viernes, 5 de diciembre de 2014

UNA TRADICIÓN ¿EN TRASFORMACIÓN, O EN EXTINCIÓN?

Por Carlos Loya Kokke

El 7 de diciembre es una fecha que ha distinguido a Tuxpan por muchísimos años, no pretendo dar lecciones de historia ni del origen de esta tradición, por razones tan sencillas, como que no soy historiador, ni estoy empapado en sus orígenes, además de que los mismos historiadores y cronistas no acaban de ponerse de acuerdo en su real origen y antigüedad.

Lo único que pretendo al escribir estas líneas, es simplemente recordar una tradición que, de las épocas de mi niñez (que ya llovió y se seco) a la fecha, ha cambiado mucho, demasiado diría yo, y tratar de analizar que ha ido provocando poco a poco estos cambios, que lejos de reforzarla, día a día parecen estarla condenando a desaparecer, o al menos en transmutar en algo muy lejano a lo que fue.

Remontándonos 30 o 40 años atrás, que es lo mas que puedo remontarme en mi memoria, era emocionante desde el día 5 andar en la zapaterías o tiendas consiguiendo cajas regaladas para hacerse cada uno el carrito que usaría el día 7, si te iba MUY bien, tus padres te ayudaban un poco a hacerlo, pero esa era tarea TUYA. Adornarlo, y pedirle a tu mama que te hiciera “engrudo” para pegar el papel de china y el celofán, que ya era algo muy elaborado!., los mas grandecitos, aquellos que ya no se sentían a gusto jalando un carrito con una vela, hacían linternas con botes de metal agujerados con un clavo, al que se le colocaba una vela dentro, y con la que, ese día, se nos permitía explorar de noche terrenos baldíos o callejones oscuros, todo esto, mientras frente a nuestras casas, las velitas previamente colocadas se consumían poco a poco, mientras los adultos se sentaban en la banqueta a conversar, la ciudad entera se iluminaba con velas, casa por casa, eran contadas las bardas o viviendas que no se iluminaran esa noche.

Pasaron los años, y la modernidad fue ganado terreno, la Av. Juárez un buen día se cerró para que la gente pudiera caminar viendo los negocios iluminados esa noche, cada vez más concurrida, hasta que un día, a alguien se le ocurrió una idea GENIAL!. 

No tengo el dato del año en que esto ocurrió, pero al gerente en turno de conocida empresa refresquera, se lo ocurrió hacer un gran concurso de carritos, la noche del 7 en plena Av. Juárez. Iniciativa de un enorme éxito, tanto que ese año la población se volcó a la av. Juárez, miles de personas abarrotaron las calles y la zona del parque para estar en el concurso, donde los papas de los niños (Si.. los papas) exponían sus trabajos más elaborados de carritos, barcos, naves espaciales y demás cosas que la imaginación les permitía, usando desde cartón, plástico vidrio metal etc. etc., fue tal el éxito de esta iniciativa, que mucha gente ya no encendía velas en su casa, pues se fueron al centro a ver el concurso o simplemente a caminar por la calles.

De esa fecha a la actualidad, esa tendencia ha sido una constante, algunos ayuntamientos han tratado de hacer algo por reactivar la tradición reencausándola a sus orígenes y devolviéndole su esencia, pero el daño fue grave, mucha gente ya no concibe el día del Niño perdido si no como una fecha para ir al centro a ver como los negocios ponen velas y como los niños pasean los elaboradísimos trabajos que SUS PAPAS hacen, o de plano, que compran, porque ya es una industria la de hacer carritos para ese día.

Estoy perfectamente consiente que las tradiciones evolucionan, cambian y de adaptan a los tiempos, y sé que esto suena a lamento de “todo tiempo pasado fue mejor”, lo cual no es necesariamente verdad, lo que si me preocupa, es que hoy cada vez menos gente se preocupa por colocar velas frente a su CASA ya mas por ir a ver como las ponen en otras casas o negocios, cada vez son menos los niños que HACEN su propio carrito y más los que le exigen a su papa les hagan uno muy elaborado o se los compren, cada vez son menos aquellos que se preocupan por conservar la tradición y más los que solo ponen velas si el ayuntamiento se las regala.

Estoy seguro que debe existir una fórmula para que la tradición evolucione de manera que se vea fortalecida, tradiciones como esta constituyen un activo cultural perfectamente explotable turísticamente, la responsabilidad de conservar y fortalecer esta fiesta, no es solo de las autoridades, es de todos los tuxpeños, y es urgente, Antes de que poco a poco se vallan muriendo aquellos que aun recordamos el día del niño perdido, como era en verdad.

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