domingo, 16 de septiembre de 2007

TERCERA EDAD, NADIE NOS QUIERE...





Por Orlando Segura Hervert.

En la actualidad, a nuestra edad, ya nadie nos quiere, ese es el sentir de una señora que rebasa los sesenta años, en ninguna parte nos dan trabajo, por eso, como mujer de la tercera edad, está de acuerdo con el programa implementado por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, para que algunas tiendas de la ciudad les permitan laborar como “cerillos”, cargando mercancías, depositando los productos en las bolsas, empaquetando, ganándose el sustento durante 4 horas diarias.
La Doña se pone nostálgica, me comenta que tiene varios hijos pero no se acuerdan de ella, se casaron y se fueron, casi nunca la visitan, casi nunca van a verla, por eso ella puntualmente acude a la tienda en donde cuesta menos, ahí en ocasiones los consumidores le dan alguna propina, ese dinero lo ocupa para pagar la tele, la luz, el agua, teléfono y desde luego para medio comer.
Hay clientes que las miran muy soberbiamente, como que tiene algo en el alma, ese tipo de personas solo dejan diez o veinte centavos, cuando me entregan esas monedas, las guardo y me encomiendo al supremo creador del universo.
Existen días muy bajos para las ventas, esto nos repercute, pero después de una continua actividad en la que casi no paramos, nos llevamos $70.00 en promedio. Es un recurso muy bueno, tomando en consideración que a esa edad ya no nos contratan, para la sociedad los individuos de 40 en adelante son consideradas como viejas.
Aproximadamente 40 personas adultas mayores y 40 niños de 8 a 16 años, nos distribuyen en las cajas, hay tres turnos, matutino, vespertino y nocturno, todos los que acudimos al DIF necesitamos un ingreso para nuestras familias e hijos, los más pequeños colaboran con el sustento de los hermanos y hasta de los padres, por eso creemos que esta oportunidad es bienvenida.
La señora acepta proporcionarnos algunos datos con la condición de que no se revele su nombre, le digo que no se preocupe y así me gano su confianza y empieza a dar algunos pormenores de lo que hacen.
Empieza a darnos cierta información, por ejemplo, si alguien quiere ir al baño o a comer, tiene que pedir el permiso a la encargada o cajera, nosotros por la edad estamos propensos a que nos suceda algo en la calle o en los sanitarios o los espacios reservados para ingerir los alimentos.
Se despide de nosotros insistiendo en que las cosas se están poniendo difíciles, todo está subiendo, nada esta bajando, no hay empleos, todo mundo se queja...

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