domingo, 22 de febrero de 2009

LOS TUXCOS




Por Nina Salguero.

No se puede hablar de la revolución cubana, y desligarla de José Martí, ya que Fidel siguió la ruta martiana para llevar a cabo el proyecto del Movimiento del 26 de julio de 1953, proyecto de nación en donde jóvenes liberales y progresistas, encabezados por Fidel Castro Ruz, en una rápida incursión armada asaltaron el cuartel Moncada, en Santiago de Cuba. Rechazado el ataque con pérdida de vidas para el M-26-7 Castro y algunos más fueron encarcelados.
El 15 de mayo de 1955, Fidel Castro y varios de sus compañeros participantes del asalto al cuartel Moncada traspusieron las rejas del presidio de Isla de Pinos, en un intento de mejorar su imagen pública Fulgencio Batista autorizó una ley de amnistía política que benefició a los encausados por los sucesos del 26 de julio de 1953. Pero el gobierno de Batista prohibiría en forma sistemática todo tipo de expresiones públicas, y es así como los revolucionarios decidieron exiliarse en la república mexicana.
Descubiertas parcialmente las actividades del M-26-7 en la ciudad de México, la directiva creyó conveniente trasladar al grupo revolucionario al puerto de Veracruz en junio de 1956.
El 7 de julio de 1955, Fidel viajó de La Habana a Mérida, Yuc. Establecido en la ciudad de México: Castro se entregó de inmediato a tareas de organización y a establecer comunicación clandestina con los responsables del movimiento 26 de julio, en Cuba, a fin de dirigir y orientar las actividades que se debían desarrollar en la isla. La organización de la expedición se realizó con la mayor discreción para no contrariar la hospitalidad mexicana.
En septiembre de 1956, Fidel Castro y Antonio del Conde, buscan un lugar a adecuado para probar las armas en la zona del río Tuxpan, se toparon con un yate de recreo construido en 1939 y con capacidad para 25 personas. Averiguaron que su venta estaba condicionada a la compra de una casa en el pueblo de Santiago de la Peña, Ver.
El yate Granma, así como la finca Alicia, eran propiedad de Robert Ericsson, se encontraba deteriorado. La presión del tiempo, las deserciones sufridas en el campamento de Abasolo, Tamps. Y la posibilidad de una DELACIÓN

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