Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com
Habrá que intentarlo, aunque sé que es muy difícil que sobresalga una idea en medio de las ocurrencias, la paja y las vísceras en que está convertido la especie de debate-destape del PRD veracruzano. El momento de derrota y confusión que vive el partido del sol azteca en Veracruz lo metió a un torneo de declaraciones de todos colores y tamaños, que incluye destapes de candidaturas, desde AMLO hasta externos y priístas en activo; esbozos de alianzas que oscilan entre el PRI y el PAN; no faltando las ocurrencias y vaciladas de siempre; lo peor de todo es que no se hace un esfuerzo de análisis para encontrar explicaciones al resultado electoral, al contrario, peleados con las ideas y la honestidad fácilmente llegan al intranscendente esquema de traidores y renunciantes. El mismo presidente interino se refugia en historietas del tipo de “camelia la texana”: “contrabando y traición”.
Más allá de las declaraciones, que pueden ser políticas o no, la dirigencia estatal formal está obligada a rendir un informe de su labor, a presentar un balance de la reciente campaña electoral y, en conjunto, el diagnóstico de la evidentemente compleja situación del perredismo veracruzano. Mientras no haga lo anterior su papel será absolutamente inútil, será un estorbo y, por lo tanto, será prescindible.
Si se animan, se acuerdan y se proponen presentar el informe que nos deben a los militantes y simpatizantes, propongo algunas interrogantes que están en espera de su respuesta: ¿Qué hizo el secretariado estatal en esta campaña?, ¿Todos trabajaron?, ¿En qué y en dónde?, ¿Se aplicó alguna estrategia específica para Veracruz?, ¿Quiénes decidieron las candidaturas?, ¿En cuántos y cuáles distritos hubo campaña?, ¿Cuántos recursos económicos se manejaron?, ¿De qué tamaño fue la estructura electoral?, y ¿Cómo participó lo que queda de estructura del PRD en Veracruz?
El balance de la campaña reciente debe deslindar responsabilidades, seguramente indicará que los resultados son producto de un proceso de deterioro que viene de lejos, pero no debe omitir que el PRD en Veracruz está “dirigido” por un mismo grupo desde hace casi cinco años. Creo que no tienen alternativa, deben dar la cara y rendir cuentas.
Después del balance, que ojalá sea bien organizado, público, de altura y propositivo, deberá seguir la reestructuración total del PRD, lo cual implica deshacerse de sus actuales estructuras que no son más que un cascarón, sólo así, en un solo cuerpo y con vida en común, se podría aspirar a algo en la elección local del dos mil diez. Está claro que para ganar votos primero necesitamos tener partido, organizado y con identidad propia. La disyuntiva es: luchamos por huesos o por ideales y gobiernos populares.
Qué será del PRD en el futuro inmediato, no lo sé, pero lo puedo suponer, por ejemplo, si no entiende su momento y hace todo por superarlo, lo más seguro es que después del dos mil diez estará liquidado, con lo cual habrán triunfado lo faccioso, lo oportunista, lo pragmático, la corrupción, la mediocridad, la grilla y la politiquería. Para algunos no será problema que desaparezca el PRD, ya que al carecer de ideología les da lo mismo estar en cualquier partido; para otros, será desgarrador porqué están casados con un sigla. Vivo, muerto, o en agonía perpetua lo importante es qué representa y qué transforma.
Por ahora, yo veo al PRD como un membrete y espacio político, al que se debe pero no se si se pueda rescatar. Más allá de las siglas están las trayectorias, los prestigios y las convicciones; muchos del PRD las tenemos, al grado de que no necesitamos que nos saquen sino que nos iremos solitos cuando ya no haya nada que hacer en él. Es evidente que algunos valemos por sí mismos, que tenemos un nombre, un reconocimiento y credibilidad; que no dependemos de un cargo para figurar públicamente. Estábamos en la izquierda antes del PRD y seguiremos en ella después de él.
Recadito: Foro de las izquierdas veracruzanas en el mes de agosto, en el marco del vigésimo aniversario del MOPI.
Habrá que intentarlo, aunque sé que es muy difícil que sobresalga una idea en medio de las ocurrencias, la paja y las vísceras en que está convertido la especie de debate-destape del PRD veracruzano. El momento de derrota y confusión que vive el partido del sol azteca en Veracruz lo metió a un torneo de declaraciones de todos colores y tamaños, que incluye destapes de candidaturas, desde AMLO hasta externos y priístas en activo; esbozos de alianzas que oscilan entre el PRI y el PAN; no faltando las ocurrencias y vaciladas de siempre; lo peor de todo es que no se hace un esfuerzo de análisis para encontrar explicaciones al resultado electoral, al contrario, peleados con las ideas y la honestidad fácilmente llegan al intranscendente esquema de traidores y renunciantes. El mismo presidente interino se refugia en historietas del tipo de “camelia la texana”: “contrabando y traición”.
Más allá de las declaraciones, que pueden ser políticas o no, la dirigencia estatal formal está obligada a rendir un informe de su labor, a presentar un balance de la reciente campaña electoral y, en conjunto, el diagnóstico de la evidentemente compleja situación del perredismo veracruzano. Mientras no haga lo anterior su papel será absolutamente inútil, será un estorbo y, por lo tanto, será prescindible.
Si se animan, se acuerdan y se proponen presentar el informe que nos deben a los militantes y simpatizantes, propongo algunas interrogantes que están en espera de su respuesta: ¿Qué hizo el secretariado estatal en esta campaña?, ¿Todos trabajaron?, ¿En qué y en dónde?, ¿Se aplicó alguna estrategia específica para Veracruz?, ¿Quiénes decidieron las candidaturas?, ¿En cuántos y cuáles distritos hubo campaña?, ¿Cuántos recursos económicos se manejaron?, ¿De qué tamaño fue la estructura electoral?, y ¿Cómo participó lo que queda de estructura del PRD en Veracruz?
El balance de la campaña reciente debe deslindar responsabilidades, seguramente indicará que los resultados son producto de un proceso de deterioro que viene de lejos, pero no debe omitir que el PRD en Veracruz está “dirigido” por un mismo grupo desde hace casi cinco años. Creo que no tienen alternativa, deben dar la cara y rendir cuentas.
Después del balance, que ojalá sea bien organizado, público, de altura y propositivo, deberá seguir la reestructuración total del PRD, lo cual implica deshacerse de sus actuales estructuras que no son más que un cascarón, sólo así, en un solo cuerpo y con vida en común, se podría aspirar a algo en la elección local del dos mil diez. Está claro que para ganar votos primero necesitamos tener partido, organizado y con identidad propia. La disyuntiva es: luchamos por huesos o por ideales y gobiernos populares.
Qué será del PRD en el futuro inmediato, no lo sé, pero lo puedo suponer, por ejemplo, si no entiende su momento y hace todo por superarlo, lo más seguro es que después del dos mil diez estará liquidado, con lo cual habrán triunfado lo faccioso, lo oportunista, lo pragmático, la corrupción, la mediocridad, la grilla y la politiquería. Para algunos no será problema que desaparezca el PRD, ya que al carecer de ideología les da lo mismo estar en cualquier partido; para otros, será desgarrador porqué están casados con un sigla. Vivo, muerto, o en agonía perpetua lo importante es qué representa y qué transforma.
Por ahora, yo veo al PRD como un membrete y espacio político, al que se debe pero no se si se pueda rescatar. Más allá de las siglas están las trayectorias, los prestigios y las convicciones; muchos del PRD las tenemos, al grado de que no necesitamos que nos saquen sino que nos iremos solitos cuando ya no haya nada que hacer en él. Es evidente que algunos valemos por sí mismos, que tenemos un nombre, un reconocimiento y credibilidad; que no dependemos de un cargo para figurar públicamente. Estábamos en la izquierda antes del PRD y seguiremos en ella después de él.
Recadito: Foro de las izquierdas veracruzanas en el mes de agosto, en el marco del vigésimo aniversario del MOPI.
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