Se cumplen 25 años de uno de los desastres ambientales más grandes de la historia: en 1989 en Prince William Sound, Alaska, el buque cisterna Exxon Valdez encalló en el arrecife Bligh y 8 de sus 11 tanques de carga de petróleo se rompieron, vertiendo de inmediato crudo hacia el mar.
En los días que siguieron, 11 millones de barriles de petróleo crudo se derramaron de la nave en las aguas heladas de la región, de los cuales se recuperó menos del 10 por ciento. Durante los cuatro años siguientes, Exxon gastó 2 mil millones de dólares y empleó a 10 mil personas para tratar de limpiar su petróleo de las costas en los alrededores.
Hoy, 22 de las 24 especies afectadas entonces siguen sin recuperarse y miles de galones de petróleo todavía están presentes en las playas de la zona, según advirtió el profesor Rick Steiner, experto en derrames de crudo.
Actualmente, nuestro país enfrenta el riesgo de que ocurra un derrame petrolero y el consecuente desastre ambiental en aguas mexicanas. El gobierno federal, con la Reforma Energética aprobada en enero, sigue apostando a la dependencia al petróleo e insiste en los planes de exploración y explotación en aguas profundas aun cuando desastres como el de Exxon o el de British Petroleum –ocurrido en 2010 en el Golfo de México-, han demostrado lo ineficaz que resulta intentar contener un derrame de este tipo y la reparación del daño ambiental.
Petróleos Mexicanos tiene desde 2013 un acuerdo de colaboración técnica y científica con Exxon Mobil en materia de investigación, desarrollo científico, tecnológico y de recursos humanos en la exploración, perforación, producción, transporte y almacenamiento de hidrocarburos.
Lo que Exxon debería compartir es la verdad sobre los daños ambientales, económicos y sociales que conlleva un derrame petrolero como el ocurrido en Alaska en 1989. En ese sentido Greenpeace exige a Pemex que retome la experiencia de lo ocurrido con el Exxon Valdez y más recientemente con British Petroleum y evite a toda costa un riesgo de tal magnitud para nuestro país.
México tiene la capacidad y condiciones geográficas para aprovechar la energía de fuentes renovables (solar, eólica, geotérmica, mareomotriz y de pequeñas hidroeléctricas) y acabar de una vez por todas con la dependencia al petróleo, gas y carbón y los riesgos que este implica, señala Greenpeace.
El Ártico es otra zona amenazada por el olvido de desastres como el de Exxon Valdez. Las petroleras Exxon Mobil y Shell tiene planes de perforar en el mar de Chukchi en el Ártico estadounidense para el año 2015.
Fuente: Greenpeace.
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