AMOR A LA PATRIA
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
Patria, va más allá de un simple concepto, pues además de referirse al territorio donde se nace también describe el valor estimativo a los símbolos o hechos que marcan nuestra identidad, por diversas razones o vínculos: familiares, afectivos, legales, históricos, culturales o nacionalistas.
Porque, aunque todos podemos conocer la palabra Patria, el concepto: amor a la patria, es algo más grande y significativo. Y cada quien lo expresa a su manera en cada país haciendo que ese amor mueva los sentimientos de respeto a la nación y el orgullo y dignidad que caracteriza a sus ciudadanos, lo que hace apreciarla y defenderla. Por eso cuando se está lejos de la patria, es cuando más se valora y extraña, porque la persona se da cuenta que en ningún lado lo tratarán mejor que en ella…su casa.
Y “ese extrañar”, “ese valorar”, muchos países del mundo donde han existido guerras o invasiones lo tienen muy claro siempre.
Por ejemplo en Japón, concretamente en Hiroshima existe el Parque Conmemorativo de la Paz y el mismo, tiene varios monumentos que recuerdan los lamentables hechos del año 1945 y uno de esos monumentos que ahí se ubican, es el Cenotafio Conmemorativo a las víctimas de la bomba Atómica, que tiene la leyenda: “Descansad en paz, pues el error jamás se repetirá”. Y ese hecho, los japoneses lo tienen muy presente y es un acicate diario para levantarse todos los días a resolver sus problemas, especialmente cuando han sufrido guerras, recesiones económicas o catástrofes naturales. Pero, pese a los acontecimientos adversos que los japoneses han vivido en su historia, ¿por qué ellos se recuperan y vuelven a ser en breve una de las potencias económicas más fuertes del mundo? Pues, porque los japoneses tienen una fe tan grande en el valor personal y el de los demás, que su identidad, nacionalismo y amor a su patria les mantiene unidos, superándose y luchando, pensando primero en ella más que en sí mismos.
En México, no hemos vivido guerras desde hace más de 100 años--y esperamos no tener motivos para tenerlas--, pero sí hemos vivido catástrofes que nos han unido en el dolor y nos hemos dado la mano, unos a otros, siempre. Pero ¿Por qué no podemos superarnos en el mismo número de años que los japoneses? Porque, hay muchos complejos aún por vencer, que nos bloquean en lo interno y no nos permiten crecer, pero tampoco permitimos que crezcan los demás; y la falta de seguridad nos limita la confianza entre nosotros mismos.
Pero, cuando más se siente el amor hacia lo propio, es cuando uno viaja al extranjero o cuando se emigra hacia otras latitudes. Por eso es de entenderse los casos de los connacionales que extrañan su patria y viven en el anonimato en países donde, a veces, no son bien recibidos. Donde, quienes los emplean, les dan un trato infrahumano o los discriminan en los trabajos y sueldos. Conozco algunos amigos y familiares que se fueron muy jóvenes a los EEUU, y me cuentan que al principio por las noches no dormían, sólo pensaban en la familia, en lo que dejaron atrás en sus tierras, en lo mucho que extrañaban sus amigos y sus historias. Pero se tuvieron que aguantar, porque los deseos de supervivencia fueron mucho más fuertes en ese país extraño.
Cómo hubieran deseado éstos, que en el nuestro se les hubieran dado las oportunidades de mejoramiento y haberse evitado alejarse de la tierra donde nacieron. Porque todos esos mexicanos que viven en el extranjero, añoran sus tradiciones y costumbres y en el fondo, tienen un profundo sentido de pertenencia a lo nacional –y lo comparten con su nueva nación--, y aunque su mayor deseo siempre será prosperar, también sueñan en regresar algún día siendo mejores que cuando se fueron.
Pero, así como hay paisanos que se van también hay gente que vive en México decepcionada, y esto es lamentable, ya que existen hechos y circunstancias que desalientan el nacionalismo, y debemos de analizarlo para corregir lo que está mal, poner cada cosa en su justa dimensión y vencer el pesimismo:
Primero. Las injusticias y los abusos desde el poder, que son los agravantes más serios y que más decepcionan a los mexicanos. Ya que es difícil creer, que no se puedan detener los abusos de malos políticos o funcionarios que dieron al traste la labor en sexenios o trienios, al utilizar la función pública para enriquecerse, mientras en el país y en las entidades los índices de pobreza han incrementado sorprendentemente. Y lo increíble es que las leyes de este país son aplicadas a discreción y en la mayoría de los casos los delincuentes de “cuello blanco”, no son castigados como se merecen.
Segundo. Otro aspecto que decepciona, es la falta de seguridad en nuestra nación que nos expone a vivir al borde del miedo y del caos. Es decir, la proliferación cada vez mayor de malos mexicanos que dañan, lesionan o exterminan a los propios mexicanos—en especial a niños y jóvenes--, y que han quebrantado la tranquilidad de las familias llevando dolor y alterando la paz nacional. Por ellos, el nombre de México se ha empañado en el plano nacional e internacional.
Tercero. Tenemos que reconocer que en cada etapa política o social han existido traidores a la patria, mexicanos que atentan contra el presente y futuro de los mexicanos. Y los son también aquellos que, en tiempo de crisis, en lugar de ser solidarios con la nación, se llevan sus capitales a invertirlo en otras latitudes cuando se sienten amenazados, no importándoles si quiebran las finanzas nacionales.
Cuarto. La falta de oportunidades, que se traduce en pobreza, desempleo y desigualdad. La falta de calidad en la educación que ha impedido, salvo muy honrosas excepciones, que los mexicanos sobresalgamos en aspectos vitales como lo es: la cultura, los conocimientos, los valores, la productividad, la competitividad, etc. Y por esa carencia, no podemos competir con las potencias extranjeras. Igualmente la falta de posibilidades de desarrollo, tanto en el campo como en las ciudades por las deficiencias en los criterios cuando se planean, otorgan y evalúan los beneficios sociales en donde pesa más la esencia política, que las necesidades de quienes viven en la miseria y la marginación.
Y todas estas circunstancias, que por desgracia no las podemos ocultar, es lo que desanima a un buen número de mexicanos y sobre todo afecta a nuestra credibilidad y confianza frente al mundo.
Pero, tenemos de alguna manera que sacar la casta. Por fortuna creo que somos más los nacionales leales, que aquí nos quedamos y queremos contribuir para mejorarlo. Y al respecto, siempre pienso en el compromiso con las nuevas generaciones.
Enseñarles, a niños y jóvenes, a amar al país porque a ellos les tocará en su momento defenderlo, cuidarlo y elevarlo a los niveles que la población requiera. Y eso es tarea principal de los responsables de la educación formal (maestros) e informal (padres de familia).
No es fácil, enseñar a los jóvenes de hoy, amar a su patria con racionalidad, cuando los adultos no estamos predicando con el ejemplo. Cuando sería tan fácil si les demostramos que se puede servir a la misma con medios legítimos, honestos y sin confrontarnos entre nosotros mismos y, que en los actos profesionales siempre tendrá que anteponerse el interés superior, que es el país, por sobre cualquier interés particular o intención de grupo, gremio, partido, sigla, etc.
Debemos también cultivar en las nuevas generaciones el valor de la historia, haciéndoles notar que esta tierra ha costado mucho superarla, que ha sido construida y reconstruida por hombres y mujeres que dieron su lealtad y vida movidos por sus afanes de libertad, de justicia y de progreso; que fueron testigos de su evolución y que conocieron el valor de sus luchas, miedos, conquistas, aciertos y desafíos. Que la vieron madurar y la hicieron grandiosa. En suma, que la amaron profundamente.
Porque en cada etapa de la historia, México ha escrito su destino con cada generación de mexicanos. En consecuencia, no existe Patria sin patriotas.
Pero entendiendo al patriotismo no como bandera o propaganda política, como en algunos países, sino el sentimiento que hace que cada individuo y cada elemento que constituye el Estado y la sociedad, se entiendan y complementen para hacer lo mejor para sus habitantes, que son por los que finalmente vale la pena trabajar.
Y, los patriotas de hoy ya no llevan un estandarte con la Virgen de Guadalupe en una mano y la espada en la otra, ni empuñan las armas y luchan en una guerra intestina. Eso, hizo dignos a nuestros héroes cuando se enfrentaron al dominio español en los territorios de Nueva España y eso les dio el mérito en la historia. Y por ese hecho siempre, los recordaremos con respeto y admiración.
Hoy el verdadero amor a la patria se demuestra, teniendo el valor de vencer limitaciones antipatriotas: la pereza, los vicios, las inercias perversas, las mentiras, las quejas, la flojera, la comodidad, la discordia, la ambición, la corrupción, la envidia, la cobardía, la ignorancia y la intolerancia. Defectos que urge, que cada quien trabaje en lo particular y los cambie por virtudes como: la preparación, la cultura, el trabajo, el compromiso, la honradez, el respeto a los demás, la calidad humana; en pocas palabras, por la eficiencia y el optimismo.
Ese es el patriota del México de nuestros días, el que no puede ver a su nación hundirse sin que haga nada al respecto. Un patriota no puede ser ignorante, siempre se preparará e informará antes de emitir juicios y no se enganchará en falsedades, sino que se ha de ubicar siempre en la verdad y realidad, Un buen mexicano, busca soluciones, propone, actúa y se compromete para servir mejor a su país. Y más en estos tiempos en que la nación nos necesita.
Tenemos un país maravilloso, que lo tiene todo, solo hay que saber valorarlo.
México, es un país que respeta las libertades individuales, pero también nos exige el compromiso de respetar el derecho de los demás. México hoy nos ofrece garantías para acceder a la igualdad y equidad nacional, pero también exige de todos nosotros resultados para trabajar y colaborar en los cambios que se requieren; hoy nuestra nación nos da los espacios para los acuerdos para dirimir las diferencias y mantener la paz social, pero también nos pide tolerancia, y comprensión para enderezar lo desviado y recuperar el equilibrio. Porque lo más importante es impulsar al país al dinamismo económico, la justicia social, la armonía y podamos, en la confianza ganar todos.
Con estas reflexiones, estoy segura, que coincidimos una gran mayoría de mexicanos. Y son tiempos de entender nuestra realidad con objetividad y sin avasallamientos. Las cosas tienen que modificarse, para ser mejores. Pero debemos ponernos de acuerdo aun con nuestras diferencias, y lograr que nuestra nación cambie.
Y si lo logramos, nos demostraremos a sí mismos que tuvimos valor y disposición de hacer algo por nuestro país y con ello demostrarle que lo queremos; y de esta manera, nos habremos ganado el honroso lugar de ser parte activa de su historia.
Gracias y hasta la próxima.
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