Me tardé 8 años pero al fin una mañana de febrero del 2014 descubrí el secreto mejor guardado de este país o el por qué a una izquierda tan descafeinada, socialdemócrata y corrupta como la mexicana nunca le permitirán llegar al poder.
Pasen y lean…
A través de la filípica semanal de Joel Ortega Juárez (otro excomunista funcional al sistema) en Milenio intuyó las razones del fracaso de la socialdemocracia neoliberal en México. La constitución de 1917, o el proyecto revolucionario expresado en ella, se encarnó en la figura “maldita” del cardenismo-lombardismo que según él convirtió a la izquierda en rehén del PRI. Lo de menos es esta parte. Lo esencial es que para la generación que mamó la doctrina de la rendición a la “democracia de mercado” (encarnada en la transición española) la única izquierda que merecería llegar al poder sería aquella que tuviera el coraje (sic) de regalar el petróleo, la electricidad y cualquier empresa pública al capital privado renunciando al estado intervencionista.
No es que el PRD, Cuauhtémoc Cárdernas, AMLO o Porfirio Muñoz Ledo no intentaranimitar al PSOE neoliberal desde 1988 hasta la fecha. Pero sucede que gracias a la victoria popular de la Revolución Mexicana, este país se construyó desde el Estado y desde lo público. Como bien dice Ortega “fue ésta “ideología” la que dio origen a la ruptura de la Corriente Democrática con el PRI en 1987? y esta es la razón por la cual a la izquierda mexicana, domesticada, rosa y palera no le permitieron llegar a la presidencia de la república ni en 1988 ni en 2006.
Por más amigables y malinchistas que sean, estos chicos nunca serían del todo confiables en caso de llegar a Los Pinos. En el nuevo México itamita, el poder debe ser colonial en grado superlativo y eso significa que en la cúpula del poder no se admiten socialdemócratas nostálgicos de PEMEX.
Esta es creo yo la diferencia entre España y México. En Madrid, y desde Franco, el Estado siempre ha sido colonial e ilegítimo. Felipe González no tuvo que cancelar ninguna reforma agraria ni privatizar la energía eléctrica porque la guerra civil la ganaron los oligarcas y ninguna de sus pesadillas populistas sucedió aunque ya en democracia el buen FG desmanteló siderúrgicas y otras parapúblicas en favor de un capital agradecido con el joven turco. En la otra orilla del Atlántico, pese a la revolución traicionada y la burguesía priista, el pacto constitucional de 1917 marcaba, en la letra, un posible sendero hacia el socialismo y el nacionalismo (antimperialista por definición). No importa que sus obras duraron poco y se cumplieron mal sino que su perdurable legado en la memoria colectiva de México debía ser extirpado, sexenio tras sexenio hasta eliminar de raíz su potencial peligrosidad. La reforma energética del 2013 es el blasón de oro en esta inexorable cruzada contra un pasado-que-no-debe-volver.
Por eso los ricos mexicanos prefieren el modelo español. En la madre patria nunca serán expropiados. En México, y con la vieja Constitución, nunca estaban del todo seguros. Ahora que ya nada queda de la Revolución y sus textos y este país es provincia (infeliz) de Estados Unidos, reina la paz de los tecnócratas. Pero ya que la socialdemocracia mexicana nunca tuvo los arrestos para convertirse honestamente a la religión neoliberal, su castigo fue y será la permanente expulsión de Los Pinos.
No importa cuánto te vendas, no importa cuánto renuncies si al final del día te niegas a apuñalar con singular y conversa alegría un ejemplar de la maldita, parcheada e inútilConstitución de 1917.
Eso dice Joel Ortega en todos y cada uno de sus artículos: En tiempos de gobernanza imperial, la izquierda “estatista-nacionalista” es pecado mortal.
Descanse en paz la izquierda mexicana. Quiso, no pudo y murió en el intento. No les alcanzó el tiempo para convertirse en buenos y posmodernos españoles.
Fuente: RADIO AMLO.
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