En el marco de la semana de la libertad de expresión, organizada por la Asociación de Periodistas Independientes de Tuxpan, A. C., éste jueves se llevó a cabo un taller denominado “Liderazgo y comunicación”, impartido por Vicente Arcadio Hernández Martínez, en la Facultad de Contaduría, a cargo de Eladit Álvarez Velázquez, donde por cierto la atención brindada fue excelente. El ponente hizo una extraordinaria exposición que mantuvo cautivo y atento al público, una plática motivacional.
Ya anteriormente había dicho en una entrevista que el mexicano no necesita una reforma laboral, educativa, energética, electoral, lo que necesitamos es una reforma mental que nos lleve a cambiar de actitud, ser propositivos, responsables, adquirir el compromiso en lo que hacemos, emplearnos a fondo con el concepto ganar – ganar.
Palabras que tal vez suenen extravagantes en un México en donde abunda la incertidumbre, la corrupción, la soberbia y la ausencia de planeación. En ese escenario, no cabe la gente preparada, capaz, creativa, emprendedora, asertiva.
El catedrático tiene fé en la sinergia, en el trabajo de equipo y la forma en que lo dice, convence, porque esto permitirá dar pasos hacia adelante, transformar la sociedad en que vivimos, pero antes, tenemos que empezar por nosotros mismos.
Contó una historia que por cierto anda circulando en internet, pero se las quiero compartir: Erase una vez, en cierto tiempo y espacio, había un gran bosque, hermoso, con grandes árboles, en donde la naturaleza brillaba y las especies convivían. Un día, empezó un enorme incendio, el rey de la selva, el famoso león salió corriendo, aterrorizado por las llamas; los animales más grandes como el oso, el elefante, las jirafas, también se alejaron, todos prefirieron la graciosa huida, la fácil retirada.
En semejante panorama y cuando todo parecía perdido, que no se podía hacer nada, un pequeño colibrí hizo acto de presencia. Con el humo en su diminuto cuerpo, preguntó que pasaba, le explicaron que en unas horas más desaparecería su hogar. El colibrí, no se amedrentó, y aseguró que el apagaría el fuego, todos los demás lo cuestionaban: ¿Cómo le harás?, ¿estás muy pequeño para una acción de gran envergadura?, el ave los escuchó y dijo que con su pico acarrearía el agua desde el río y con las pequeñas gotas procedería las tareas de contra-incendio, es decir a rociarlas sobre la lumbre.
Y ante la insistencia de que no podría por ser un animal muy pequeño, les respondió: “Yo, desde mi pequeñez, voy apagar el fuego”. La moraleja es “una gotita de amor en un gran mar de amargura”.
Hasta pronto. Hasta siempre.
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