sábado, 6 de febrero de 2010

Discurso inaugural de S.E.R. Mons. Claudio M. Celli


Discurso inaugural de S.E.R. Mons. Claudio M. Celli
Mutirão de Comunicação da América Latina e Caribe

Porto Alegre, febrero 2010


Parte II - La Iglesia como cuerpo vivo en la sociedad-red

El esfuerzo para crear vínculos de comunicación y fraternidad no puede dirigirse sólo hacia fuera de la Iglesia. Hemos de hacer examen de conciencia y ver si en nuestras comunidades vivimos los valores comunicativos que deseamos impulsar en el mundo. Estamos llamados a ser sal y luz, a promover una cultura de “respeto, de diálogo, de amistad”, que impulse mayor justicia, paz y solidaridad con la comunicación digital -como lo pidió el Papa en su 43ª mensaje para Jornada Mundial de las Comunicaciones-. La comunidad cristiana misma como Pueblo de Dios, en su integridad, tiene que ser ese espacio donde los valores del Reino se vivan con coherencia, de manera efectiva. Al menos hemos de mantener una constante tensión hacia esa coherencia vital.

Nos hallamos en la llamada “sociedad-red”, ya que la tecnología digital de comunicación se estructura en forma de redes. Ello ha lanzado con mayor fuerza el concepto de “redes sociales” y la consideración de los grupos humanos como redes de nodos interconectados que se comunican entre sí. Pero a nosotros esta imagen de la red nos evoca otra mucho más profunda y vital: la Iglesia como cuerpo, el Cuerpo místico de Cristo. San Pablo en su segunda carta a los Corintios, recuerda: “Del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu”. (2Cor 12, 4-21). Somos, pues, mucho más que una red. Somos un cuerpo vivo, animado por el Espíritu Santo, y ninguno de los miembros de la Iglesia debe estar excluido y olvidado. La comunicación es para la promoción de la comunión. Y hemos de expresarla y promoverla desde dentro de las comunidades mismas. La comunicación interna de nuestras comunidades es un aspecto que no podemos descuidar. Por eso el Santo Padre anima a los sacerdotes, en su Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones de este año, a ser eficaces comunicadores y portadores de Cristo en la cultura digital.

La primera tarea que tenemos como discípulos del Señor, es lograr que el cuerpo esté bien comunicado; que no haya nodos sin conexión, pues cada uno tiene mucho que aportar y que recibir. Por eso es para nosotros una prioridad la de reducir la brecha digital incluso dentro mismo de la Iglesia, para poder hacerlo también fuera. Son innumerables las buenas prácticas que han abierto camino. Este Mutirão reúne a muchas instituciones que favorecen la inclusión digital y el trabajo en red, por las cuales damos gracias a Dios y tratamos de apoyarlas. El CELAM y nosotros hemos impulsado la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL) y sus instituciones de servicios continentales. La RIIAL tiene como prioridad “llegar hasta los últimos”, allá donde haya comunidades aisladas y empobrecidas. Y no sólo dotar de tecnología, sino generar una auténtica cultura digital solidaria, orientada a la comunión. Otro proyecto creado por nuestro Pontificio Consejo con el CELAM, Signis, CAMECO y otras instituciones, es el portal Intermirifica.net, destinado a favorecer los vínculos de conocimiento mutuo entre las iniciativas católicas de comunicación. Es el primer directorio eclesial global on-line de iniciativas católicas de radio, televisión y producción audiovisual (www.intermirifa.net). En síntesis, vemos con especial interés los proyectos que expresan e impulsan la comunión en el interior de la Iglesia.

La comunicación en América Latina cuenta con una potencialidad enorme que otros continentes no tienen. Pensemos por ejemplo en unos datos ilustrativos que emergen del directorio Intermirifica.net: sólo en Brasil hay más de 180 radios católicas; mientras que en todo el continente africano existen algo menos de 200. ¿Verdad que nos interpelan estos datos?

Al mismo tiempo, no estamos destinados a agotar nuestra acción en la comunión interna. Como decía al principio, la Iglesia nace para comunicar a Jesucristo a toda criatura. Y a esa misión es a la que los Obispos en Aparecida han convocado al pueblo de Dios.

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