domingo, 31 de enero de 2016

Monto de la deuda un problema que se puede complicar.

ENVIADO A VAXTUXPAN
México, D.F.- En los últimos años, los funcionarios gubernamentales promovieron una política de contención de gasto y de inversión, que impidió a los mexicanos aprovechar correctamente los recursos generados por el petróleo. Salvo en tiempos electorales, nunca hubo dinero suficiente para diseñar un esquema de gasto e inversión que permitiera establecer una infraestructura pública propia adecuada, que permitiera lograr el desarrollo sostenido, así lo sostuvieron Alfonso Ramírez Cuellar y Alejandro Castillo Morales, dirigentes del Barzón.

No obstante, la caída en los ingresos petroleros a partir de 2009, se comprobó que el gasto en realidad no se había contenido, sino que registraba un fuerte crecimiento que no podían cubrir con los ingresos públicos.

Cabe recordar que en el gobierno de Fox el país recibió ingresos extraordinarios por la exportación de petróleo y la venta de patrimonio nacional, recursos que además de despilfarrarse, se destinaron al pago de deuda, que en 2006 llegó a 3.13 billones de pesos, equivalente a 28.8% del PIB, su segundo nivel más bajo en 20 años respecto del PIB. 

Como eso no era resultado de una mayor fortaleza económica, pronto el proceso se revirtió y en 2012 el saldo de la deuda gubernamental -requerimientos financieros del sector público- llegó a cinco billones 890 mil millones de pesos, equivalentes a 36.4% del PIB, es decir un crecimiento de casi 8 puntos porcentuales del PIB.

Y ahora, con Peña, los alumnos de quienes promueven esa economía de la dependencia, la concentración del ingreso y la pobreza, ya llevaron la deuda gubernamental, en septiembre de 2015, a 8.33 billones de pesos, que representan el 46.0% del PIB. 

En los sexenios anteriores esos tecnócratas decían que querían frenar el crecimiento de la deuda externa. Ésta pasó de representar 8.3% del PIB en 2006, a 9.3% en 2012. Sin embargo, debido al despojo que se hizo de los recursos y las capacidades nacionales, en lo que va del sexenio de Peña, en septiembre de 2015, la deuda externa ya llegó a 14.4% del PIB. Por cierto, el gobierno debe especificar los 2.2 billones de pesos de valores públicos locales en poder de extranjeros, lo están considerando en el segmento de deuda externa o no. Por lo pronto, con los datos proporcionados por Hacienda se tiene un aumento de 5.1 puntos del PIB, reflejando la dependencia del exterior en un esquema de endeudamiento que, además, está demostrado, se utiliza para especular y debilitar al país.

Por su parte, la participación de la deuda interna como porcentaje del PIB, creció de 20.5% en 2006, a 26.9% en 2012, alcanzando un porcentaje de 31.6% en septiembre de 2015. En el último año creció 4.7 puntos del PIB, menos que la externa, por ahora. Hay que señalar que el gobierno promueve el uso del ahorro interno, en particular los recursos de las Afores, para que financien a los empresarios privados y sus negocios, como en el caso de OHL. 

Como era previsible, el entorno se modificó. Lo que es inaceptable es que, si antes con Fox y Calderón, cuando había muchos recursos, se impuso la contención al crecimiento, para no ser “irresponsables”, ahora se busque imponer a la sociedad nuevos sacrificios –despidos y retrasos de pagos a productores y proveedores-, sin tocar los gastos suntuarios del Ejecutivo, los negocios sexenales y la especulación contra el peso. 

Se debe advertir que el cambio de estrategia que se exige no tiene el propósito de propiciar que en el primer semestre el gobierno busque aumentar el gasto que les permita comprar votos. Se exige que realmente apliquen la austeridad a los mandos superiores y a los negocios contrarios al interés nacional y no sigan sacrificando a los trabajadores y a las pequeñas empresas del país. 

El entorno es tan complejo, que vale la pena comenzar a corregir lo que han hecho mal. De nada servirá que busquen comprar las elecciones, para seguir imponiendo sus “soluciones”, para atraer inversionistas, a costa de la paz social, capacidad productiva del país y del deterioro de las condiciones de vida de los mexicanos.
Urge cambiar la estrategia.

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