En 2003 entró en vigor el Protocolo de Cartagena, el principal tratado sobre los riesgos que presentan los organismos genéticamente modificados (OGM). Este instrumento sólo regula una parte de la difusión de esta tecnología: el movimiento transfronterizo de OGM que van a ser liberados al ambiente. Pero por la importancia de esta fase del ciclo de vida de los OGM, muchos analistas consideran que el Protocolo de Cartagena es el embrión de un régimen regulatorio más completo sobre organismos transgénicos. La reunión de 2008 se llevó a cabo en Bonn, Alemania, y para el 2009 toca el turno a nuestro país.
La parte medular del Protocolo de Cartagena, y que todavía está a discusión por los países participantes, entre ellos México, es el régimen de responsabilidad y reparación de daños. En ese capítulo, las cosas no andan bien.
El artículo 27 del Protocolo de Cartagena establece que las partes deberán elaborar reglas a nivel internacional para determinar el ámbito de responsabilidad y reparación de daños que resulten del movimiento transfronterizo de ORGANISMO GENÉTICAMENTE MODIFICADOS. Estas reglas deberían estar definidas en 2008.
Durante las duras negociaciones que dieron origen al Protocolo de Cartagena se evitó tratar de definir lo más importante: la responsabilidad debería ser ¿objetiva o subjetiva?
El artículo 27 del Protocolo de Cartagena establece que las partes deberán elaborar reglas a nivel internacional para determinar el ámbito de responsabilidad y reparación de daños que resulten del movimiento transfronterizo de ORGANISMO GENÉTICAMENTE MODIFICADOS. Estas reglas deberían estar definidas en 2008.
Durante las duras negociaciones que dieron origen al Protocolo de Cartagena se evitó tratar de definir lo más importante: la responsabilidad debería ser ¿objetiva o subjetiva?
Si la responsabilidad fuera objetiva, la responsabilidad es estricta porque depende de la simple posesión o manipulación de los objetos que están siendo regulados: por el solo hecho de manipular OGM, si hay daños, uno es responsable. En cambio, la responsabilidad subjetiva (también llamada civil por algunos juristas) civil depende de que se presente un acto ilícito por parte de los agentes involucrados. Un agente es responsable y debe reparar los daños sólo cuando comete un ilícito (por ejemplo, manejar un auto en estado de ebriedad o sembrar un tipo de transgénicos cuando todavía no está permitido hacerlo). Si no hay un acto ilícito, aún cuando los ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS causen daños, nadie es responsable.
Es claro que definir el régimen de responsabilidad es el punto más importante de la vigencia del Protocolo de Cartagena. Sin embargo, fuertes intereses económicos, principalmente inversionistas de compañías de biotecnología van a luchar hasta el final en este terreno porque no están dispuestas a ceder y a verse sometidas a un régimen de responsabilidad objetiva. Por eso el plazo de cuatro años no fue suficiente.
El “logro” en Bonn es que las partes acordaron abrir el plazo otros dos años y celebrar otras dos reuniones internacionales para poder cumplir con el mandato del artículo 27 del Protocolo de Cartagena. Además se alcanzó otro acuerdo: las partes definirán lo que se va a entender por daño y van a aclarar las reglas para evaluar los daños y, en su caso, la compensación. Es decir, se acordó que ahora sí van a hacer la tarea.
El poderoso grupo de la de la biotecnología se opone terminantemente a la responsabilidad objetiva, pero es evidente que el segundo sistema es irrisorio y deja sin protección a cualquiera que sea afectado por los ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS. Incluso eso contradice el principio rector del Protocolo de Cartagena. Lo que está en juego aquí es el alma del tratado pues para este instrumento los ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS representan un riesgo y por eso ha consagrado el principio de precaución. Pero a la hora de la verdad, no ha sido posible ser consistentes y definir un régimen de responsabilidad que corresponda a esa premisa.
En Bonn, Alemania, en 2008, pudo observarse las presiones de las "mafias" de la biotecnología, dejando claro que no están dispuestos a la coexistencia pacífica con el Protocolo de Cartagena. Por todos los medios buscará reemplazarlo con un tramposo sistema de “manejo” de responsabilidad y daños.
El poderoso grupo de la de la biotecnología se opone terminantemente a la responsabilidad objetiva, pero es evidente que el segundo sistema es irrisorio y deja sin protección a cualquiera que sea afectado por los ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS. Incluso eso contradice el principio rector del Protocolo de Cartagena. Lo que está en juego aquí es el alma del tratado pues para este instrumento los ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS representan un riesgo y por eso ha consagrado el principio de precaución. Pero a la hora de la verdad, no ha sido posible ser consistentes y definir un régimen de responsabilidad que corresponda a esa premisa.
En Bonn, Alemania, en 2008, pudo observarse las presiones de las "mafias" de la biotecnología, dejando claro que no están dispuestos a la coexistencia pacífica con el Protocolo de Cartagena. Por todos los medios buscará reemplazarlo con un tramposo sistema de “manejo” de responsabilidad y daños.
Bien, ahora es el turno de nuestro país, esperemos resultados alentadores de esta última reunión que se lleva a cabo en México con la representación de 150 países.
Green Peace organizó este miércoles pasado una manifestaciónn pacífica en el Zócalo de la Ciudad de México, a favor de imponer reglas al uso indiscriminado de míaz genéticamente modificado, maíz transgénico. (creo que de este máis es el que le dan a los seudoperiodistas que se dedican a alabar el sistema, cuidado, la lambisconería puede ser producto de ingerir cosas transgénicas, ¡que barbaridad!)
Hasta la próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario