante más de 20. 

El pontificado más largo fue el de Pío IX (1846-1878) que lo fue durante 31 años, 7 meses y 23 días (aunque el pontificado de San Pedro se asegura fue mayor, pero su duración exacta no se ha podido determinar con exactitud). El pontificado más corto fue el e Urbano VII (1590), que lo ejerció durante 13 días.

La manera en que fue conformado el Estado de la Ciudad del Vaticano, sede de esta iglesia, se inició (en el siglo I d.c.) en una extensión territorial llena de pantanos, fuera de la ciudad de Roma a la orilla del río Tiber entre el puente Milvio y el actual puente Sixto, y desde luego no tenía aún esa denominación. En el siglo II, a este espacio se le denominó Ager Vaticanus y estuvo ocupado por mansiones señoriales propiedad de la familia del emperador Calígula (37-41 d.C.), y por grandes necrópolis (cementerios) situadas a lo largo de las arterias principales. En esa área Calígula, construyó un pequeño circo donde se entrenaban los aurigas (esclavos) y fue reestructurado después por Nerón (54-68 d. C.). Se dice que en ese lugar tuvo lugar el martirio de San Pedro durante la gran persecución del año 64 d. C.[1]

Y fue el emperador Constantino (306-337 d.C.) el primero en ordenar las primeras edificaciones de la basílica, lo que determinó el desarrollo sucesivo de la zona. Constantino inició la construcción de una monumental iglesia de cinco naves, crucero y ábside (construcción principal que remata en curva) sobre el sepulcro de San Pedro; además de una escalinata y un cuadripórtico, donde debían detenerse los no bautizados. Pero la extensión de la sede fue avanzando en su delimitación, conforme emitían su esfuerzo los siguientes Papas[2]

Durante los pontificados de Eugenio III (1145-1153) e Inocencio III (1198-1216), fue erigido el primer palacio, ampliado entre fines de 1200 y principios del 1300, y se reestructuró la muralla leoniana, la misma que el Papa León IV (847-855) construyera años antes en su honor, y que delimitó el núcleo espiritual de la nueva Roma Medieval y Renacentista. A partir de 1309 la sede papal se trasladó a Aviñón, por lo que Roma y la Basílica de San Pedro quedaron abandonadas durante más de un siglo. A partir de 1377, los papas regresaron a Roma, pero fueron necesarios unos 50 años para dar lustre a la ciudad. Los siguientes papados pensaron en la posible reconstrucción lo que no fructificó porque en el 1400, tuvieron que ser abandonadas por el avance Turco y la caída de Constantinopla. 

Así que, tenían que pasar más de cuatrocientos años y terminar la historia de los Estados Pontificios, que durante mil años mantuvieron en potestad buena parte de Italia, para que renaciera el Estado de la Ciudad del Vaticano. Tras la pérdida de Roma y por tanto la desaparición de dichos estados en 1870 a manos de Vittorio Emanuele II, Rey de Italia, la Santa Sede continuó en su antiguo espacio durante casi dos siglos, pero el reconocimiento oficial del reino de Italia, le fue otorgado en 1929, tras la firma de los Pactos de Letrán. Los Pactos de Letrán o pactos lateranenses del 11 de febrero de 1929, fueron negociados entre el Cardenal Pietro Gasperri, quien también era Secretario de Estado en nombre de la Santa Sede y Benito Mussolinni, el líder (fascista) y primer ministro italiano, en nombre del Rey Víctor Manuel III[3]

Dichos pactos definían tres objetivos diferentes:

· Un pacto que reconocía la independencia y soberanía de la Santa Sede y que creaba el Estado del Vaticano. 

· Un Concordato que definía las relaciones civiles y religiosas entre el gobierno y la iglesia en Italia, con el lema: “Iglesia libre en Estado libre".

· Una convención financiera que proporcionaba a la Santa Sede una compensación por sus pérdidas en 1870.

Pero dichos pactos, exigían obligación de cada parte. A través del Concordato, el Papado se obligaba a enviar a los candidatos para el obispado y el arzobispado al gobierno de Italia, requerir a los obispos que jurasen lealtad al Estado de Italia antes de tomar el cargo y prohibir al clero, tomar parte en la política. Por su parte el Gobierno Italiano, acomodó las leyes sobre el matrimonio y el divorcio a las reglas de la Iglesia católica y Romana y declaró a los miembros del clero exentos de tomar parte en el servicio militar. Así mismo, el estado Italiano garantizaba a la Iglesia Católica Romana el estatus de iglesia oficial del país, así como un poder sustancial en el sistema educativo italiano.

En 1984, los pactos fueron revisados principalmente para eliminar la religión oficial de Estado en Italia. 

En el presente, El Vaticano formalmente se autodefine como una monarquía absoluta cuyo monarca, es el Sumo Pontífice y tiene plenos poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Pero es también una teocracia electiva, en la que la elección del Papa corresponde al Sacro Colegio Cardenalicio (cuyos miembros son designados por los anteriores pontífices), reunido en Cónclave, según las actuales disposiciones de la Constitución Apostólica Universi Dominici gregis, promulgada por Juan Pablo II, el 22 de febrero de 1996 y modificada por Benedicto XVI en junio de 2007. Sólo el Colegio Cardenalicio tiene derecho a voto, quedando por tanto excluidos de la elección del Jefe de Estado el resto de ciudadanos vaticanos .El elegido, que previamente debe tener la categoría de Obispo, se convierte en Papa en cuanto manifiesta su aceptación; de no tener esta categoría debe ser ordenado inmediatamente. En cualquiera de ambos casos, el Papa recién elegido adquiere, desde el momento de su aceptación (y ordenación en su caso), la plena y suprema potestad en la Iglesia Católica, así como la Jefatura de Estado de la Ciudad del Vaticano.

Un dato curioso, es la parte demográfica de la ciudad de El Vaticano, pues la nacionalidad vaticana no se obtiene por nacimiento sino por concesión. Son ciudadanos de nacionalidad vaticana todos los diplomáticos empleados en las nunciaturas (embajadas vaticanas) de todo el mundo y aquellas personas que ejercen funciones para el Estado de la Ciudad. La nacionalidad vaticana se añade a la nacionalidad de origen y se pierde cuando las personas dejan de ejercer estas funciones. En El Vaticano, además del Papa Francisco, como Jefe de Estado, residen además 73 Cardenales--que viven dentro de los muros o en Roma--, el Papa emérito Benedicto XVI, 306 miembros del cuerpo diplomático, 49 sacerdotes y hermanos religiosos, una religiosa, 86 guardias suizos 25 hombres seglares, más 31 mujeres seglares, en su mayoría empleadas en el Estado, junto con sus respectivos cónyuges y familia. 

Pero ¿qué sucede con las áreas financieras? Como Jefe de Estado, el Papa, nombra a quienes operen la estructura administrativa y los responsables de supervisar la parte financiera de la Sede. No dudando de que en estos nombramientos el Papa selecciona entre sus ministros a los supervisores de estas operaciones, además de incluir a expertos en finanzas externos; siempre mediando la buena fe y confiado de que los nombrados manejarán con transparencia y pulcritud los fondos, como lo estipulan las leyes y convenios que se tienen firmados entre el Estado del Vaticano y en su nombre la Santa Sede con los representantes de la Unión Europea, para el caso de los usos de las moneda oficial en Euros. 

Pero ahí es donde viene el problema. Al otorgar esa confianza absoluta, el Papa queda a merced de los operadores financieros y, la historia registra ya la perversidad y ambición de algunos elementos que, aprovechándose de esa buena fe del Papa, han abusado y desfalcado a la propia banca vaticana; quedando como anillo al dedo el dicho de que: “en arca abierta, hasta el justo peca”. 

Pero, ¿a cuánto ascienden las finanzas del Vaticano? ¿Cómo y quienes las manejan? ¿Por qué se ha prestado a negocios turbios por parte de los encargados? ¿Qué es lo que piensa hacer la Santa Sede para frenar esos abusos y no dejar que el Estado del Vaticano se vuelva insolvente? ¿Qué retos son los prioritarios para el Papa Francisco y los guías espirituales de la iglesia, que con la mejor buena fe, buscan enderezar la nave?...eso lo trataremos más adelante. 

Continuará. 

[2]Estado de la Ciudad del Vaticano (2007-2012). “Estado y Gobierno”2013. 

[3] Ley del Estado de la Ciudad del Vaticano, 26 de noviembre de 2000, p. 2 

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