viernes, 28 de agosto de 2015

El reino vegetal

Por Javier Mendoza Aubert
Para el programa LOS ATRACTIVOS DE LA NOCHE de RADIOAMLO. 
En el comentario pasado señalaba yo que las mismas fuerzas del capitalismo que acumulan la riqueza en unas cuantas manos, son las fuerzas que también concentran la creación del conocimiento científico en unos cuantos sitios, como las Universidades, los laboratorios privados y los think-tanks, haciendo de los científicos unos hiper-especialistas de su reducidísimo objeto de estudio, y convirtiéndolos en la práctica en cretinos sociales y analfabetas culturales al concentrarse desconectados en un solo saber, casi como meros obreros intelectuales fácilmente manipulables y sin pensamiento crítico.

También apuntaba que las ciencias están fragmentadas, desconectadas entre sí, pues no comparten descubrimientos y no construyen espacios multidisciplinarios comunes, ricos en posibilidades y significaciones. 

En esta ocasión les voy a dar un ejemplo de las interconexiones científicas cuando se tiene una visión más amplia y más generosa de la labor de producción del conocimiento, haciendo interconexiones entre las disciplinas. Y este ejemplo nos llega del reino vegetal. 

El científico argentino Stefano Mancuso ha estado realizando investigaciones muy singulares y estimulantes con las plantas, arribando a líneas de conocimiento que nos harán ver al reino vegetal desde una forma muy distinta a la habitual. Y ha llegado a estos acercamientos precisamente debido a que ha echado mano de diversas disciplinas construyendo nuevas áreas de conocimiento. Partiendo de la botánica, la biología y la física, ha construido las bases de lo que en el futuro se llamará, por ejemplo: etología vegetal, neurobiología botánica y demografía inanimada.

Algunas de las conclusiones de Mancuso son las siguientes: 

1.- Las plantas tienen neuronas y son seres inteligentes, pero no lo vemos así porque ellas se mueven en un tiempo más largo que el del hombre.

2. Todas las plantas duermen, se despiertan, buscan la luz con sus hojas; manifestando una actividad similar a la de los animales. Por ejemplo, Mancuso filmó el crecimiento de girasoles, y en el filme se ve claramente cómo juegan entre ellos vistos en cámara rápida. Entonces hizo crecer girasoles en solitario, apartados de los demás, y al no poder jugar con otros girasoles infantes estos girasoles aislados no se desarrollaron y tenían dificultades en seguir al sol. Es decir, el juego los entrena para seguir la luz del sol correctamente. 

3.- Los árboles y plantas tienen familia y parientes y reconocen su cercanía. Se comportan de manera totalmente distinta si a su lado hay parientes o hay extraños. Si son parientes no compiten, sino que a través de las raíces dividen el territorio de manera equitativa para que a todos les toque agua, e incluso a través de las raíces mandan sabia a las plantas pequeñas.

4.- Cuando una planta es atacada por un insecto, un animal o un patógeno, inmediatamente produce moléculas volátiles que pueden viajar kilómetros y que avisan a todas las demás para que preparen sus defensas. Entonces producen moléculas químicas que las conviertan en indigeribles, respondiendo con agresividad. Hace diez años, en Botsuana, Africa, introdujeron en un gran parque 200.000 antílopes que comenzaron a comerse las acacias con gran intensidad. Tras pocas semanas algunos antílopes comenzaron a morir, y al cabo de seis meses más de 10.000 antílopes ya habían fallecido producto de esta respuesta activa de las acacia. 

5.- Cada punta de raíz es capaz de percibir continuamente y a la vez quince parámetros distintos como mínimo, tanto físicos como químicos: temperatura, luz, gravedad, presencia de nutrientes, oxígeno, calor, actividad eléctrica, incluida la neuronal, presencia de plantas extrañas o de la misma familia, etcétera.

Esta nueva consideración del reino vegetal trae implicaciones que van más allá de ser un mero hecho curioso, o de validar las consejas populares que recomiendan ponerle música a las plantas. En un sentido más profundo se debe tomar la condición neuronal y social de las plantas, para desde ahí revisar los métodos intensivos e industriales de cultivo que toman a estos seres vivos como “objetos” sin merecimiento de consideración alguna. También se abren nuevas facetas de reflexión acerca de los cultivos transgénicos: ¿Se modifican estos comportamientos vegetales señalados por Mancuso en los cultivos transgénicos? ¿Se defenderán las plantas no-modificadas de los intrusos creados monstruosamente por el hombre, combatiéndolas como lo hicieron con los antílopes de Botsuana? 

Y finalmente, como en tantos otros casos, los descubrimientos de Mancuso le dan la razón a la visión de los pueblos antiguos acerca de su respeto con las plantas y todos los seres vivos. En los pueblos mexicanos prehispánicos existían tantas variedades de maíz como regiones y grupos que los cultivaban, en estrecha relación hombre-planta, creándose una interrelación que obviamente se pierde con el advenimiento de la agricultura europea y, sobre todo, con la agricultura industrial hasta llegar a las “inhumanas” –si se permite el término- formas de cultivar comercialmente de las compañías capitalistas. Los maiceros, diría el Gaspar Ilóm de la novela HOMBRES DE MAIZ, de Miguel Ángel Asturias; los que comercian con el material con el cual está elaborado el hombre.
Fuente: Radio AMLO

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