Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com
A medio año de la actual administración municipal xalapeña no me queda claro, más allá de la armonía de identidad en color rojo con el gobierno del estado, cuál es su rumbo, cúales son sus objetivos y qué tipo de ciudad se propone dejarnos cuando concluya la que puede ser una experiencia luminosa o una aventura intrascendente. En justicia hay que decir que se han visto cosas positivas en la presidencia de Velasco Chedrahui, aunque algunas se han quedado en el intento, como fue su propuesta de que la calle Enríquez tuviera sus domingos peatonales; sin embargo dejo a sus apologistas el papel que les corresponde, yo voy hablar de dudas y de críticas.
Deberíamos de partir, a la hora de pensar a Xalapa en sus realidades y en sus retos, de la dirección que le quiere dar su Ayuntamiento, sin embargo es muy difícil hacerlo porque no se sabe que quieren en realidad hacer de la ciudad más allá de generalidades y aparentes buenas intenciones.
Creo que una ciudad es, antes que nada, una sociedad y, por lo tanto, es un cuerpo vivo con todas las implicaciones que esto implica. Xalapa como ciudad combina espacios privados y públicos, realiza actividades variadas principalmente de burocracia y de estudios, se alimenta y se cultiva; Xalapa tiene sus limitaciones, da mucho pero no sirve para todo; como toda ciudad tiene potencialidades y fronteras sociales y económicas muy definidas.
Cuando el presidente municipal habla de crear una zona industrial seguramente olvida nuestra terrible escasez de agua y dependencia al respecto de nuestros “amigos poblanos”, seguramente no ha analizado que a cambio de los supuestos 500 empleos tendríamos sequía, contaminación, cinturones de miseria y descomposición social. De no ser ocurrencia entonces hay que debatir la propuesta del señor Velasco, de crear una zona de tolerancia; este tipo de ghettos resultan lo más contradictorio que se pueda sugerir en un momento en que han explotado la drogadicción y el narcotráfico. En este tema creo que sin moralismo ni intolerancia simplemente hay que aplicar la ley. Ha llamado la atención por su costo, unos 110 millones de pesos, la obra vial que recién se inicio frente a plaza cristal, ya que, cuando se pueda utilizar posiblemente ya estará funcionando el multi anunciado y exprimido libramiento de Xalapa; como que es mucho dinero ante las necesidades del municipio.
En la estrategia a implementar por parte del ayuntamiento para que Xalapa mejore ó, por lo menos, no se siga deteriorando, habrá que volver sobre la consolidación y rescate de los espacios públicos: banquetas, plazas, parques, vialidades, etc. No es sano y atenta contra los derechos de la inmensa mayoría que se sigan cediendo las banquetas para instalar cuartos comerciales en plena calle; por el lado del transporte público algo tendrá que hacer, no es posible seguir sosteniendo un sistema de transporte tan irracional como para generar todo tipo de problemas a la ciudad, lo cual lo ha convertido en uno de los principales peligros para Xalapa; sino resuelven el gravísimo problema en que se ha convertido el transporte urbano, que no nos vengan a hablar de ley, orden, limpieza y participación ciudadana.
Si la estatua de la Araucaria fue gratis, no hay problema, con todo lo innecesaria que es, pero si costó los 75 millones de pesos que dio a conocer “El Centinela”, el periódico que no se vende, es una barbaridad que debe investigarse. No creo que una estatua nos deba representar, la que sea, más bien pienso que si Xalapa se va a significar por algo debería de ser por sus servicios, por su limpieza, por su seguridad, por su salud y porque ningún niño tenga que salir a pepenar o a pedir limosna para comer; ese si sería, en conjunto, un icono del que nos deberíamos sentir orgullosos todos los xalapeños.
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