domingo, 16 de diciembre de 2007

COMENTARIO DE MIGUEL CAMIN...




Distinguido Editor, asisto con un infecundo pesar a esta temporada de gallinas tan nuestra en el ambiente de los medios periodísticos. Como no llamarle ‘decepcionante’ al papel blandengue que los reporteros de la prensa, la radio, y la televisión por cable jugaron antes, durante y después de los acontecimientos que concluyeron con el desfiguro protagonizado por el alcalde Jerónimo Folgueras este pasado viernes 14 en su tercer informe de gobierno. Tres, tres son los puntos que me mueven a la reflexión:

LOS HECHOS NOTICIOSOS: Jerónimo Folgueras mantuvo (mantiene) un control férreo, por lo menos en tres de los diarios de restringida circulación doméstica. Lo hizo: uno, inyectándoles mensualmente por vías varias dinero, sumas considerables que pueden ser explicadas pues estas empresas editoras no viven de su circulación sino de los convenios que suscriben abierta o subrepticiamente, las más de las veces; de tal manera, que son sus direcciones de información y jefaturas de redacción las tapaderas de todo lo irregular de sus actuaciones y las promotoras de sus desvaríos, según sea el caso; y dos: manteniendo, en nómina de tesorería con nombres prestados a algunos, y con chayote a otros, a reporteros cuyos salarios de hambre en sus trabajos son el pretexto inmoral para darle trato especial a la alcalde y su grupo selecto. Esto explica que los datos duros y los hechos noticiosos se le escamoten a los lectores o radioescuchas, o televidentes.

LA ESCARAMUZA EN LA ESTACIÓN DE POLICIA: No encuentro, hojeando los periódicos, testimonio gráfico fiel del mal rato que el cuerpo de policía municipal inflingió al alcalde. Ninguna fotografía certera. Ningún comentario contundente y preciso que sintetizara el epílogo político de la administración fraudulenta de Jerónimo Folgueras: “DESPUÉS DE SU TERCER INFORME, LO DETIENEN LOS POLICIAS”, hubiese sido un titular de ocho columnas, que sin faltar a la verdad, (pues aunque obviamente no fue puesto preso) dibujaría la situación trágica y cómica en que se encontró. La perrada periodística prefirió el silencio, que si no vende, al menos llena los bolsillos de embutes.


REGIDOR COBARDE: Alguna vez escribí que Juan Carlos Aguilar Mancha era un regidor con personalidad de cobarde. Hoy lo ratifico. No sólo es cobarde, es un sinvergüenza comodino. Disfrutó con especial cinismo las comodidades que su posición de regidor le dio durante tres años. De dientes hacia fuera decía manifestar diferencias con su alcalde, en lo oscurito se dejaba sobar el lomo con prebendas que el propia alcalde sabía que le eran placenteras. Hipócrita, Juan Carlos Aguilar Mancha, participaba en doble juego que le rendía dividendos. La penúltima: mientras su primo el diputado José Mancha actuaba en tribuna contra la decisión mayoritaria del PRI de dar permiso a un traspaso tramposo de un bien público del ayuntamiento a manos de particulares, se sabía que una de las firmas de la sesión de cabildo donde se originó la anomalía era la del regidor Juan Carlos Aguilar Mancha. La última: su ausencia en la sesión solemne de cabildo donde rindió su informe el alcalde lo pinta de cuerpo entero: falso, Juan Carlos Aguilar Mancha, pretende establecer su deslinde. Me recuerda a esas enormes aves de la árida Australia: para evitar la vergüenza esconden la cabeza bajo el suelo, pero dejan al aire el culo.
Gracias. Miguel Camín
retratos1@gmail.com

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