

Ayer estuvo en Tuxpan el ingeniero Juan Bueno Torio, y, según me relata una de mis fuentes, tuvo plaza llena y supo, con habilidad taurina, capotear las embestidas de los bureles, opositores a la iniciativa de Felipe Calderón en materia energética. El Senador del Pan por Veracruz –me dicen— lució informado y ello le permitió construir argumentos que expresan, según él, las ventajas, para los mexicanos, de hacer cambios en materia de leyes en los manejos de la empresa pública Petróleos Mexicanos. Fue tal el dominio de Bueno Torio en su exposición, que la compañía de Iñigo Laviada y Jesús Mancha fue meramente ornamental, y no pudo haber sido de otra manera, pues tanto el legislador federal como el local por sí solos –juntos, peor— no son capaces de sacar la gata a mear: una alocución emitida por alguno de ellos es un galimatías verbal que exige un especialista en destorcer entuertos fonéticos o desanudar mecates lingüísticos. Bien por Bueno Torio en llevarlos –a los legisladores— exclusivamente como objetos decorativos, que hicieran armonía con el silencio de los manteles, los saleros o los porta servilletas.
Sin embargo, mal por la perrada de los reporteros, que se exhibió flaca e inapetente, cosa por demás contradictoria. Era predecible que el Senador –por cierto, por las bondades que la ley electoral da a la segunda mayoría en la elección federal, toda vez que Bueno Torio quedó por debajo de Dante Delgado, pero por encima de José Yunes; es decir, es senador de segunda— llegase al auditorio Plata y Rosa con la encomienda de hacer bien la tarea como parte de la estrategia gubernamental de fortalecer la campaña de propaganda en provincias, ahora que se debate en el senado, con especialistas, el asunto energético, y que según los sondeos en medios, le van poniendo una soberana madriza al ejecutivo y sus muchachos.
Digo mal por la perrada de periodistas, porque a Juan Bueno Torio era noticia en Tuxpan, noticia de ocho columnas, carne periodística, informática, declarativa, no tanto por la tan manoseada reforma energética como porque el senador ha sido objeto de constantes señalamientos que supuestamente lo involucran con una red de intereses en Pemex que construyó cuando fungía como director de Refinación en la paraestatal en el sexenio de Vicente Fox.
Había mucho que preguntarle al senador Juan Bueno Torio, pero los reporteros chafas de Tuxpan estaban tragando moscas. Acaso dos o tres interrogantes planteadas por un periodista hubiese valido la comparecencia de Bueno Torio: “¿Señor senador, el que una empresa o empresas ligadas a usted y a su familia tuvieron o tienen contratos con Pemex no lo invalida, o lo pone a usted en conflicto de intereses, para participar en decisiones que tendrán que ver con una apertura mayor de la paraestatal al capital privado? Aunque pudiese ser legal, ¿sería ético de su parte?; finalmente, ¿es cierto lo que publicó El Universal el día miércoles 21 de noviembre del 2007 ampliamente sobre usted en asuntos de corrupción en asignaciones millonarias cuando fue usted funcionario de PEMEX?”.
No hubo tales preguntas, ni semejantes. Y Juan Bueno Torio salió en hombros, vitoreado por una afición villa melona más fácil de persuadir que una puta en apuros. ¡Olé!
Miguel Camín
Sin embargo, mal por la perrada de los reporteros, que se exhibió flaca e inapetente, cosa por demás contradictoria. Era predecible que el Senador –por cierto, por las bondades que la ley electoral da a la segunda mayoría en la elección federal, toda vez que Bueno Torio quedó por debajo de Dante Delgado, pero por encima de José Yunes; es decir, es senador de segunda— llegase al auditorio Plata y Rosa con la encomienda de hacer bien la tarea como parte de la estrategia gubernamental de fortalecer la campaña de propaganda en provincias, ahora que se debate en el senado, con especialistas, el asunto energético, y que según los sondeos en medios, le van poniendo una soberana madriza al ejecutivo y sus muchachos.
Digo mal por la perrada de periodistas, porque a Juan Bueno Torio era noticia en Tuxpan, noticia de ocho columnas, carne periodística, informática, declarativa, no tanto por la tan manoseada reforma energética como porque el senador ha sido objeto de constantes señalamientos que supuestamente lo involucran con una red de intereses en Pemex que construyó cuando fungía como director de Refinación en la paraestatal en el sexenio de Vicente Fox.
Había mucho que preguntarle al senador Juan Bueno Torio, pero los reporteros chafas de Tuxpan estaban tragando moscas. Acaso dos o tres interrogantes planteadas por un periodista hubiese valido la comparecencia de Bueno Torio: “¿Señor senador, el que una empresa o empresas ligadas a usted y a su familia tuvieron o tienen contratos con Pemex no lo invalida, o lo pone a usted en conflicto de intereses, para participar en decisiones que tendrán que ver con una apertura mayor de la paraestatal al capital privado? Aunque pudiese ser legal, ¿sería ético de su parte?; finalmente, ¿es cierto lo que publicó El Universal el día miércoles 21 de noviembre del 2007 ampliamente sobre usted en asuntos de corrupción en asignaciones millonarias cuando fue usted funcionario de PEMEX?”.
No hubo tales preguntas, ni semejantes. Y Juan Bueno Torio salió en hombros, vitoreado por una afición villa melona más fácil de persuadir que una puta en apuros. ¡Olé!
Miguel Camín
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