viernes, 13 de septiembre de 2013

MAESTROS: LO QUE NO SE DEBE HACER CON ELLOS


Uriel Flores Aguayo

La llamada reforma educativa ha despertado reacciones apenas previsibles en sus formas pero no en su magnitud en todo nuestro país y significativamente en el estado de Veracruz, con cierto énfasis en Xalapa. Estamos ante movilizaciones magisteriales, estudiantiles y populares (padres de familia) que han resultado todo un acontecimiento por su carácter masivo, creatividad e impacto social; es el tema en la sociedad, reflejado en los medios y propiciando estrategias y ajustes en su entorno. Desde los dos días posteriores a la aprobación de la ley más polémica, la del servicio profesional docente, las concentraciones y actividades de los maestros, marchas y suspensiones de labores en las escuelas, debieron haber alertado a las autoridades correspondientes sobre los alcances de las protestas de tal manera que fijaran propuestas serias y efectivas. No lo hicieron así, se condujeron en sentido contrario; primero, auto organizaron una marcha que pareció de agradecimiento, después, minimizaron las primeras manifestaciones opositoras y difundieron fotografías con los líderes sindicales que, ya se vio, tienen poca representatividad. En esa ruta esquiva y dispersa dejaron pasar tiempo valioso para encarar con transparencia y confianza las impugnaciones magisteriales; un poco el colmo fue mandar funcionarios de bajo perfil a atender a furioso maestros y estudiantes que, mínimo, pedían hablar con el titular del Ejecutivo. Todo eso es lo que no se debe hacer en estos tiempos de impactante velocidad informativa, de crisis de representación política y ante la acumulación de agravios sociales de todo tipo; a veces, la gente no anda buscando quien se la hizo sino quien se la pague. A estas alturas, cuando se dan este tipo de protestas, sobre todo con la magnitud de las de Xalapa, no se debe salir con el anacrónico librito de la grilla, la simulación y el chocholeo.

En términos de confianza ya es irreversible los que se hizo mal , queda como saldo negativo, pero tal vez recapitulando sobre otra manera de actuar en estos casos, esperando que, al final, se encuentre un camino de respeto y resultados, vale la pena señalar lo que se debió haber hecho: el Ejecutivo hubiera pedido que los movilizados nombraran una comisión para dialogar con ellos, directamente, exponiendo con sinceridad sus alcances y ofreciendo interlocución para efectos de reuniones en las instancias federales; con eso se ganaría la confianza de los maestros, quienes, por lo menos, le reconocerían su papel de Gobernante de todos y la eficacia de sus gestiones. Para tal fin era necesario desmontar el aparato mediático minimizante y aún cuestionador de la autenticidad de las movilizaciones, dejar a un lado el mal entendido principió de autoridad, que nadie estaba negando y, lo mejor, prescindir de las figuras grises y repudiadas de los líderes sindicales, cuya aparición fue radicalmente contraproducente. Lo que era tan sencillo, por mala asesoría se volvió un problema en forma del cuestionamiento a las autoridades en general por no dar la cara o por pretender engañar a los maestros.

Para estos casos se requiere diálogo paciente, serio y respetuoso; entender que son realidades distintas las de la calle y las de organismos formales, que en ciertas circunstancias, como pasa en todo el mundo, se tiene que hablar con quienes representen a la sociedad movilizada en la coyuntura determinada. Pretender que todo es normal es engañarse, vivir en el error y dejar de cumplir un papel democrático .Incluso, si pasa el tiempo y las protestas se diluyen, como ocurre normalmente, queda la memoria, se registran las responsabilidades y siempre habrá un saldo que pagar o que cobrar.

Esta es la primera ocasión que le cuesta a los Diputados y a los Senadores el sentido de su voto con el repudio en las calles y en la plaza pública; creyeron o no midieron bien, que no iba a pasar nada, que no tendrían un costo político; ya vieron que no, en pancartas y consignas la ente movilizada les está reclamando y llamándolos traidores; son un avance democrático tales acciones. Lo educativo se vuelve social por su incidencia en la sociedad en tanto involucra a padres de familia, niños y jóvenes, maestros y comunidades; los genios de las reformas pactistas y sus legisladores paleros no midieron el ánimo social, la confusión y rechazo que iban a despertar; están ante la gran lección de que los Mexicanos tenemos dignidad, que nos hemos dejado pero que todo tiene un límite. Espero que nada quede igual: que se democraticen los sindicatos magisteriales, que los funcionarios educativos sean profesionales, que las autoridades aprendan a escuchar y a dialogar y que, en general, se abra paso un ambiente social de libertad y democracia. Viva Xalapa.

Recadito: Igual que los sindicatos los partidos paleros no sirven para nada.

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